Las Amazonias Proceso crecientemente violento de agresión a los inmensos territorios llamados de “la Amazonia”. Pero como dice el geógrafo Françoise-Michel Le Tourneau, en realidad habría que hablar de las Amazonias. Gigantesca área que comprende varios países: Brasil, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Guayana, Surinam y Guayana Francesa. Estos territorios comportan las mayores reservas de biodiversidad del mundo y representan el 60% de las florestas tropicales del planeta. Las Amazonias son una formidable fábrica de biodiversidad, amenazada. Estas florestas funcionan por equilíbrio, donde la absorción de carbono por los árboles más jóvenes compensa las emisiones de CO2 de los más viejos, según el geógrafo. Las principales amenazas contra ella son la deforestación, con la ruptura del ciclo del agua, los incendios provocados para la permanente expansión de la frontera agrícola a través de las plantaciones de soja y los campos de pastoreo, además de la explotación petrolera, la mineración, las infraestructuras de transporte y energéticas y la pesca y la caza predatorias. En 2020, en Brasil fueron eliminadas florestas en el equivalente a tres campos de fútbol por minuto. Los perjudicados directos siendo los pueblos amerindios que vienen habitando estos territorios desde tiempos milenares. Son necesarias acciones urgentes para enfrentar esta situación.
Urbanismo Sustentable Precisamos de un urbanismo al servicio de la redistribución de los beneficios de la urbanidad para todos los habitantes de las ciudades, concebido desde una visión cosmopolítica, entendiendo por política aquello que permite vivir bien, según Aristóteles (“Política”, Madrid, Gredos). Un urbanismo conectado con los circuitos en redes horizontales de agentes públicos y actores sociales, puesto al servicio del equilibrio entre necesidades humanas (tanto sociales como económicas) y las necesidades de la naturaleza, reorientando la forma predatoria con que nuestra especie decidió vivir. Hoy precisamos de un urbanismo sustentable articulando las diferentes partes de las ciudades mediante transporte público de calidad, desplazamientos a pié e infraestructuras de alto desempeño, junto con una reorientación general de los comportamientos individuales y colectivos, especialmente en relación con el espacio público. Y simultáneamente precisamos de formas de producción y consumo que no solo no destruyan y contaminen lo que resta de naturaleza, sino que ayuden a recomponerla a partir de acciones convergentes hacia un objetivo común. En ese sentido, es necesario renaturalizar las ciudades buscando un equilibrio entre masa verde y masa construida, usando la tecnología para favorecer formas de vida responsables, donde las dimensiones de expresión y movimiento de los cuerpos encuentren maneras de existir en las diferencias. Es imprescindible saber y poder movilizar la inteligencia social existente en el planeta, para conseguir un “pisar más leve sobre la Tierra”, materializando modelos “otros” capaces de tornar los existentes obsoletos, como decía Buckminster Fuller Existe una potencia de ejemplo de la diferencia, donde el componente estético puede asumir un rol importante, en medio a las coacciones de todo tipo que actúan en cada circunstancia proyectual y donde la responsabilidad ético-política está siempre en juego. La producción de subjetividad, individual y colectiva, en relación con el espacio vivido, es una cuestión central de las prácticas de la arquitectura y del urbanismo contemporáneos, considerando lo Común no solo como aquello que es compartido, sino como lo que nos responsabiliza de forma conjunta por nuestras acciones.
Entrevista a la Radio Cooperativa de Santiago, Chile 1 – Qué condiciones se deben reunir para lograr cambiar las ciudades? ¿Qué implica entrar en este proceso? Para “cambiar las ciudades”, expresión fuerte, son necesarias una serie de condiciones conjugadas: capacidad política de convocar a los ciudadanos a partir de propuestas bien estructuradas, con potencia para galvanizar el imaginario colectivo. Contar con proyectos bien fundamentados, de interés de todos los ciudadanos, pensados para ser realizados en secuencias temporales, más allá de uno o dos mandatos de gobierno. Formulando un abanico de opciones para la evolución urbana, capaces de ser asumidos por gobiernos de diferentes orientaciones político-ideológica. Entrar en ese proceso de transformar positivamente las ciudades, implica realizar el planeamiento urbano y materializar desde el inicio varios “puntos fuertes”, casos ejemplares, en distintos puntos del territorio, en diferentes contextos, capaces de generar adhesión a los proyectos. 2 – Como fue la experiencia del trabajo en las favelas de Brasil? Fue muy enriquecedor profesionalmente, pues me obligó a buscar los conceptos necesarios para poder operar con lo informal. En la facultad aprendernos a trabajar solo en lo formal. Y elaborar metodologías específicas para cada escala de intervención: pequeña, media, grande y territorial. 3 – Qué hacer en el período transitorio cuando se planifican cambios urbanos? En el período transitorio es necesario hacer los proyectos para poder contar con un “banco de proyectos” y estimar los montos de inversión necesarios, evaluando diferentes posibilidades, diferentes caminos, donde la relación costo-beneficio sea bien calibrada. Para formular los proyectos se necesitan equipos multidisciplinarios, que cuenten con experiencia previa. 4 – Cuál será el futuro de la edificación y el espacio urbano? ¿Qué desafíos se plantean en esa línea? Con relación al “futuro de la edificación”, si juzgamos a partir de lo que está siendo hecho por ejemplo en América Latina, India, China y Emirados Árabes Unidos, no es muy entusiasmador el panorama. ¿Porque?, porque es necesario reorientar completamente nuestro devenir urbano. ¡Y los desafíos son enormes! - conectar los fragmentos, considerando el peatón, la bicicleta y el transporte público en primer lugar;
Ciudades Barradas En América Latina, vivimos en ciudades fragmentadas, social y espacialmente. Áreas privilegiadas conviven lado a lado con la carencia absoluta; barrios y edificios de lujo, con favelas a pocos metros de distancia. En Rio eso no se puede ocultar porque los morros son altos y bastante inclinados, lo que coloca a las favelas en el campo visual del ciudadano. En las ciudades sin morros altos, eso no se percibe tanto, aunque también están muy cerca, como en Buenos Aires, San Pablo, Ciudad de México y muchas otras. Después están las favelas y las áreas carentes que quedan lejos, y por lo tanto se pueden “olvidar” más fácilmente. Esa escisión caracteriza las grandes ciudades latinoamericanas. De forma muy primaria, algunos individuos “piensan” que vallando los edificios, las calles, las plazas, pueden “defenderse” del otro. Esto obviamente no llega a ser un pensamiento, sino solo una reacción irracional al miedo que les causa el saber que existen problemas sociales profundos, que no saben cómo enfrentar. No tienen ni los conceptos para pensar, ni el deseo de saber y de buscar soluciones. Como se sabe a partir de Lacan, el sujeto es un efecto del lenguaje y la palabra sujeto implica también “súbdito”, “sujetado”. Esto significa que un sujeto estará siempre dividido entre sujeto del enunciado y sujeto de la enunciación. La dificultad de designar la existencia del sujeto de la enunciación (aquel del inconsciente, por efecto del recalque) por el sujeto del enunciado (aquel de los dichos, el del habla corriente que dice “yo soy”) corresponde al reconocimiento, en la colectividad, de un otro, no como semejante, sino como radical extrañeza. Un radicalmente otro. Ese sujeto sujetado que vehicula significantes identitários de contingentes sociales que pueden abarcar un amplio espectro ideológico, es lo que vemos emerger por ejemplo a partir de la pandemia, con los “anti vacuna” en diferentes partes del mundo. Barrarse contra el resto de la ciudad, no vacunarse, basarse en informaciones falsas, etc., son señales de cuanto algo, en la propia estructura del significante, a la cual estamos sometidos por la entrada en el lenguaje, puede construirse como campo de segregación, eso Freud ya nos decía, a su modo e en su lengua, al final de su escrito, “El malestar en la cultura”: “A mi modo de ver, la cuestión decisiva para la especie humana es saber si, y en qué medida, su evolución cultural puede controlar las perturbaciones traídas a la vida común por las pulsiones humanas de agresión y autodestrucción”. Por eso hoy precisamos que fuerzas anti entrópicas se organicen y establezcan conexiones pragmáticas entre sí para combatir la segregación socio-territorial, de manera a configurar ciudades saludables no solo desde el punto de vista ambiental, sino fundamentalmente desde lo social, lo que se vincula directamente con el socius, con lo que hace lazo en el conjunto de la estructura social. En ese sentido, el reconocimiento de lo radicalmente otro, en la vida en común, en la colectividad, es talvez el único medio de hacer lazo que llegue a combatir de forma más efectiva la segregación socio territorial. La prosperidad material precisa acompañar a lo espiritual, por eso es necesario ir mucho más allá del urbanismo del mercado; de la arquitectura del objeto solitario y del paisaje ornamental. A partir de la pandemia, reaparecieron temas nunca resueltos y fueron suscitadas nuevas cuestiones a resolver. Entendiendo que lo barrado, para efecto de estas reflexiones, no se reduce a lo vallado, sino que incluye todo lo “recalcado” en el amplio espectro de lo socio-espacial contemporáneo. Jorge Mario Jauregui y Sergio Gondim (psicoanalista)
“Aficciones”
Ante una pregunta de un miembro del Congreso Futuro, de Chile, sobre cuales eran mis aficciones, respondí: música, filosofía, psicoanálisis, arte Pero esas cuatro son apenas las principales, las que me ofrecen “insumos para pensar”, hablando de una manera amplia, yendo a fondo en las cuestiones que plantean, en los problemas (las preguntas) que nos lanzan. De la música, es, sobre todo, una cierta “atmósfera” para dibujar y leer, un cierto “espíritu”, una cierta espiritualidad. Yo escucho mucha música: jazz, folclore, música clásica, tango, samba, bossa-nova, y músicos- compositores contemporáneos como Caetano, Chico, João Gilberto, Fito Paez, Chango Spasiuk, Lhasa de Sela, Calle 13, Jorge Drexler, etc. Mi Estudio en Rio está siempre “inundado de música” … De los filósofos me interesa la elaboración de conceptos. Deleuze decía que la ciencia crea funciones, la filosofía crea conceptos y el arte (con quien la arquitectura tiene íntimos vínculos) crea “agregados sensibles”. Por eso leo mucha filosofía, porque un concepto nos ayuda a aclarar las cosas, a “poner en orden las ideas” (por ejemplo, para formular un proyecto, tanto en arquitectura, urbanismo o para concebir un “paisaje”). Ya leí, y leo mucho, a Deleuze y Guattari; a Jean-Luc Nancy, a Umberto Galimberti, Mássimo Cacciari, Byung-Chul Han, Paul Preciado, Yun Fuyita Hirose y Dario Z (Sztajnszrajber, a pesar de ese apellido impronunciable), entre otros. Claro que también leo sociología, geografía urbana, literatura, poesía, etc. Del psicoanálisis (además de analizarme) frecuento reuniones con psicoanalistas y participo de la institución lacaniana Letra Freudiana de Rio de Janeiro. Inclusive en mi página web hay un texto que escribimos junto con el psicoanalista Eduardo Vidal: “A casa”. ¿Por qué el psicoanálisis? Porque nos ofrece la posibilidad de “ver” el mundo desde otra perspectiva. Justamente yendo del individuo, a la sociedad. De qué manera eso está relacionado. Y el método freudiano, que yo utilizo en mi relación con los clientes, individuales o colectivos, que se basa en la Asociación Libre y la Atención Flotante, es fundamental para “construir la confianza”, y por ese motivo es una herramienta básica de mi trabajo proyectual. También leo textos de psicoanálisis, pero en mucha menor medida que los que mencioné antes. Uno de mis artículos recientes, que está en mi página, en Reflexiones, toma como referencia el texto de Freud “El malestar en la cultura”, de 1930, y lo actualiza para nuestros días, “El malestar en el actual momento de la civilización”. En relación con el campo del arte, mi “flirteo” viene de Lejos. Desde que en 2007 fui convidado a participar de la Documenta de Kassel, en Alemania, seguidas de varias otras, que están registradas en mi página en: navigation, exposições. Niemeyer decía una cosa interesante, que “cuando un edificio alcanza la belleza, llega a ser funcional, y, por lo tanto, fundamental para la arquitectura”, invirtiendo el principio Moderno, que partía de la función, para llegar a la forma. En mi libro “Estrategias de Articulación Urbana”, hay un capítulo dedicado al “derecho a la belleza”. Esa es una cuestión central para mí, sobre todo en las intervenciones en las áreas más frágiles de la ciudad. El derecho a la belleza es también un derecho fundamental.
