Berlín enseña


Vista general de la ciudad desde la Torre de Televisión

La ciudad de Berlín, la ciudad real, hecha de diferentes partes, con diferencias muy marcadas, es una ciudad con una historia muy densa y dramática, una historia que todavía los alemanes tienen problema para tratar. El ejemplo es la demolición-deconstrucción del “incomodo” edificio de la Ex-República Democrática Alemana (RDA), el antiguo “Palacio de la República” (Palast der Republik), que hubiera sido mucho más lógico (y eco-lógico, algo muy caro a los alemanes) dejarlo existir y readaptarlo para nuevos usos.

Ex Palast der Republik

De cualquier manera Berlín es hoy una ciudad llena de vida, de una escala muy amistosa, muy humana, interesante de recorrer a pie; multicultural, Berlin muestra finalmente la posibilidad de la convivencia de las diferencias, con muchos vacios disponibles todavía y con muchos espacios verdes y plazas para disfrute de los habitantes (y visitantes), y con todo un borde acuático (rio Spree) a ser tratado para nuevos usos (“playas”, paseos, etc.).


Vista del rio Spree con la Isla de los museos

Una ciudad plural, diversa, que espero que los habitantes actuales y futuros no dejen destruir, en función de meras operaciones de especulación inmobiliaria o política como vimos suceder en las dos últimas décadas.

Y una ciudad que fue el ejemplo máximo de “ciudad partida”, con cuatro gobiernos diferentes controlando simultáneamente su territorio después de la Segunda Guerra Mundial. Por eso tal vez sus enseñanzas deban ser tan “escuchadas” desde aquí, desde América Latina, y especialmente desde Rio de Janeiro, paradigma contemporáneo de la ciudad partida, con su sobreposición chocante de riqueza y pobreza, de privilegios y exclusión.

Históricamente, viviendas autosuficientes en la periferia y manzanas cerradas configuradoras de “fachada urbana” en el centro, definían su identidad (siglo XVIII). Después hubo un proceso de “agujereamiento” de la manzana con el jugendstyle, y mayor permeabilidad de lo público y lo privado, y también la irrupción del neoclásico con la excepcional pieza de Schinkel que es el “Museo Antiguo” (Altes Museum).


Altes Museum

En los años 50, la construcción de vivienda masiva usando métodos industrializados, con “espacios verdes” entre los bloques (horizontales o verticales) sin apropiación real, incorporó edificios de buena calidad constructiva que llegaron hasta nuestros días. También son realizadas en esa época obras de arquitectura excepcionales como la Filarmónica y la Biblioteca Nacional, de Hans Scharoun, el museo de Mies Van der Rohe (“Nueva Galería Nacional” – Neue Nationalgalerie) y un muy buen edificio de Oscar Niemeyer y otro de Alvar Aalto, en el conjunto de la UIA.


Interiores de la Filarmónica

En los 80 se realizan intervenciones de voluntad “identificadora” con el uso retórico de elementos del pasado (Aldo Rossi, Giorgio Grassi, etc.) y en el final de la década e inicio de los 90, una serie de edificios sin carácter como los de Rem Koolhaas y Peter Eisenman, próximos al Checkpoint Charlie; la Galería Lafayette de Jean Nouvel y un edificio de Zaha Hadid, todos de escaso interés.


Galeria Nacional

En el final de los 90 se producen intervenciones grandilocuentes sin carácter, como el Sony Center, expresión de un capitalismo especulativo “triunfante”, sin ningún aporte significativo a la arquitectura y a la ciudad, pero también el excelente Museo del Holocausto de Daniel Libeskind y la reforma del Reichtag de Norman Foster, y ya en el siglo 21, la excelente plaza del “Conmemorativo para los judíos asesinados de Europa” ,de Peter Eisenman.


Museo Judío – exterior/interior

Hoy existen buenos ejemplos de jardines públicos con un aura muy contemporánea y junto con eso se verifica la recalificación de antiguos edificios y de partes de la ciudad y del paisaje. También están en proceso de reconfiguración sectores urbanos como el barrio “Kreuzberg”, un barrio con una gran parte de la población de origen turco; barrio de gran maleabilidad e intensa vida social.


Barrío Kreuzberg

Resumidamente podríamos citar, cronológicamente:

1 La ciudad Barroca, con sus bloques compactos con patios privados, con poco comercio en planta baja y con continuidad de la “fachada urbana” que definía, desde el alineamiento de las manzanas, la idea de ciudad;

 

2 El Periodo “Art Nouveau”, con bloques compactos “agujereados” por patios interconectados incorporando comercio en planta baja (Hackesche Höfe por ejemplo);

3 La Ciudad Moderna “socialista”, con buena escala de espacios públicos, con objetos singulares como la Torre de Televisión (hoy un símbolo de la ciudad), y con bloques horizontales y torres bajas como las de Alexanderplatz, la propia plaza frente a la torre de TV, y con espacios públicos muy usados y posibilad de recorridos variados.

4 La Ciudad Moderna capitalista, con el ejemplo del IBA 56/57, permeada de torres y “objetos” en el “verde” en medio del parque (Hansaviertel), marcada por una discontinuidad urbana, con objetos que “flotan” sin configurar ciudad, y hoy, lugar disputado por “exclusivistas” (artistas, arquitectos, profesores, etc.) que se anotan en largas listas de espera de candidatos a un lugar en ellos;

5 El ejemplo del IBA 84, con su “urbanismo artificial” (Rossi, Grassi, etc.) reproduciendo de forma “teórica” la ciudad histórica, con pésimo resultado (fachadas casi ridículas, esquinas “sobreactuadas” y todo el repertorio teorizado pero mal diseñado), aunque con espacios colectivos interiores de buena escala, bien calibrados;

6 La ciudad Capitalista actual, la ciudad “sin ideología” (donde todavía resuena, aunque cada vez más débil, la consigna de pos-guerra “aprender de los occidentales es aprender a vencer”, consigna hoy poco creíble, es verdad) de lógicas aleatorias, de “town houses” para emergentes y exhibicionismos tecnológicos y de poder económico, con arquitecturas en general mediocres y un “urbanismo” definido en función de la “rentabilidad”, con intervenciones a posteriori, de “adorno”: los jardines (de buen diseño) frente al Sony Center y a la intervención de Renzo Piano, etc. Todo de una “frialdad” e impersonalidad angustiantes, a pesar de las “grifes” contratadas para su “diseño”.

Ciudad en la cual los rastros de las particiones, hoy básicamente “los dos Berlines”, tienden a desaparecer, y aumentar la conectividad y la continuidad de usos y de recorridos, y en ese sentido, constituyendo un ejemplo a ser considerado para todas las metrópolis contemporáneas, estén localizadas en "países desarollados" o no.

Hoy la ciudad real, hecha de sumatoria y sobreposición, caracteriza un tejido urbano cargado de significación, donde la revalorización de barrios adquiere gran relevancia.

Berlín son varias ciudades en una sola y nos da una pista de lo que pueden ser las futuras megalópolis, incluyendo grandes parcelas de áreas verdes en el medio del tejido construido, transporte ordenado no contaminante, y diferentes sectores (barrios) cada uno con su particularidad, haciendo parte del todo urbano.

Sabemos que una ciudad lanza siempre un interrogante: como sus habitantes quieren vivir? y lo que hoy se necesita es contribuir al debate sobre la cultura urbana que queremos. Sobre, de qué forma, mas generosa, queremos disfrutar de los beneficios de la vida asociativa?

Jorge Mario Jáuregui

Fotos: Gabriel Jáuregui