Dois poemas
A nova utopia (13) O novo utopista caça dinossauros
A nova utopia (14) A nova utopia Régis Bonvicino. Folha de São Paulo, 5/11/2021 Livro a ser publicado pela Editora Hedra em junho de 2022
City brain
La hibridación de lo público y lo privado busca hoy en día “optimizar la gestión”, muchas veces a expensas de la libertad del ciudadano, e implica el favorecimiento del control policialesco permanente de sus actividades. La integración de medios privados y públicos busca la “eficacia óptima”, donde agencias del gobierno y plataformas comerciales crean un “cerebro de la ciudad” mediante el cual los algoritmos capturan datos (de fuentes de información variada que circulan en las redes sociales y en la internet en general) y los cruzan con las informaciones de los usuarios. Todo queda “bajo control”, con los ciudadanos supervisionados, conectados permanentemente (para bien y para mal). Con la pandemia aumentaron los argumentos para ese control, sobre todo en China, aunque no solo allá. La lucha por un equilibrio en la manipulación de datos, armonizando interés público con libertad individual, está en el centro del debate contemporáneo y demanda ciudadanos alertas, sacados del “modo letárgico”. Con este “futuro incierto” en que nos encontramos, debemos usar la tecnología y las informaciones no solo para mejorar la movilidad sino también para explorar los lugares y poder escoger alternativas, inclusive para articular “lo urbano” con “lo rural”, provocando una intersección positiva, manejando las densidades e hibridando modos de vida. Precisamos definir como queremos que sean nuestras ciudades, no dejándolas ser comandadas apenas por la “iniciativa privada”. En las actuales circunstancias de “poca claridad”, y mismo de desesperanza, la relectura de Caosmosis, de Félix Guattari, constituye “una luz en el final del túnel”. Un texto seminal.
Nuevas sensibilidades
El agotamiento de que vengo hablando aquí, esta saturación que se tornó más visible e insoportable, implica un vaciamiento de expectativas positivas cuanto a nuestro devenir, y es lo que debemos repensar desde múltiples perspectivas simultáneamente. De qué manera lo económico, lo político, lo técnico, lo social, lo cultural y lo urbano se fueron vaciando para dejarnos con una sensación de desánimo, exhaustos, precisando inventar otras relaciones donde lo humano sea visto de otra manera, menos escindido, menos esquizofrénico, sin esa percepción de correr para el abismo. Es por eso que precisamos producir nuevas razones y poner en juego nuevas sensibilidades, capaces de re-articular individuo y sociedad, poniendo en acto la partícula con, de que habla Jean-Luc Nancy. Precisamos de un éthos más generoso, lo que implica formular nuevas preguntas frente a los nuevos desafíos.
Le Bien Commun
La communauté, ce n’est donc pas ce qu’on partage en commun, mais ce qui nous oblige les uns envers les autres. Jacques Maritain corrobore une telle précision et décortique longuement cette notion: “Ce qui constitue le bien commun de la société politique, ce n’est donc pas seulement l’ensemble des biens ou services d’utilité publique ou d’intérêt national (les routes, les ports, les écoles, etc.) que suppose l’organisation de la vie commune, ni les bonnes finances de l’État, ni sa puissance militaire, ce n’est pas seulement le réseau de justes lois, de bonnes coutumes et de sages institutions qui donnent sa structure à la nation, ni l’héritage de ses grands souvenirs historiques, de ses symboles et de ses gloires, de ses traditions vivantes et de ses trésors de culture. Le bien commun comprend toutes ces choses, mais bien plus encore, et de plus profond, de plus concret et de plus humain: car il envelope aussi et avant tout la somme ele-même (...). Il envelope la somme ou l’intégration sociologique de tout ce qu’il y a de conscience civique, de vertus politiques et de sens du droit et de la liberté, et de tout ce qu’il y a d’activité, de prospérité matérielle et de richesses de l’esprit, de sagesse héréditaire inconsciemment mise en oeuvre, de rectitude morale, de justice, d’amitié, de bonheur, de vertu et d’héroïsme dans les vies individuelles des membres de la commnauté, selon que tout cela est, dans une certaine mesure, communicable et se reverse dans une certaine mesure sus chacun, et aide ainsi chacun à parfaire sa vie et sa liberté de personne”. Le commun s’apparente alors á l’éthique (ethos=”coutume”, mais aussi “tenir et se tenir”), au “principe responsabilité” de Hans Jonas, à la “disvaleur” d’Ivan Illich, c’est-à-dire à quelque chose qui déborde du cadre juridique des droits. Il vise á la cohésion du groupe et à la cohérence du territoire (géographique et virtuel) sur lequel oeuvre ce groupe. Thierry Paquot
La nueva agenda urbana
Frente al proceso de urbanización universal fulgurante que sucede en las pos-metrópolis contemporáneas, es necesario poner en cuestión radical tanto las representaciones cuanto las prácticas urbanas de costumbre. Las modalidades de intervención tienen que evolucionar. Hoy es necesario concebir y poner en práctica parcerias específicas para poder enfrentar situaciones de una complejidad inédita, trabajando simultáneamente a múltiples escalas. Es necesario concebir articulaciones entre procesos de mundialización, y dinámicas pos-metropolitanas localizadas. Enfrentando las tendencias pesadas de la mundialización urbana (privatizaciones, prevalencia de los flujos sobre los lugares, etc.) tendiendo hacia destinos urbanos múltiples, buscando materializar nodos urbanos multifuncionales y abiertos, atravesables, donde se diluyan los límites entre público y privado, y entre interior y exterior. Puntos de coagulación capaces de recentralizar territorios sin identidad en las mega-periferias actuales. Donde el espacio público sea protagonista, incorporando las demandas derivadas de la pandemia. Lugares que reúnan trabajo, cultura, deporte, diversión, comercio y vivienda, servidos por transporte público. Es necesario romper con un enfoque dominantemente técnico de la cuestión socio-espacial, incluyendo todas sus dimensiones, considerando que el espacio público es el lugar de cruce de todos los imaginarios. Reflexionando a partir de fundamentos teóricos, de una práctica contínua y de un pensamiento crítico sobre las acciones pasadas, presentes y futuras y sus consecuencias sobre el espacio urbano. Contribuyendo para la definición de políticas públicas integrales y acciones concretas en las esferas del planeamiento urbano y la arquitectura, en las cuatro escalas del urbanismo, buscando nuevas articulaciones entre ciudad, urbanidad, espacio público y programas para la generación de trabajo y renta, con el objetivo de ofrecer mejores condiciones de vida para todos. La nueva agenda urbana demanda necesariamente provocar recentralizaciones en territorios sometidos a expansiones aleatorias y dispersas, capaces de suscitar transformaciones mediante intervenciones puntuales fuertes, generando reconfiguraciones potentes en contextos descalificados. Actuando como catalizadores socio-espaciales.
Aglomeraciones de la desmedida
Hoy, en la era de las pos metrópolis apresadas y desmesuradas, donde imperan los flujos (de vehículos, de gente, de mercaderías, de informaciones y de capital) precisamos de puntos de parada, de espacios de encuentro y desconpartimentalización, incrustados en los suburbios, asumiendo los conflictos y las contradicciones como fuente de transformaciones específicas. Mediante objetos contrariantes producidos por actos arquitecturales fuertes, portadores de sentido, capaces de reconfigurar el contexto. Sobre todo, después de la pandemia, que impuso el aislamiento físico.
Resiliencia
Tras dos siglos de revolución industrial estamos viviendo el colapso de esa civilización. La de la primera revolución fue urbana, la de la segunda, suburbana, y ahora son nodos con las infraestructuras en red. Lo que comanda hoy son los mercados y las redes, pasando de la globalización a la glocalización, donde cada región se está glocalizando, lo que implica interdependencia. Pero la infraestructura de la tercera revolución industrial no la construirán solo los robots y la inteligencia artificial, sino millones de personas, pues los algoritmos se basan en el pasado y lo que se necesita es mirar los efectos y ver cómo adaptarse continuamente. Hay que construir resiliencia para enfrentar los problemas climáticos, las epidemias, las seguías, el calor, las inundaciones, los incendios, porque el clima está cambiando y hay miles de personas muriendo y migrando. Hoy hay que pensar en el gran todo viviente, reconsiderando el interés general en los planos cultural, ecológico, social y del medio ambiente. La geología, la climatología, la historia, la economía, la urbanización acelerada, los hechos de la sociedad, las actitudes mentales, todo eso interviene en los análisis y las respuestas que debemos dar, donde el desafío es re-aproximar las ciencias exactas con las ciencias humanas, buscando un equilibrio (siempre inestable) entre la observación, y la construcción de lo real. Y de la construcción geométrica con la realidad sensorial del espacio. Hoy precisamos des-cubrir otras posibilidades de vida en aquello que se presenta como imposibilidad, provocando encuentros potentes para la vida.
Desafios Planetários
La búsqueda de la “prosperidad común” por el gobierno chino, tiene como objetivo la distribución de renta y establece un nuevo paradigma. Obliga a las empresas privadas a fomentar el crecimiento económico y la innovación, y coloca el combate a la desigualdad en el centro de la agenda. Implica una transferencia de renta inducia por el gobierno central, como contrapartida de la actuación de los privados, provocando una simbiosis entre el Estado y la iniciativa privada. Imponiéndole a los privados contribuir para el bien común como parte del modelo de negocio de las empresas, que deberán destinar un porcentaje a acciones de interés común; una “filantropía” obligatoria. Claro que eso solo se puede hacer en sociedades donde ya hay un énfasis en el interés colectivo y en el cumplimiento de reglas, por sobre lo individual. Ya en las “democracias” occidentales, basadas en el individualismo y la privacidad, un modelo como ese es muy difícil de que pueda funcionar. En occidente, con una gran parte de la población de cada país teniendo la mente colectiva colocada en la nada, implicando una dispersión de la concentración mental como dice Jun Fuyita Hirose, se abre el camino para todo tipo de aventureros de ocasión, donde florecen los “salvadores”, los “redentores” reaccionarios capaces de encaminar para profundas regresiones sociales. Las grandes movilizaciones populares como en Chile, la lucha contra el calentamiento del planeta, de las mujeres por sus derechos, de los pueblos originarios; la lucha contra el racismo y contra la inseguridad en las periferias urbanas y favelas, representan posibles salidas. Las acciones contra el calentamiento global y la modificación de la matriz energética (donde las ciudades están muy implicadas) es una tarea tanto para China como para el resto de los países. O sea, se trata de unir la lucha por la recuperación del medio ambiente y contra el calentamiento global, con la lucha por la justicia social, en todo el planeta.
La evidencia preocupante de una sociedad cada vez más condicionada por los imperativos de la producción, que diluye los límites entre vida y trabajo y entre público y privado, constituye una cuestión central del habitar post pandemia. En lo habitacional, a partir de lo detectado durante la pandemia, los proyectos deberán considerar:
Lo habitacional post
Hoy se habla de “blurdays”, de días que parecen todos iguales, borroneados, y al mismo tiempo, el hecho de que las pantallas (chicas, o grandes, del celular o del computador) se volvieron el principal medio de relación con el “mundo”, lo que provoca eso que se está llamando de “fatiga del zoom” … Relacionado con lo anterior, el ambiente “doméstico”, “familiar”, se tornó ambiente de trabajo, “del día a la noche”, pero de forma impensada en la mayoría de los casos, provocando todo tipo de problemas de salud mental y física. La conectividad repentina transformó “las casas” en espacios multifuncionales ad hoc, concentrando (y compactando) habitación, trabajo de oficina, estudio, gimnasio, lugar de esparcimiento, de cultura, de luto; lugar de hacer política, de relaciones sociales, etc. Parece como demasiado ¿no? Todo junto en espacios, ambientes, que no fueron pensados para eso. No podía “dar cierto” … Implicó, en la mayoría de los casos una clara precarización de la vida, esta casa multifuncional “on line”. La “vida virtual” impone nuevos desafíos. Pero nada substituye el cuerpo presente, el “olho no olho”, pero no en el soporte brillante de las pantallas, sino en la directa presencia del otro. Precisamos repensar todo, reorganizar todo (y primero el pensamiento y la forma de trabajo, claro), reinterpretar todo, analizar crítica y conceptualmente cómo veníamos funcionando … No hay salidas y soluciones mágicas (eso es cosa del “mercado”). Lo único posible (y necesario) es trabajar mucho para producir respuestas múltiples a situaciones infinitamente diversificadas … Precisamos repensar las relaciones entre lo individual, lo colectivo y lo en-común.
Pensamiento estético
El pensamiento estético implica consistencia visual y consistencia intelectual. El pensamiento debe ser estético. La pulsión estética debe formar parte desde el primer momento, desde el primer movimiento del pensamiento del proyecto; desde el primer impulso para la construcción de las ideas proyectuales. Esto implica considerar simultáneamente el procesamiento de las demandas, el cruce con las restricciones de todo tipo que actúan en cada circunstancia, y realizar la lectura de las posibilidades derivadas de la interpretación de la estructura del lugar, tanto en sus potencialidades como en sus limitaciones, fuera de cualquier hábito del pensamiento. Hoy, en un mundo cada vez más mediatizado digitalmente y sometido al bombardeo constante de imágenes, la estatización generalizada que domina la producción y el consumo implica una “anesteciacion” de la percepción. Actualmente, la producción artística en todos los dominios, incluida la arquitectura, quiere principalmente agradar, seducir. Pero la experiencia estética no tiene como objetivo complacer, sino conmover. El mundo “interconectado” está permanentemente mirándose a sí mismo; “selfis” … donde las imágenes digitales tienen más que ver con contagio. Lo bello va mucho más allá de la complacencia; se articula con lo ético. Ver, diferentemente de mirar, implica experimentar. Es una experiencia que envuelve lo material, lo corporal y lo inconsciente. Los afectos … el poder de recibir, la capacidad de ser afectado. La fruición estética es un acontecimiento que presupone tiempo, distancia, contemplación. La belleza tiende hacia un acuerdo del gusto con la razón y tiene que ver con el concepto, que es quien garante la integridad de un conjunto, de un agregado sensible; la coherencia entre las partes. La belleza implica una “sintonía” entre ellas. No una mera yuxtaposición de las partes, sino que ese conjunto haga sentido. Un agrupamiento lábil, pero amalgamado. Disfrutar de las cosas bellas tiene que ver con una contemplación que incluye también las ideas; “contemplar las ideas”. En la belleza acontece una correspondencia entre el evento y el concepto. En nuestros campos del urbanismo, la arquitectura y el paisaje, la idea de belleza siempre presupuso, y continua incluyendo, la producción de armonía, aun si se trata de armonías complejas, contradictorias. Y las estéticas derivadas de eso… Es en este contexto donde el estilo, el design, el diseño y la belleza se imponen imperativamente como estratégicos de las marcas, donde es necesario actuar críticamente reevaluando, reorientando, resignificando, re imaginando y creando … Hoy precisamos poner en acción una inteligencia y una sensibilidad colectivas, articulando individuo y sociedad, en el camino de una comprensión multidimensional de la producción de lo común, abriendo hacía nuevas potencias de creación, hacia un arte de la composición, en la cual no se trata apenas del conocimiento de las relaciones sino del modo como mis relaciones se componen con otras relaciones y se descomponen o son descompuestas por tantas otras. Lo interesante es postergar todo el tiempo la belleza para poder transitar el camino que pueda llevar a algún lado, como algo que no puede llegar a definirse … el placer de los fines en sí, de formas que tengan sus propios valores … reinventando el sentido …
París
París, ciudad llena de méritos, pero también de tragedias, sufrimiento, bajezas y obscurantismos. Un laboratorio social. Veamos un poquito hacia atrás, específicamente lo que sucedió en los siglos XVIII y XIX, y la llegada de la modernidad, de todo lo cual quedan en la ciudad actual algunos trazos, registros y fragmentos. En el siglo XVIII París ya era una ciudad dividida, con pocos puntos de contacto entre los dos “mundos”. El mundo de la elite y la clase dirigente, con algunos intelectuales, artistas, periodistas, escritores, “infiltrados” en ella. Y por otro lado las partes olvidadas y maltratadas de la ciudad, con la gente sometida a invasiones de la policía o del ejército, con masacres constantes y enfermedades contagiosas como la sífilis; pero siendo también el lugar de revueltas contra el estado de cosas, de protestas, de barricadas y de una bulliciosa vida de calle. Lugar donde se tramaban insurrecciones permanentemente, y actos heroicos, sobre todo en el período 1789-1848. En los barrios populares es donde estaban los comuneros, que defendían un desorden controlado, apoyado en comunas autónomas, con una economía local (contra la máquina impersonal de la ciudad comercial) basada en los quartiers. De la experiencia de los comuneros se deriva la Comune de París (1871); la era de las revoluciones. En el lapso de tiempo que estoy considerando, el entorno de Notre-Dame era un lugar de violencia, infecciones, robos, y de gran desorden visual. Los barrios populares, con sus calles estrechas, eran lugares que los bohemios también frecuentaban, tal vez para “inspirarse”. En esa época, Montmartre era un caserío inexpresivo, un bucólico trecho semirural. Haussmann (el “artista de la demolición” como él mismo se autodenominaba) llevó a cabo un verdadero crimen urbanístico demoliendo construcciones y conjuntos edilicios notables, para felicidad de los especuladores inmobiliarios y para dar lugar a edificaciones mediocres a cada lado de las avenidas y bulevares, que definieron la “cara” de París. Incluyendo la contratación del arquitecto que hizo el pastiche de L’Opéra, tremendamente mal implantado, en un terreno apretadísimo para el volumen de esa construcción. Desde el punto de vista arquitectónico y urbanístico, muy criticable. A Haussmann no le interesaba la arquitectura, “deixava rolar”; su interés era dejar su marca en la ciudad, una especie de “antes” y “después” de él. Y lo consiguió. Él fue un intendente del interior que conquistó las “gracias” del emperador, Luís-Napoleón Bonaparte (Napoleón III), un personaje bastante problemático también. El emperador que estaba al servicio de la nueva economía y que substituyó el slogan republicano “Libertad, Igualdad, Fraternidad” por “infantería, caballería, artillería”. Luís-Napoleón compartía con Haussmann la visión de que la ciudad debía ser planeada sobre todo en los aspectos puramente funcionales. Esa “reinvención” de París fue tornada posible por una alianza entre inversores privados, especuladores y órganos del gobierno, que no hesitaron en demoler sin culpa, áreas conocidas por sus finos ejemplos de arquitectura Renacentista, incluyendo los grands hôtels que habían sido una parte fundamental del paisaje urbano parisiense. En una misma calle podían ser observados arquitectura y estilos de varios períodos distintos. La Paris da Haussmann (1853-1882) fue modelada por las demandas de confort burgués y utilitarismo capitalista, resultando en la mediocridad de buena parte de la arquitectura del “Segundo Imperio”, particularizada por bloques de apartamentos construidos a lo largo de las nuevas vías rectas, caracterizando la dicotomía entre un exterior severo y un interior opulento. Es a partir de la segunda mitad del siglo XIX que los términos bohème e bohémien comienzan a circular, junto con la nueva actividad de la flânerie, donde su exponente máximo era Baudelaire. Y fue en esta época que el término avant garde entró para el léxico de los parisinos. Es el momento también en el cual el geógrafo Elisée Rechus escribe Nouvelle Géographie Universelle, donde aparece la noción de paisaje como un componente fundamental. Y es el comienzo de la implantación de las leyes sociales por las cuales la izquierda venia luchando desde hacía tiempo. En el siglo XIX, el poeta Arthur Rimbaud y el escritor Émile Zola registran los cambios en la ciudad y en las costumbres, buscando entender las culturas subterráneas, definiendo al intelectual como aquel cuya tarea histórica es comprometerse con su época. Y mostrando cómo la Modernidad cargaba con ella sus propios males. Así, la Paris del siglo XIX representa los albores de la Modernidad, el paso de la ciudad antigua a la moderna, del trazado irregular de las calles y la ciudad con conexiones y movilidad “lenta”, a la Paris de los bulevares rectos, los grandes magasins (por primera vez, lugares de consumo de masa), y los cafés (en 1789 había aproximadamente 30.000 cafés o locales de bebida, que eran lugares donde se discutía política y se gestaba la revolución). Una modernidad construida sobre la base de la destrucción de buena parte del patrimonio histórico edificado y la gentrificación, aumentando su condición de ciudad partida, física y socialmente. La modernidad devino de forma violenta en Paris. El nacimiento fue con fórceps. Trabajo pesado de 10 hs diarias para los pobres, con condiciones de vida durísimas en calles mal iluminadas, inmundas e inseguras, sobre todo a la noche, junto con exhibiciones de despilfarro, indiferencia y holgazanería de las clases dominantes, con su éthos prevaleciente de auto gratificación burguesa. El paso del viejo régimen a la República fue con luchas sangrientas para el pueblo buscar libertase de los “parásitos”. Con ensayos de comunitarismo desorganizado, la París de la bohème, y la Paris del capitalismo triunfante, continuó como ciudad dividida entre la región Este, donde vivían los trabajadores, y la Oeste, donde estaban los beaux quartiers de los burgueses. La ciudad de los “bajos fondos” (prostitución, violencia y hacinamiento), y de otra parte la “ciudad luz” del consumo, de las avenidas y los bulevares, de las galerías, los cafés-terrasses y los pasajes cubiertos perforando los quartiers. Es difícil imaginarse a la Ile de la Citê llena de tugurios, como una parte mal vista de la ciudad. Hoy París se tornó la ciudad de la especulación del gran capital financiero globalizado, transformándola en un museo habitado por la elite económica internacional (en cierto modo como Venecia). Considerada en el conjunto de los 20 arrondissements, es una obra de arte colectiva, no destruida por las torres de oficinas o apartamentos que asolan a gran cantidad de ciudades europeas. Y París se salvó de otra gran demolición, propuesta por Le Corbusier en el año 1925 con su Plan Voisin, que implicaba destruir buena parte de los antiguos quartiers; una de sus pocas “mancadas”. Claro que a él no le gustaba la ciudad vieja, como a todos los reformadores de esa época. Él también quiso “limpiarla” y “rectificarla”. Los alemanes tampoco la destruyeron cuando la invadieron durante la Segunda Guerra mundial. Pero también París, como todas las pos-metrópolis contemporáneas, está desterritorializada, esto es, constituye, paradojalmente, con sus mega-suburbios, una ciudad-territorio, una aglomeración cuya métrica ya no es espacial (pues toda la métrica tradicional caducó) donde su desarrollo ya no puede ser programado, con la particularidad de que su “núcleo duro” (los 20 arrondissements, el París intramuros) se convirtió en un parque temático para “consumo turístico” a escala planetaria.
Las ciudades y la pandemia
Es sabido que Brasil tiene una legislación urbana bien avanzada, pero poco y nada aplicada. Reforma Urbana es un término usado para definir un conjunto de políticas públicas y acciones para la readecuación de las ciudades, que tiene por objetivo adaptarlas promoviendo el acceso de todos los sectores sociales a su estructura y servicios. Eso incluye políticas de habitación, movilidad urbana y servicios y espacios públicos, además del proprio uso de la tierra, todo ello relacionado directamente al “derecho a la ciudad”. La pandemia aconteció en un escenario de aumento del desempleo, del hambre y de la violencia (especialmente contra las mujeres y los negros), junto con los desalojos. Lo que hay en las ciudades son siempre problemas. Las luchas contra ese estado de cosas incluyen una multiplicidad de agentes: movimientos sociales, ONGs, entidades profesionales, estudiantes, intelectuales, activistas, el poco de inteligencia que circula en las redes sociales, etc. El afianzamiento de la democracia real no puede prescindir del protagonismo de la participación, que se multiplica en las calles de muchas ciudades y promueve compromiso y ciudadanía. Precisamos valorizar el piso común, la ciudad caminable, contra el desastre de la falta de planeamiento, del devenir urbano aleatorio, articulando con inteligencia lo técnico y lo humano.
Lo Simbólico, lo Imaginario y lo Real
Lo simbólico como lo específico de una cultura; las marcas y las reglas de juego en cada cultura. A veces falta ese simbólico, lo que acentúa lo imaginario. Lo imaginario seria lo que produce la vivencia de lo cotidiano; las rivalidades, sentimiento de identificación o de no identificación. Lo que se va produciendo como resultado de la interacción entre lo individual y lo colectivo. Lo real siendo ese objeto, esos lugares y esos espacios que debemos configurar a partir de introducir modificaciones en lo existente, realizando una amalgama entre lo simbólico y lo imaginario. Como discurso, lo real se transforma en simbólico, en realidad configurada por el lenguaje y este simbólico se expresa en el procesamiento de las percepciones, convertidas en signos y símbolos a través de metáforas y metonimias. Y lo imaginario tiene que ver con la identificación espacial como una forma primitiva, no-lingüística, de pensamiento simbólico. Para un arquitecto, tener noción de estos conceptos nos puede ayudar a reconocer la metáfora (substitución) o la metonimia (desplazamiento) en lo que nos acostumbramos a entender como el simple ser así de las “cosas”, lo “dado”, el “dato”…
Territorios de existencia
Releyendo el Félix Guattari de Caosmosis, en esta época de capitalismo mundial integrado, de poder financiero globalitário, de lo que se trata para enfrentarlo es de la creación de mundos embrionarios, a través de la autonomización de subjetividades y grupalidades, buscando comprender la relación entre deseo y vida social, descongelando el paisaje de los posibles, cultivando los valores que pueden crearlo, para relanzar las dimensiones que hacen de la vida algo digno de ser experimentado, un territorio existencial. Poniendo en juego una lógica de la ambigüedad, de la multiguidad, repleta de causas y efectos múltiples y hasta reactivos. Guattari nos habla de una eco-lógica que implica pensar sus principios y fines; pensar teniendo como objetivo la existencia en vías de, y al mismo tiempo constituirse, definirse y desterritorializarse. Pensar donde no hay razonabilidad, medios términos, justa medida, seguridad, garantía, paraíso… Una ecología que le dé a las situaciones con las cuales somos confrontados, el poder de hacernos pensar, sentir, imaginar y no solo teorizar sobre ellas. Transformando el mundo, y no interpretándolo, forzando nuestro pensamiento, tornándonos susceptibles a las singularidades. Lo que por su vez implica una práctica de la transversalidad, que busca la conexión entre heterogéneos que se mantienen como tal, desencadenando juntos un nuevo proceso y recreándose parcialmente a sí mismos. Una máquina existencial abierta a los enriquecimientos, las variaciones y los contagios, buscando constituir pedazos de territorios para sí. Guattari, con Deleuze, hablan de la necesidad de creación de objetos conceptuales, escogiendo cómo, dónde y con qué componentes del ecosistema entramar relaciones, haciendo esculpir en el cuerpo individual y colectivo nuevos circuitos para los movimientos del deseo … Lo que demanda un esfuerzo suplementario para colocarnos a la altura de lo que nos sucede. La pandemia nos obliga a repensar las relaciones entre lo individual y lo colectivo en el marco de un capitalismo de pillaje que no solo agotó y contaminó las fuentes naturales de recursos, sino que contribuyó para aumentar las escandalosas desigualdades sociales.
Casas
Habitar tiene hoy otro sentido y plantea otras relaciones. La función social del diseño residencial consiste en la posibilidad de pensar los grandes problemas humanos en relación a las problemáticas individuales, considerando las interacciones sociales y su modificación a partir de la pandemia, donde los espacios tanto interiores como exteriores exigen una redefinición y una jerarquización diferente de lo que estábamos habituados. Las transiciones público-privado y exterior-interior adquieren nuevos significados. Pensar las casas (aisladas o agrupadas) de manera integral, exige considerar las condiciones del entorno donde estarán inseridas y de qué manera harán lazo con lo existente, natural o construido, buscando siempre constituir lugares específicos dotados de calidad arquitectónica, ambiental y espacial, atendiendo además a las múltiples demandas surgidas con la pandemia, que tienen que ver tanto con la organización de los espacios interiores como con su relación al exterior. El tema de las casas es de múltiples entradas. Donde intervienen cuestiones económicas, sociales, culturales, climáticas, de lenguaje, técnicas e ideológicas, que tienen que ver con las particularidades de cada época histórica. Casas en terreno urbano, en condominio, en el “campo”, o una casa haciendo parte de un conjunto, formando clusters, “largos”, villages, o del continuum urbano. Una casa contribuyendo a configurar la fachada urbana (núcleo habitacional del “Complexo do Alemão”) o de manera aislada, integrándose a la naturaleza, interactuando con ella (casa de la cascada de Frank Lloyd) por dar apenas dos ejemplos. Nuestro modo de vida es cada vez más una transformación de las estructuras sociales, políticas, religiosas, de la forma de esas relaciones sociales y del topos, un reflejo de la sociedad. Los métodos y materiales utilizados en la construcción actualmente permiten una gran variedad de soluciones. En relación con las casas es necesario hacer hablar a la convención, descontextualizando lo ya sabido y haciéndole adquirir el brillo de la poesía, rescatando una dimensión crítica en el hacerse de la arquitectura. “No solamente nuestros recuerdos, sino también nuestros olvidos están alojados. Nuestro inconsciente está “alojado”. Nuestra alma es una morada. Y al acordarnos de las casas, de los distintos ambientes, aprendemos a “morar” en nosotros mismos. Se ve desde ahora que las imágenes de la casa marchan en dos sentidos: están en nosotros tanto como nosotros estamos en ellas”, de acuerdo con Gaston Bachelard. En la era de la globalización y el infocapitalismo, la relación de las casas con las particularidades regionales fue afectada. Las innovaciones tecnológicas posibilitan y promueven la desaparición de lo local y de los sistemas de acondicionamiento pasivo. A partir de la revolución industrial, los ciclos cada vez más breves de los cambios sociales, económicos y ecológicos han provocado rupturas en la continuidad del desarrollo de los tipos residenciales. Los nuevos patrones globales de vida, que implican una dispersión de la concentración mental, han ido alejando el espacio habitable de las características de su contexto inmediato. Las diferentes duraciones y hábitos de uso de los espacios requieren, como sabemos, una multiplicidad de tipologías adaptables. Las pautas de socialización se han diversificado de modo que las formas de los agrupamientos tradicionales, tales como la familia y las estructuras de parentesco, han perdido su poder de influencia. Paulatinamente se han desarrollado relaciones complejas, cuyo resultado es una diversidad de relaciones y modos de vida que hay que saber interpretar en cada caso. Hoy las casas concentran una cantidad de actividades (habitar, trabajar, recrearse, hacer gimnasia, recibir gente, etc) muchas veces conflictivas entre sí. Poder ecuacionar todas estas actividades demanda una gran atención, un cuidadoso trabajo de enhebrar numerosas variables. La casa constituye la “tercera piel” (la primera es la del cuerpo mismo y la segunda va entendida aquí como una membrana sensible, las telas que lo cubren). La vivienda es el lugar donde bajar las defensas y dar paso a las fantasías y a los sueños. La vivienda soñada es el reflejo de la propia identidad, única, siempre distinta a de los demás, la que debe poder ir adecuándose a mis formas, a mis necesidades, hasta convertirse en un momento de mi historia. Una vivienda es algo en reelaboración permanente. Nace, crece y se transforma. Las casas tienen que cumplir también adecuadamente con el valor simbólico que deben tener las viviendas. Es necesario entender “las palabras y las cosas” (Foucault) de las que están hechas las arquitecturas de la casa. El juego de identidades y diferencias encuentra un lugar privilegiado en la casa, que reúne necesidad y deseo, norma y libertad. Y en la relación del cambio técnico con el cambio social, el protagonismo es incierto. En ese diálogo hay erosión simbólica, y deterioro de la sociabilidad. La idea de casa incluye las dimensiones de símbolo, de mito y de sueños. Vivimos en un momento de la vida colectiva caracterizado por una rebelión difusa contra las elites económicas y una percepción aguda de las desigualdades. El desafío para un arquitecto es mantener el deseo de piezas exclusivas, sin renunciar a prestar mucha atención a lo ordinario, buscando la excelencia cualitativa sin pasar por alto la importancia de lo cuantitativo, pensando casas singulares sin dejar de ocuparse de la vivienda y de la ciudad. Articulando con una tradición viva constituida por lo Moderno, como base de una ética disciplinar que se responsabilice por el sentido de las decisiones. Una casa tiene que ser concebida tanto para el placer visual como para el bienestar de sus habitantes. La sostenibilidad de una edificación tiene relación directa con la forma de manejo de la dinámica de fluidos, relacionados con el tratamiento de la luz y el carácter de las aberturas, configurando interiores barridos por suaves corrientes de aire y amortiguados acústicamente, donde se pueda abrir hueco a la intimidad, reconciliando la humanidad con la naturaleza en una danza de interconexiones. Ecología es un vocablo ligado etimológicamente al hogar, oikos. El compromiso medio-ambiental presupone una redescripción de las relaciones entre técnica y naturaleza. La gente, los usuarios, quieren que los escuchemos, individual, o colectivamente en el caso de edificaciones multifamiliares. Y hay formas específicas de realizar esa escucha. La cuestión es, a través del proyecto, contribuir para mejorar siempre el hábitat. Pensar una casa, o un conjunto de casas, implica un trabajo delicado, una “costura” singular, sea con un contexto urbano o paisajístico-ambiental, buscando un exterior expresivo y un interior intensivo. Y lo que debemos pensar hoy es la Casa Común, la Tierra; una casa que contiene todas las casas.
Pandemia e Infodemia Dos virus igualmente contagiosos: el covid-19 y las noticias falsas
En relación al primero, la necesidad de políticas públicas consistentes y de sistemas de salud para todos. En relación a la infodemia, es decir, la pandemia de “informaciones” (info-falsedades) aluvión masacrante de informaciones-desinformaciones, precisamos de otros “instrumentos”: requiere de sujetos reflexivos capaces de manejar simultáneamente conceptos y “datos”, haciendo lo que Félix Guattari llamó de “ecología mental”, esto es, la descontaminación del pensamiento, que implica aquello que Jacques Derridá indicaba como la necesidad de ir a la “genealogía de los conceptos”, eliminándoles las adherencias ideológicas que fueron adquiriendo con el uso y el abuso. Es decir que, para “pensar”, debemos primero revisar el sentido común como aquello ya dado, “descontaminando” las palabras, especialmente aquellas tomadas sin mucho cuestionamiento. Por ejemplo, las ideas de “desarrollo”, “crecimiento”, “sustentabilidad” … entre otras de uso corriente en nuestras disciplinas. Esto implica la revisión general de los “paradigmas”, ella misma, una palabra “contaminada”… Poner en duda todas las “verdades”, dadas por “seguras”. Lo cual significa que vamos a tener que “reconstruir”; reconstruir lo que? Primero, la confianza en la sociedad y en nosotros mismos … que es una tarea tanto individual cuanto colectiva y que implica esa “ecología existencial” de la que vengo hablando aquí; revisar los comportamientos individuales y colectivos. ¿Qué es un paradigma? Paradigma: lo que se “piensa” antes de pensar. Lo “dado” como indiscutible. La pregunta: ¿dónde podemos “agregar”? en urbanismo o arquitectura es una pregunta que no “piensa”. La cuestión no es agregar sino hacer lo que es necesario, lo que debe ser hecho. Es una cuestión en primer término, ética. El dimensionamiento “moderno” aplicado al espacio urbano y habitacional, parte de una concepción antropométrica del ser humano, pero el espacio es físico tanto cuanto psicológico. No es una cuestión de si “cabe”, sino también de sensación, de percepción, de “afecto”, en el sentido Deleuziano.
Sobre o teleférico do Alemão Reportagem do Jornal Estadão de S.Paulo dia 23/04/2021 ‘Era uma possibilidade mágica observar a vida da comunidade de maneira positiva’
Arquiteto que projetou o Teleférico do Alemão, Jorge Mario Jáuregui critica descaso e destaca a inclusão do morro na paisagem urbana Caio Sartori/RIO Radicado no Rio, o arquiteto argentino Jorge Mario Jáuregui foi o escolhido para projetar o Teleférico do Alemão, que completa dez anos em julho. Anos antes, o então governador Sérgio Cabral (MDB) havia ido a Medellín, na Colômbia, para acompanhar de perto a mudança da cidade que saiu do posto de mais violenta do mundo para o de referência urbanística. Um dos projetos mais emblemáticos na terra do megatraficante Pablo Escobar era justamente um teleférico de 10 quilômetros de extensão. No Alemão, o modal está parado desde 2016. Ao falar do teleférico, o primeiro transporte de massa por cabo da história brasileira, Jáuregui é uma mistura de saudosismo e revolta - pelo sucesso e o abandono do projeto, respectivamente. Lembra com empolgação de como o Complexo do Alemão, antes um lugar a ser escondido, entrou no radar dos turistas e se transformou em parte da cidade. Ao mesmo tempo, e era este o principal intuito, o modal facilitou o deslocamento dos moradores e permitiu uma visão de cima das favelas, de modo que se observava das gôndolas a vida que ali transcorria. “O que mudou radicalmente no período do teleférico funcionando direito foi essa possibilidade das pessoas se movimentarem dentro do seu território com uma nova visão aérea das coisas. Era o complexo visto de cima, onde se andava vendo a vida transcorrendo embaixo, os meninos brincando na rua”, diz. “Era como uma possibilidade mágica observar a vida de uma comunidade de uma maneira positiva, uma percepção da vida em processo. ” Jáuregui sempre pontua o caráter simbólico daquele projeto, que passou a aparecer na vista do Rio ao lado de pontos turísticos como a Igreja da Penha e o Cristo Redentor, dependendo de onde se olhava. O objetivo, explica, era este mesmo: trazer a favela para a paisagem. “Aquilo que estava escondido, que ninguém queria saber, de repente emergiu com dignidade na paisagem. E aí quero comentar a questão da mobilidade, porque um sistema de teleférico tem a ver com o melhor deslocamento das pessoas dentro e para fora do contexto em que estão”, diz. “Implica uma mudança muito subjetiva: passa de um lugar de exclusão para um de conexão. Claro que não há sistema milagroso, mas há um amplo valor simbólico. ” Espécie de carioca-argentino, torcedor do Flamengo e da Mangueira, Jáuregui sempre foi afeito aos projetos de cunho social - já trabalhou, por exemplo, no Favela-Bairro, programa da Prefeitura do Rio criado nos anos 1990. Ao comentar os impactos do Teleférico do Alemão, que vão além da mobilidade em si, ele elenca os mesmos pontos que moradores destacam. “O teleférico implicou no revigoramento do lugar. A população se organizou, criou comércio. Administrado na maior parte do tempo pela SuperVia, que opera os trens metropolitanos do Rio, e depois pelo consórcio Rio Teleféricos, o meio de transporte local parou em outubro de 2016 para uma manutenção. Estaria precisando de uma peça importada. Desde então, nunca mais abriu, e os cabos e extensões ficam em situação mais degradante a cada dia. “É, sem dúvida, um conjunto de coisas (que levou ao fechamento), mas se tiver que dar um fator principal, é o descaso político, o abandono das políticas públicas. Hoje, penso que se trata de revitalizar o sistema, incorporar novas mobilidades”, aponta Jáuregui. “Imagina um carro parado um tempão sem usar. Claro que só pode ter problemas depois. ” Um dos motivos alegados pelas autoridades nos últimos anos é o aumento dos tiroteios no Alemão, que chegou a viver um período - o de funcionamento das UPPs - que parecia indicar um futuro mais pacífico. Para Jáuregui, no entanto, o Estado e a arquitetura não podem abrir mão do seu papel de tentar transformar a realidade. “Se a gente for pensar que não se pode fazer as coisas porque tem tiroteio na cidade, não se pode fazer nada. Eu fazia o projeto, vamos dizer assim, no meio da batalha. Sim, isso existe, mas não impede de trabalhar, de tentar virar as coisas, a realidade”, diz. Persona Es muy interesante revisitar, rever, una película de la década del sesenta tan contundente como “Persona”, de un director tan creativo como Ingmar Bergman. Escrita y dirigida por él. Era un “buscador” permanente, siempre con la cámara “en la mano”. Son innumerables los ángulos desde los cuales podemos “entrarle”. Bergman nunca desistió de su deseo. Que era siempre expandir los límites (como es necesario hacer en la arquitectura). Bergman es un espíritu libre, desafiador, desconfiado y crítico de lo convencional, sea la familia, lo religioso o los valores de la sociedad. Y la primera cosa en Bergman es, siempre una cámara y una dirección muy segura de sí. Y los encuadramientos de Sven Nykvist son pura poesía visual. Tienen autonomía estética. Podría decir que se trata de conceptos visuales. Las imágenes iniciales funcionan en Persona como un prólogo y la dirección es firme, insistente; despiadada en algunos momentos. Tiende al despojamiento, a desnudar las cosas, las relaciones y el individuo. Él no quiere facilitarle nada al “espectador”. Él lo quiere cómplice, partícipe, involucrado. Para él, cine es emoción física, no intelectual. Bergman se mueve con total libertad en todos los sentidos y direcciones. Lo real y lo imaginario se confunden. Es una investigación profunda en la psique. Por eso, algunas veces, las actrices se dirigen directamente a la cámara, al público, por tanto. La escena donde se sobreponen en una misma imagen mitad del rostro de cada una de las dos actrices es muy poderosa. Un “achado” de Bergman. Y el rostro de las actrices es un instrumento de interpretación para él. Bergman utiliza la sobrexposición de manera dramática. La luz es sublime en el manejo del iluminador Sven Nykvist. “Madame Bovary soy yo” decía Flaubert. Y Bergman podría decir, el cine soy yo. Él duda de la capacidad del artista, y del cine, de decir algo importante sobre la realidad. Pero no es indiferente. Aunque nadie es perfecto como persona. Y él tenía muchos defectos, muchas fallas como ser humano. Persona abre más las puertas que lo normal en él. La película, sin colores, transcurre en ambientes áridos. En Persona, y por una vez en la vida, él no sabía lo que hacer inicialmente y por eso les da mucha libertad a las actrices. La historia del personaje es muy simple. La cuestión de construir la vida (de la actriz) basada en la mentira. Bergman inventaba historias, construía ficciones. Utilizaba el silencio y la palabra, al mismo tiempo. Es muy bueno escribir a lápiz, dijo con referencia a sus cuadernos de anotaciones. Entre los dos personajes femeninos, hay una relación particular. Bibi Anderson (Alma) habla todo el tiempo y Liv Ullmann (Elisabeth) se calla, permanece en silencio. Bergman coloca sus propios fantasmas sexuales en boca de una mujer. Bibi trae esa propia condición de lo humano. Alma se entrega a Elisabeth. Después Alma percibe que Elisabeth la usó, la engañó (la escena de la carta en el auto es muy elocuente). Bergman muestra en la tela momentos irremediables, que no podrán mas ser revertidos. Y la escena donde Elisabeth pisa el vidrio es tremendamente violenta. Las imágenes iniciales de la película son desconcertantes. La famosa “interrupción” donde la película se “quiebra”. Hay una simbiosis de clasicismo y modernidad, y una creatividad enorme. Una “chispa” inicial hace nacer la película. Es una explosión de genialidad. Asocia libremente las imágenes. Hay una enorme voluntad experimental en Bergman. Imágenes que dan un nudo en el estómago y que pueden interpretarse como se quiera. Son imágenes significantes, en deslizamiento permanente. Bergman tiene urgencia al filmar. Y la luz es sublime en Nykvist. Las imágenes son exageradas, con una luz que recuerda el sol, una luz cruel. El primer personaje que se mueve en la película es un niño. Estamos en un real, y estamos al mismo tiempo siempre entre realidad y ficción. Los sueños son un material muy importante en Bergman; él busca invertir la relación espectador-creador (director). Nykvist, director de fotografía, le trajo una enorme modernidad a la película. Las actrices no sabían que Bergman superpondría las imágenes de las dos, del rostro de las dos. Los rostros saturan la tela de proyección. Implica un, “aproxímese”. Estar dolorosamente unidos. La película trae la cuestión de la extrañeza con uno mismo, la división, y la imagen de eso queda bien clara en la superposición. Bergman tenía 50 años en la época de la filmación. “Yo hice esta película para mi” dijo él. Persona no es agradable ni fácil. Precisó encontrar la fuerza para hacerla, esforzándose para ir siempre más lejos. Para Bergman no se trata de “entender” una película, sino de tener una emoción física. Por eso es una referencia importante para un arquitecto. El cine fue siempre y continuará siendo, referencia para la arquitectura, el urbanismo y el paisaje. En pleno recrudecimiento de la pandemia, Bergman nos habla de libertad, eso que tenemos que reconquistar. ¿Por qué el mundo se tornó ese lugar de injusticia? Es necesario alcanzar una razón sensible. Pueblos Originários No esperaron por Dios, para ellos siempre estuvo ahí, a través de diferentes manifestaciones, representaciones, que implican diferentes visiones de mundo, de formas de entender lo humano y la relación con la naturaleza. Tenemos que “escuchar”, tratar de entender, siempre mejor, eso, tan “alejado” del mundo actual. Buscar una comprensión con aquello que implica de originario, de anterior a los griegos, que para nosotros occidentales, representa el inicio de toda comprensión, inicio del pensamiento. En Brasil hay varias Naciones dentro de un solo país. Los primeros habitantes de la enorme región llamada Amazonia dejaron sus vestigios, sobre todo pinturas y representaciones tanto en cavernas como en ambientes exteriores con diseños, a gran escala, como formas de humanización del paisaje. De afirmar una presencia. Pero hay vestigios desde hace unos 28.000.000 años, lo que indica que comenzaron a “pintar” aquí, simultáneamente con otros lugares de la tierra. Definieron un tipo especial de relación con la floresta, con el manejo del agua, creando represas para pescar, lo que muestra una inteligencia en la relación con el medio ambiente. Aprendieron a manejarse con relación a los períodos de seca y los períodos de inundaciones en la región. Se distribuyeron por una extensísima área, sin distinciones sociales, sin separar jerarquías. Fue todo un largo tiempo de vida que podemos llamar de harmónica, conectándose a través de enormes distancias no solo para intercambiar objetos sino sobre todo para compartir conocimientos, aprendizados, usos de la naturaleza, especies medicinales, alimentos, rituales, etc. Eso constituye lo que yo entiendo por lo originario. Mucho después vino la ocupación de la región específica llamada marajoara, donde ya aparecieron relaciones jerárquicas y de privilegios para los dirigentes y que se caracteriza por la sofisticación de su cerámica. Los primeros habitantes de lo que se llama pan-amazónia se establecieron desde unos 2500-3000 años atrás con una red de relaciones constituidas por varios centros desparramados por un gran territorio, con un poder central y sin una diferenciación de personas. Eduardo Viveiros de Castro utiliza el término “multinaturalismo” para referirse a esas multiplicidades singulares, lo que implica una idea de la mezcla multiplicando la multiplicidad (deleuzianamente hablando). Hoy, nos interesa la constitución de colectivos no-estatales a través de confederalismos democráticos y municipalismos libertarios, basados en una ecología social (o socio-ambientalismo) como base de nuevas potencias de invención. Combatiendo las dualidades y oposiciones dicotómicas público-privado, cultura-naturaleza, formal-informal, consciente-inconsciente, individual-colectivo, alta cultura-baja cultura, etc. buscando la potencia de común como algo producido, como producción social. Encaminando para un arte de la composición, del establecimiento de relaciones de composición, presentándose a los otros bajo relaciones compositivas. Pensando la ciudad como lo que resulta del encuentro de los cuerpos y los recursos (naturales y productivos) en la producción de lo Común. La ciudad en su doble condición de realidad física y virtual, lo que demanda construir un nuevo marco jurídico que le permita a la comunidad el control de lo común, en un escenario de movilidad urbana, practicando y aprendiendo el arte de autogobernarse. Todo lo cual presupone esa zambullida de la que vengo hablando en este espacio, en la sopa cultural, desde los orígenes hasta ahora. Universidad Las universidades siempre tuvieron y continuarán teniendo, un importante rol social, mucho más allá de lo profesional y de lo técnico. Incluyendo la vida. Promoviendo un visión abierta y amplia de las cosas, del mundo, de nuestro planeta. La universidad da elementos para la práctica profesional, y para la vida. Junto a otras instituciones generadoras y transmisoras de conocimiento, en todas las áreas, humanidades, científica, técnica, etc. La educación no puede ser algo generalizado, en el sentido de masificado, estandarizado. Debe darse mucho énfasis a la formación humanística incentivando la colaboración, la solidaridad y la co-división. Abriendo las mentes (y los corazones, claro) para la percepción de la belleza del conocer. Porque es necesario colocar corazón y mente juntos, en lo que se hace, siempre mejorando el espíritu, los comportamientos, el alma y el corazón. Y precisamos siempre internacionalizar más y más el intercambio de estudiantes universitarios. De ahí la necesidad de pensar y repensar continuamente de manera crítica todo lo que existe, especialmente los valores, los principios que cargamos en nosotros, los que es posible compartir, y los que no. Actuando siempre con independencia de pensamiento, con libertad. Nosotros, los humanos, tenemos limitación para entender el todo, lo global. El contexto que existe en cada determinado lugar que solo se puede aprehender parcialmente. Pero el sentido siempre se está reconfigurando en nosotros. De ahí la necesidad de pensar y repensar continuamente de manera crítica, todo lo que existe, especialmente los valores, los principios que cargamos, lo que es posible compartir, y los que no. Actuando siempre con independencia de pensamiento, con libertad. Las universidades tienen un gran papel en las necesarias transformaciones que deberemos realizar. En esta secuencia de imágenes que coloco a continuación, en el orden cronológico de mis relaciones con ellas, va entonces un homenaje y mi agradecimiento. Están colocadas en la secuencia en que yo tuve (y tengo) mis relaciones, mis vínculos con ellas. Además de considerarlas entre las mejores del mundo. Con Rosario, además de lo afectivo, está lo “productivo”. Cada año, desde hace 10 años, realizamos aquí en Rio un Seminario-Workshop de una semana de duración, donde estudiamos y proponemos soluciones, en cada oportunidad para una favela diferente, de muy diferentes escalas y condiciones de contexto. La facultad de Rosario publica cada año los trabajos realizados durante el Workshop, en libros con muy buena calidad. Hoy, en cada país, a partir de la pandemia, habrá que reactualizar la ley universitaria. Ya era necesario desde antes, y ahora demandado a partir de la enseñanza a distancia que el confinamiento impuso. Pero con mucha atención al hecho de que nada substituye lo presencial. Especialmente en arquitectura y urbanismo. Está claro que la elaboración de los proyectos se resiente mucho de eso. Habrá posibilidad de hacer algo a la distancia, pero reducido al mínimo necesario. La dinámica de Taller requiere lo presencial. Es otra cosa. Tiene que ver con la transmisión. Ahora, durante la pandemia, la Facultad de Arquitectura de Morón está publicando un dialogo mío con Josep Maria Montaner, en un formato pequeño, tipo un librito de bolsillo, que me gusta mucho. Vaya pues mi profundo agradecimiento a ellas. Son, FAPyD-UNR, Rosario, FADU/UBA Buenos Aires, FADU-UdelaR/Montevideo, Escola da Cidade-São Paulo, UM-Buenos Aires, y Harvard University, Graduate School of Design. Boston.
Saturacíon
Hoy verificamos una saturación, un agotamiento de todos los valores derivados de la modernidad, lo que exige una ruptura y deconstrucción, e inmediatamente, una reconstrucción de otra manera. Aunque no se trata de descarte, sino de relectura, re-significación y reorientación. De reorientación y substituciones. Precisamos ir en la dirección de la Arché. Incluyendo las redes, lo comunitario, y el otro. Lo Común. Lo que implica provocar confluencias; contaminación positiva de diferentes elementos, articulados con la cultura cotidiana en lo que tiene de fuente; ahí donde hay una afirmación de la existencia, pudiendo hablarse de una “cultura de los iletrados”, que es siempre origen, germinación. Hoy no se trata más de progresismo y si de progresividad, de recomenzar desde todo lo ya hecho y pensado, revisándolo críticamente. Si lo moderno implicó una verticalidad jerárquica, hoy, después de la experiencia moderna, buscamos una horizontalidad basada en el compartir, enfatizando lo común. Relaciones de comunidad que implican acompañar, volviendo al “horno cultural”, ese calderón donde se mezcla lo originario que forma la referencia de base. Reinterpretar, sumergiéndose en él para después emergir y reorientarse. Precisamos provocar una conjunción de lo arcaico con el desarrollo tecnológico, mediante la puesta en acción de una razón sensible. Un pulmón reflexivo. Estamos en el medio de una vasta mutación de los valores que nutrieron la modernidad. A comenzar por la idea de “racionalidad”, que fue quedando limitada a una cuestión de “cálculo y eficiencia”, y que exige pensar en nuevas formas de abordar lo ingobernable. La idea de progreso, ahora entendido como no más algo lineal. De una condición de trabajo sin pasión, ahora yendo en la dirección de la creación, re- energizando. Y de una reinvención de la educación, de las formas de acceso al conocimiento, implementando otro tipo de relaciones de interacción. Común, comunes, comunal, comunitario… son términos que mantienen una estrecha relación de vecindad con palabras como, simple, mundano y cotidiano. Palabras que confraternizan. Describen espacios ignorados, precarios y femeninos. Los comunes son normalmente identificados como vulnerables, invisibles y hasta despreciables. Por eso es necesario un nuevo régimen de conocimientos donde no nos podemos dar el lujo de despreciar lo experiencial, lo tácito y lo “afectivo”. Precisamos de métricas diferentes porque no medimos lo que valorizamos, valorizamos lo que medimos. Reunir códigos heterogéneos e hibridizantes, hacer collages y mezclar linajes, es uno de los posibles caminos a recorrer. La ética no “abunda” y tendremos que crearla con las manos y no solo con palabras, con más experimentos que discursos, lo que demanda conocimientos sofisticados, no apenas comprobados, sino actualizados. En lo urbano, podemos hablar de dos ciudades, dos partes de la ciudad, dos lógicas. Las partes de la ciudad producidas por el neoliberalismo, de la uniformización global, donde todo tiende a igualarse: a ser pasteurizado, consumo, comportamientos, e inclusive “pensamientos”, resultando hasta difícil hablar de pensamiento en estos contextos de banalización generalizada. Que incluye el consumo de “símbolos de prestigio”, de manera acrítica. Son áreas urbanas con sus apartamentos, comercios y oficinas “diseñados”. La ciudad de los “iguales”, de las “marcas” estandarizadas, de los brands. De los Starbucks, Gucci, etc. Y la otra parte de la ciudad, la de la vida más espontánea de los barrios, menos “planeada” marketiramente, donde las cosas van sucediendo en un tiempo más prolongado, sin tanta urgencia del “retorno inmediato”. La ciudad donde las diferencias pueden encontrar expresión, acogida, absorbiendo variadísimas relaciones y formas de producción, que incluyen múltiples relaciones de trabajo y formas de interacción. En la primera, el “espacio público”, si es que podemos hablar de ello en esos contextos siempre muy “vigilados”, tiende a estar también “sobre diseñado”, muy “intervenido”, excesivo, redundante, desnecesario. En la segunda, que incluye lo “informal”, esa complejidad confusa, esa mezcla indiferenciada, es donde se debe pensar intensamente, abriendo siempre nuevas posibilidades para que lo inesperado pueda “encontrar lugar”, acontecer. Posibilitar el acaso. Pensando los espacios, a todas las escalas, inclusive con un carácter más lúdico, mas convidativo, para todas las edades, buscando siempre la ciudad abierta, inclusivista, estimulante para la convivencia, con bien equilibradas áreas verdes, a escala humana, con espacios tanto para permanecer como para circular, bien “escalados”, posibilitando intinerarios agradables, disponibles para variadísimas posibles “apropiaciones”. Donde se trata tanto de disminuir la necesidad de desplazamientos, como de conseguir una efectividad de conexiones con la estructura urbana general de la ciudad. Y eso no es solo una cuestión de bici sendas, de “bicicletas”. Es preciso utilizar un criterio de diseño urbano que favorezca ciudades amigas de los desconocidos y menos dependientes del automóvil particular, limitándolo, “encuadrándolo”. Para eso precisamos de ciudadanos atentos, sensibles, observadores, comprometidos con la búsqueda de entornos de calidad, a través de la puesta en práctica de actitudes analítico-críticas consistentes. A partir de ahora, debemos entender que el trabajo a distancia, tan a “la moda”, no es una panacea ni mucho menos. Cada vez más “aséptico”, implica relaciones despersonalizadas, con poca interacción (o ninguna), sin “afectos”, que burocratiza la “creación”, al eliminar la duda, disminuyendo el estímulo para la elaboración de opciones, en asas de la “eficiencia”, de “acortar los tiempos de producción de respuestas”, de “resultados”. Todo muy reducido a “pan pan, queso queso”, y “vamos para otra”. En un inmediatismo y primarismo cada vez más letal, aunque esté de moda, con algunos ticks, up to date, siempre camuflado con slogans publicitarios “de impacto”, “especializados”, elaborados por “entendidos”. Estar físicamente en un continente, y trabajar en otro, disponibilizado por la tecnología, eso no debería ser un “ideal”. Se pierde mucho “en el camino”. Claro que hay “modulaciones”, pero un “transplante” de tecnología implica un “vaciamiento”, una pérdida irremediable, o remediable solo a médias. Hemos visto en las últimas décadas el surgimiento de “emprendimientos” en China, en Oriente Medio, en Egipto y en varios otros lugares, constituidos por inmensas cantidades de edificaciones sin sentido. Inclusive en Brasil, México y otros países de la región. Son amontonamientos de construcciones sin ninguna idea de ciudad, por más que algunos de ellos quieran disfrazarse de “ecológicos”. Esto implica un desaprendizado completo de todos los conocimientos en materia urbana que la humanidad acumuló a lo largo de milenios. De ahí lo originario, que no quiere decir volver al origen, sino una manera de operar que destaca una dimensión de lo humano para instaurar nuevas bases. Con el apoyo de la tecnología actual, pero no cegados por ella. Apenas como herramienta, pues los valores vienen siempre de otro lugar. Justamente, del “calderón cultural”. El famoso “apartheid social”, no es el único camino posible. Depende de la mobilización de la inteligencia social existente. Precisamos de um ethos compartido. Queremos una vida “enraizada”. Precisamos de una cultura de la delicadeza y la generosidad. Y de nuevos ensambles estéticos. Las cosas interesantes no son binarias ni dicotómicas. El bien común es una forma de entender las cosas y la vida; bienes comunes son inimaginables mientras no sea posible pensar en su comunidad. Admirar la creatividad colectiva y descubrir a la sabiduría de lo común. Los bienes comunes no son una reliquia del pasado ni un residuo resistente de la modernidad. Los comunes y el bien común son modernos, están entre nosotros y pueden ser productivos. Para ser de los comunes hay que ser empáticos, colaborativos y honestos, y también abiertos al experimentalismo, demostrando capacidad de tomar las decisiones correctas todos los días y entre todos. Cuando el ambiente es hostil, hay que crear las condiciones para la tomada de decisiones ciertas. El bien común debe ser considerado como un laboratorio ciudadano. Enfrentar el problema actual de la reducción de la capacidad de “anticipar”, de “imaginar” los efectos últimos de un modo de hacer. Ampliando las exigencias de comprensión, de las formas de mirar las cosas, expandiendo horizontes, abriendo para nuevas sensibilidades. Sinó nos percibimos como encadenados, acorrentados, atados a una concepción de la vida limitada, tal vez, de la ceguera actual, por imperceptible, no se pueda salir. No es una cuestión de “voluntad”, sino de “pulmón reflexivo”. De dar la gracia de desear más de lo que se puede alcanzar. De dejar el mundo mejor de lo que lo encontramos, re apreciando la belleza de la Tierra, este “planeta azul”.Exposiciones
Participar como convidado de una exposición internacional o nacional es siempre un desafío sobre cómo y qué presentar. ¿Cómo concebir el trabajo para una exposición? Como siempre, y como para cualquier proyecto (una exposición también demanda “un proyecto”) todo comienza a partir de la “lectura de la estructura del lugar y su contexto”, sea él un ambiente exterior (como en Kassel), un ambiente interior como en el MoMA o San Pablo, o lo dos juntos, un objeto exterior y un ambiente interior como en Antuérpia. Uno siempre tiene temas rondando, “en la cabeza”… y el pretexto de una exposición nos obliga a tomar decisiones. Hoy, con esto de la “virtualidad”, las cosas se complejizan más todavía. Como sabemos, una exposición no es tanto para “exhibir” nada, sino para presentar ideas, reflexiones, interpretaciones de cuestiones que nos “afligen”, como sujetos de lo individual que forman parte de un Común… De permitir una inmersión del observador, del fruidor, del “participante, en una atmosfera estético-cultural. Común que significa, con el otro, con los otros, normalmente “pensando desde” alguna megaciudad del planeta. Este “acto de meditación” que es “participar” de una exposición, al mismo tiempo implica una reflexión sobre lo pasado, el presente y el “futuro” (¿hay todavía?) Y como sabemos, para “pensar”, precisamos de “conceptos”… Es en ese sentido que Kassel fue para mí el origen del pensamiento sobre lo que ahora, mucho tiempo después, vengo a caracterizar con el verbo urdimbrizar. Y eso comenzó a suceder en el mismo momento en que Roger Buergel, el curador de la exposición vino a visitarme en mi estudio en Rio y tuvo inicio un diálogo a partir de lo que él me propuso, sobre “exponer el proceso de gestación de una idea proyectual”, en todos los “soportes” que yo utilizo (croquis, escritos, fotografías, plantas de las visitas a cada lugar de proyecto, etc). Fue en ese momento que yo usé por primera vez la palabra urdimbre, que finalmente vino a ser el nombre de mi exposición. Y claro, siempre llevando en cuenta mi trabajo con lo “informal”, con aquello que está en gestación, siempre, entre “otras cosas”, buscando la forma de algo que todavía no la tiene… Y es por ese lado que la arquitectura se emparienta con el arte, con la “figuración” (y con todas las resonancias que tiene esta palabra), con “dar forma”, “tornar visible”, en cualquier soporte…inclusive virtual. Por lo tanto, constituye un momento “vibrante”, empolgante, desafiador… como todo proyecto, independiente del “tema”, de la escala, del “cliente”, del “budget”, etc. Así, fue allá en Kassel, transformada a cada evento en “ciudad del arte” durante los tres meses de la exposición, que yo tuve la oportunidad do pensar este concepto. Hoy, para mí, un verbo útil para pensar ciudad… Elefantes Blancos
Fuerte Apache, en Buenos Aires, es todo un símbolo del fracaso de políticas públicas en urbanismo habitacional. Concebidos en época de ideología de “conjuntos habitacionales”, que devinieron una mala palabra, exigen una reflexión actualizada. Ese conjunto, como muchos otros “mundo afora”, representan un momento histórico donde la conjunción del “modernismo” con el tratamiento “cuantitativista” y simplório de la cuestión urbana y habitacional, dejaron una “mala huella” en las ciudades y no consiguieron manejar bien la “cuestión social”. Hoy representan verdaderos elefantes blancos que es necesario repensar. Están en la gran mayoría de los casos muy deteriorados, física y socialmente y siempre ronda la voluntad de demolerlos, como fue el caso del emblemático “Pruitt Igoe”, de Yamasaki, en St. Louis, que inclusive había ganado un premio del colegio de arquitectos de EUA. Ellos están por todas las ciudades de América del Norte y del Sur, en Europa; y en Rusia, en China y en India los siguen construyendo! Lo que vi en Mumbai, es “de terror” Cuál fue el error principal? Primero su “desconexión” urbana, su absoluta desadecuación al entorno. Pensados como “generadores de urbanidad”, solo sirvieron, en general, salvo excepciones, para constituir problemas que hoy hay que resolver; urbanística, arquitectónica y paisajísticamente, re-entramándolos en la ciudad. Fueron construidos casi siempre en lo que eran áreas periféricas (con bajo costo de terrenos) y hoy quedaron enclavados en barrios con los cuales tienen relaciones problemáticas. Y eso independientemente del diseño arquitectónico, que a veces no fue malo. Hay primero un problema de escala, y junto con eso, la producción de espacios entre las edificaciones (los famosos “bloques”) de difícil apropiación comunitaria. Acorde con la moda del momento (ideología?) las también famosas “calles elevadas”, no funcionaron. Faltó pensar varias cosas, o se las pensó de manera reduccionista, simplista. Influenciados por la “Unité d’habitation” de Marseille (1945), y por los edificios del Robin Hood Garden (1972) de Alison y Peter Smithson en Londres, las tales calles elevadas no funcionaron. Les faltó diversidad, vitalidad, “razón de ser”, multifuncionalidad, complejidad y adecuación social. Y no hay “diseño” que resuelva eso. Calles elevadas que no llevaban a ningún lugar. No podían “dar cierto”, por mejor diseñadas que estuvieran, como las de Corbu, mismo que su design sea primoroso, del edificio entero a las unidades y las partes comunes. Con todo, algunos consiguieron transformarse en una referencia paisajística y de experimentación socio-espacial, como es el caso del conjunto Pedregulho en Rio de Janeiro. Inclusive en Alemana, en Berlín, los bloques hoy bien restaurados y con sus áreas verdes bien tratadas, paisajísticamente no hacen “mal papel” en la ciudad. Pero continúan estigmatizados. En otros casos, como en Georgia, en la ex república socialista soviética, son un verdadero cementerio de elefantes blancos totalmente degradados, que obviamente la especulación inmobiliaria quiere detonar para “renovar el área”. Y son unas cantidades edificadas enormes y desoladoras. Haciendo un paréntesis, lo mismo pasa hoy con las “casitas” construidas a millares en Ciudad de Méjico y Guadalajara por ejemplo, aunque eso se repite en la mayoría de las ciudades latinoamericanas. Fracaso claro de políticas públicas “habitacionales”, inconsistentes. Un desperdicio de esfuerzos y dinero, con consecuencias nefastas para los que son obligados (por falta de alternativas) a “vivir” allí. Con todo, en una gran cantidad de casos es posible “tratar” este problema (este “abacaxi”, como se dice en Brasil). Bloques o casias enfileradas “a lo militar”, para los sectores populares, constituyen hoy en día un reto urbanístico, arquitectónico, paisajístico y social. En ese sentido, la pandemia es también una oportunidad para “moverse”. Moverse del “hábito de pensamiento” de cómo enfrentar esta cuestión. El diván y el arquitecto
Frecuentar el diván (psicoanalítico, claro) es algo muy recomendable para todos, incluidos los arquitectos, y hoy, algo muy accesible económicamente. Porqué recomendable, porque no bastan las conversaciones con amigos o conocidos, para tratar de los problemas y las cuestiones que nos afligen. Es necesaria una “escucha” específica, “neutra”, capaz de puntualizar los “actos fallos”, lo no tan evidente de los “síntomas”. Y esa escucha puede ayudarnos en nuestra tarea de interpretación de las demandas, por parte de nuestros “clientes” (como sabemos, siempre unos in-pacientes). Esto tiene que ver con la cuestión de que, “lo que se pide” en una demanda proyectual, lleva siempre consigo una parte latente, “no enunciada”, pero que aparece en el intercambio (“transferencia”) arquitecto-cliente, individual o colectivo y para la cual es conveniente estar atentos. Yo ya llevo muchos años de escucha de demandas proyectuales, públicas y privadas, esto es, de parte de esferas de gobierno, o de la “iniciativa privada”, e inclusive (y especialmente) comunitaria, y en todas las circunstancias, las relaciones no son nunca simples, demandando siempre, una paciencia rara para “despertar el espíritu”. Proyectar, como sabemos, implica siempre el arte de identificar lo incomun en las apariencias mas habituales. Hay divanes muy bonitos, muy “diseñados”, inclusive. Pero aquí no se trata de eso, de una elección estética, sino de alguien con la capacidad, la profesionalidad y el “distanciamiento” necesario capaz de colocarlo en la posición de “escucha analítica”, que solo un psicoanalista está en condiciones de hacer. Y esto todo para dejarnos más “alertas” y más “sueltos” en nuestra propia relación con nuestros clientes, y poder construir las transferencias necesarias para la realización de un proyecto, de cualquier tipo y escala. A las dimensiones mensurables, “cuantificables”, de una demanda de proyecto, es necesario adicionarle la capacidad de escuchar el enunciador subjetivo que opera en cada caso, y para lo cual es necesario “estar abiertos”. Un proyecto es siempre una oportunidad de que “algo surja” de ese encuentro de inconscientes (del arquitecto y del cliente, individual o colectivo) dejando una puerta abierta para un “encuentro”, un “espacio” a ser llenado, sin la ansiedad de responder a todo inmediatamente. Hay siempre un “a posteriori” que hay que dejar operar. Después de cada encuentro, no se trata solo de “sacar conclusiones”, sino de dejar la acción del tiempo (lo no mensurable) hacer su trabajo, operar su procesamiento “lento”. Las cosas van apareciendo, “atando cabos”, siempre después de un cierto tiempo transcurrido (no necesariamente cronológico). En ese procesamiento hay aceleraciones y desaceleraciones, hiatos … que producen efectos … Por eso no se trata de “conseguí convencerlo (s)” sino de estar uno mismo convencido de que consideramos lo dicho, y lo que quedó latente, en todas sus implicaciones y consecuencias. Dejarse “contaminar” por estas cuestiones, puede tener efectos insospechados a largo plazo. Dejarnos más “atravesables” por otras cuestiones relativas a la demanda de proyecto y no tan “evidentes” en un primer momento, pero que de cualquier manera “actúan” … Dejarnos más alertados sobre eso puede ser una buena oportunidad proyectual, todavía más a partir del confinamiento y todo lo que vino a quedar en evidencia. Entre lo dicho y lo no-dicho, hay un buen “espacio” … una “abertura” para la creación … donde el acaso juega también un importante papel. Es siempre la búsqueda de una colaboración entre ese imprevisible, el acaso, con el estudio y la destreza, conservando el sentimiento mágico de lo desconocido. (“por acaso”, yo tengo un diván en el estudio. Claro que solo para mí …) Urdimbrizar …
Propongo este verbo, urdimbrizar, para referirnos al trabajo de “costura urbana”, a todas las escalas de lo sócio-espacial. Concepto que vengo usando (y aplicando) al proyecto urbanístico desde hace ya varios años, en variados contextos y países, en las cuatro escalas del urbanismo (pequeña, media, grande y territorial). Un concepto específico para pensar y actuar en el conjunto de la urbe, tanto en sus partes formales como “informales”. Designa una forma de entender “la trama” urbana, producida por acumulación y sobreposición de sucesivas intervenciones a lo largo del tiempo. Una territorialidad viva, activa, imbricada, siempre en transformación. En devenir permanente. Exige saber “leer” y conectarse a algo que ya está ahí, tanto como la necesidad de “re-entramar” con lo nuevo. Representa un “estado de liñas”, de conectividades, y se emparenta con los conceptos de rizoma y de espacio estriado, de Deleuze. Implica disponer cautelosamente un determinado trazado. Creando una urdidura; reestructurando cuidadosamente el conjunto de “vías” peatonales y vehiculares; “entramando” el espacio público en sus inagotables posibilidades… Específicamente, en el organismo vivo que son las favelas, es necesario proponer (y materializar) cosas “extra-ordinarias”. Cosas que pueden (y deben) ser puestas en movimiento a través de los poderosos medios de la improvisación proyectual. Es una cuestión de re-imaginar, las relaciones entre la (s) subjetividad (es) y el mundo. Que incluye la estética de lo informal relacionada a lo urbano, incorporando una miríada de sensibilidades a través de la crítica (hoy más necesaria que nunca) de visiones de mundo neutralizadas. Lo que exige aproximar “escucha”, de “mirada”; “análisis”, de “interpretación”. Saber leer un lugar y su contexto. Urdimbrizar, hacer urdimbre, tejer ciudad… Inclusive en la megaciudad, que es de naturaleza diferente, pero que incluye la ciudad. Horizontal …
La linea orizzontale si estende sulla materia … dice la estrofa de una canción italiana, y ella va a ser el comienzo de mis reflexiones de hoy. La horizontal que, en lo urbano, remite a la extensión, a la continuidad de las edificaciones en la ciudad. Y eso tanto en una ciudad plana como Buenos Aires; o como en Lisboa, una ciudad “ondulante”, con sus bellísimos tejados anaranjados, “extendida sobre los morros” (o las 7 colinas) como ellos también la llaman (un “poquito” influenciados por Roma, claro). Pero quiero comentar esta otra horizontalidad (de Rio) que ilustra este texto. Es una “horizontalidad sinuosa”, diríamos, siempre con la vista de los morros por encima de las construcciones, aunque lo que quiero destacar aquí, es esta “repetición desigual” que podemos apreciar en la imagen, donde diferentes alturas y configuraciones de las edificaciones hacen a la riqueza de esa horizontal accidentada que caracteriza este fragmento de ciudad. Mostrando un resultado, en este caso aleatorio, apenas consecuencia de sucesivas intervenciones (agregados) a lo largo de un determinado período de tiempo. Pero que puede indicar un camino para intervenciones de escala urbana, si se lo sabe interpretar y resignificar. Y vemos como este fragmento urbano está constituido tanto por edificaciones muy “chiquitas y apretadas”, como por edificaciones voluminosas, pero en su conjunto, manteniendo el interés y formando parte del paisaje, haciéndolo no monótono, digno de ser contemplado. Podemos ver incluidas en la vista paisajística general, cómo la mayoría de las edificaciones asume esa horizontal como leitmotiv principal del diseño de cada edificio, apenas contrapunteada por pocos edificios de impronta vertical. Y todos, absolutamente, siendo edificios residenciales. Incluyendo la favela que se ve en lo alto de la imagen, a la izquierda, que, como todas, tiene una implantación topográfica y participa de la configuración de este paisaje, inclusive con destaque. Un buen pre-texto para estimularnos a “pensar ciudad”. Sobre los límites del “conocimiento” ...
Preciado se refiere especialmente al cambio profundo en las tecnologías de producción y control de la privacidad, y al autoritarismo digital, en el marco de lo cual cada persona puede tener un papel transformador, desde que lo asuma como tarea. La modificación de que él habla, se refiere a los cambios en las tecnologías que afectan la producción de subjetividad y el régimen de elaboración de conocimientos en el presente. Y habla de esa farmacopornografia, que ilustra con la digitalización del trabajo, donde hoy aparecemos representados en nuestros espacios privados (entrando inclusive en las habitaciones como hacía la mirada pornográfica anteriormente) lo que diluye la división tradicional entre público y privado. Esta es una reflexión que nos interesa especialmente para repensar tanto “la casa”, lo habitacional, cuanto lo urbano. En estos dos ámbitos, las consecuencias de todo lo inducido por el confinamiento, tiene grandes implicaciones cuyas consecuencias apenas comienzan a manifestarse, a tornarse “visibles” … Todo esto afecta completamente el “régimen de conocimientos”, nuestra infraestructura epistemológica, y muestra los límites de las ideas de “democracia” y “racionalidad” que fundamentaran el pensamiento occidental hasta nuestros días, de acuerdo con Jacques Rancière. La exigencia de repensarlas, junto con la de “universalismo tecnológico”. Lo cual se relaciona a su vez con el concepto de multinaturalismo (la mezcla multiplicando la multiplicidad) formulado por Eduardo Viveiros de Castro y lo que plantea Yuk Hui sobre la tecnodiversidad (entendimiento de la tecnología como resultante de conocimientos y contextos locales variados) que demandan elaborar formas de pensar capaces de permitir la superación de los impases políticos, sociales y ecológicos actuales. Al mismo tiempo en que las enormes desigualdades sociales en la gran mayoría de los países se tornan inadmisibles, la crisis ecológica y política producida por el capitalismo tecno científico nos llevó a este impase. Así, no es de globalización que se trata sino de mondialité, de aprender con el contexto local. Es el arte de aprender a partir de las diferencias, de aprehender de formas diferentes; de mostrar que existen otras posibilidades, capaces de constituir nuevas potencias de invención, en especial, de reinvención de nuestras prácticas. En este contexto, conviene recordar lo que dice Umberto Galimberti sobre la técnica: la técnica no tiende a un objetivo, no promueve un sentido, no abre el escenario de la salvación, no redime, no revela la verdad: la técnica funciona. Y debido a que su funcionamiento se vuelve planetario, es necesario revisar los conceptos de individuo, identidad, libertad, salvación, verdad, objetivo, conciencia, así como los de naturaleza, ética, política, religión, historia, de los que se nutrió. La era humanista está ahora, en la era de la tecnología, para ser reconsiderada o refundada desde la raíz. Claro que tomando todo esto solo como pre-textos para pensar… se trata solo de eso, pensar… y hacer… para transformar (positivamente, claro) la “realidad’ … Perímetro de vida
Ya que mi nuevo libro a ser lanzado en los próximos meses, toma Rio como punto de referencia para la reflexión sobre lo socio-espacial-ambiental en el siglo XXI, hoy voy a comentar sobre lo que podemos pensar a partir de esta idea de ‘’perímetro de vida’’… Un concepto nos permite reflexionar, a partir de las asociaciones que podemos realizar después de escuchar sus “resonancias” … ¿Que resuena por ejemplo a partir de él, en relación con las megaciudades y la constatación de su partición? Decimos por ejemplo que Rio (como la mayoría de las megaciudades) es una ciudad partida, dividida. Partida entre integrados y desconectados del disfrute de los beneficios de la urbanidad. El Rio de la ‘’zona sul’’, y el resto. La zona sur pudiendo ser asociada a esa idea de ‘’perímetro de vida’’, y el resto de la ciudad (zona norte, zona oeste, Baixada Fluminense) como siendo el locus de las ‘’balas perdidas’’. Y el hecho de ser el lugar donde ‘’se pierden las balas’’, indicando claramente, que no estamos en un perímetro de vida. Que la vida en esos sectores de la ciudad, sigue ‘’otras reglas’’, otras lógicas. ¿El urbanismo, la arquitectura y el ‘’paisaje’’ tienen algo que hacer en relación con eso? Claro que sí. ¿De qué manera? Introduciendo cualidad en esas 3 dimensiones de lo urbano. La ciudad, las edificaciones y la configuración de un paisaje, donde el diseño y las intenciones para las cuales apunta, cumplen un papel central. O sea, se trata de ampliar los perímetros de vida… hasta incluir a todos los habitantes… Y la ciudad (área metropolitana y periferias) entendida aquí en su doble condición de realidad física y virtual, la potencia de común que ella implica, que incluye el carácter público (o sea comunitario y colectivo) de todos los espacios, equipamientos y servicios. Lo que finalmente nos lleva a la cuestión ético-política que implica constituir lo común como esfera pública, mediante la necesaria abertura hacia la emergencia de nuevas sensibilidades y percepciones… Sobre “la huella” ...
Desde hace algunas décadas, se viene hablando de la huella ecológica, en el sentido de buscar compatibilizar la ocupación y el uso del territorio, de manera menos predatoria. Tomando como referencia ejemplos históricos sostenibles y tratando de reorientar las actuales practicas socio-espaciales a partir de otros parámetros, que no aquellos impuestos por una concepción de “beneficio inmediato” (el inmediatismo) sin considerar las consecuencias de las decisiones en el largo plazo. Nuevos conceptos, nuevas tecnologías y una nueva consciencia (apenas naciente y no consolidada, es cierto) pueden ayudar a cambiar los abordajes de las cuestiones relativas al medio ambiente, la sociedad y la economía, vistos de manera interrelacionada. Huellas, “pisadas”, rastros, secuelas, destrucción de equilibrios siempre frágiles, tomada de decisiones irresponsables, las malas políticas, ceguera, negligencia, malos hábitos no suficientemente cuestionados, enormes daños ambientales, el turismo, la indiferencia, el uso ecocida de la tecnología, políticas económicas insostenibles, gigantescas “ciudades”, entre otros factores, precisan ser enfrentados. Lo que, finalmente, tiene que ver con ecología existencial, a lo cual me vengo refiriendo a lo largo de estas reflexiones. Obviamente, todo ello implica una relación estrecha entre lo macro y lo micro, entre conductas individuales y colectivas. Y entre lo público y lo privado, cuyos límites están cada vez mas “diluídos”. Pero no se trata solo de “cálculos”, ha/cap/año, etc, sino de qué se hace con la gran cantidad de informaciones disponibles. Si, está bien. Es mejor tener los datos que no tenerlos. Pero como vemos, no es suficiente. Es de “otra cosa” que se precisa… de la capacidad para movilizar las consciencias … individuales y colectivas … Promovamos la concientización, que como vimos con la pandemia, precisa tanto de información confiable como de capacidad para imponer restricciones a los más “cabezas duras”… La razón no está ni “en la foresta”, ni “en la ciudad”, ni tampoco en el “suburbio”, claro. Hay que buscarla en el entre. Hay que “naturalizar” la ciudad y resignificar “la naturaleza” … Es la huella en la materia, en el territorio, en la biosfera, junto con la huella en la consciencia, y, como sabemos, en el inconsciente (donde está bien encubierta …) Sin eso, los “big data” son de poca ayuda. Cosa grosa, ¿no? ¡¿NO?! Socráticamente (o Galeamente) se trata de siempre más y más preguntas, más de que “respuestas” … de “informaciones” … Concebir ...
El saber hacer no existe sin el saber de ese hacer y el hacer de ese saber que lo piensa. El encuentro entre practicantes que parten de la teoría y teóricos que parten de la experiencia, de realizaciones, comparte las incertezas y cuestionamientos, junto con las audacias y las ambiciones. Un deslizamiento perpetuo entre “lo concreto”, y aquello a lo que se aspira, a través de una dinámica vital. Un auto movimiento del yo, individual o colectivo, donde la ambiencia creada por la arquitectura implique siempre al otro. Lo que incluye chance y riesgo, la responsabilidad de la existencia, ofreciendo un lugar de existencia. Por eso nosotros, arquitectos-urbanistas, no debemos dejar atraparnos por las trampas del poder de los medios, sino apegarnos a la finalidad de nuestras acciones. Así, debemos reinvertir la dimensión colectiva del proyecto arquitectural y urbano, en la dirección del ciudadano, teniendo como bases lo proprio y lo en-común. Intervenir, pensando, y pensar, actuando. Con esta gran frenada impuesta por la pandemia, la cuestión es repensar todo. De las prácticas a las teorías, y viceversa. Especialmente para nosotros, las prácticas del espacio. Como dicen los filósofos, es necesario concentrarse en lo que no se sabe. En este 2021, eso es de primordial importancia. Perfil Urbano paisaje de construcciones y naturaleza
El skyline de Rio de Janeiro desde la ventana de mi biblioteca en Urca, con los primeros rayos de sol, mientras “pienso ciudad”… El acto de pensar la ciudad, lo urbano, como el esfuerzo de un aprehender-afectivo de lo común, en la dirección de articular las dimensiones individuales y colectivas buscando expandir la potencia de actuar y de reflexionar. Ciudad entendida al mismo tiempo como producto y como depositaria de ese común. Y sabemos que la cuestión ni es solo pensar, ni es solo hacer. Sino pensar para qué se va a hacer… El primer plano de casas, y después la Bahia de Botafogo, el “pelouse” bajo la masa de edificaciones, el movimiento sinuoso de la horizontal con volumetrías variadas y algunas torres emergiendo, y el perfil de los morros y del Cristo (entre las nubes) por trás. En la escala macro, las edificaciones actuando como “zócalo” de la naturaleza. Toda una referencia para un urbanismo del siglo XXI, en la “quietud” de este paisaje en enero de 2021 … La economia, la sociedad, las megaciudades y Charles
Algunos economistas “cabeza”, decían en 2018 que la economía precisava de Darwin, pues el mainstream estaba basado en un abordaje estático derivado de la física teórica, y que la biología evolutiva debía asumir ese lugar, ya que para la física cualquier estado inicial es compatible con un gran número de desarrollos evolutivos. Hete aquí que, la combinación de comportamientos en constante mudanza, nuevas tecnologías y eventos inesperados, nos condujo a este momentum collective. Para un sistema ecológico, como sabemos, la diversidad es el camino más seguro, a largo plazo. ¿Pero quién planea hoy a largo plazo? ¡Ni siquiera al corto! La lógica del “yo quiero todo y lo quiero ahora”, viene dominando el “conjunto social” desde hace tiempo. Los economistas continúan actuando de manera exigente a corto plazo, pero desatentos a largo plazo. ¿Y en relación con las megaciudades? Bueno, “veamos”. ¿Ustedes le dieron una mirada a Chongqing, una de las mayores ciudades del mundo? Es interesante ver como los chinos, hoy tan “evolucionados”, tan 5G, copian el “modelo” N.Y. y lo copian mal. Ustedes vieron lo que es el Centro de Chongqing? (no hace ni falta ir, lo ven en el google, claro). N.Y. tiene las 340 ha del Central Park en el medio de Manhattan, y Chongqing? ¿Qué tiene en el “centro”? porque aquel espacio alrededor de la Casa del Pueblo, no parece ser un lugar muy convidativo, ¿no? Se olvidaron de copiar el parque, lo que, de alguna manera, convengamos, hubiera mejorado un poquito “el cuadro” … Pero claro que el problema no es solo Chongqing. Qué son también Jeddah, Abu Dabi, etc, ¿las “nuevas ciudades”? Un síntoma ruin, ¿no? De una “socioeconomia” que se olvidó de un “detalle”, la gente, que no es lo mismo que “consumidores”, ¿no? ¿Será que Charles hubiera podido “imaginar” eso? ¿Cómo vincularía todo esto con su teoría “evolutiva”?... o seria en este caso, más bien, involutiva? Creo que hoy dudaría, viendo este panorama …La “torre” …
Toda torre aspira a eso, a ser una “aguja” penetrando las nubes, a “estar en las nubes”. Y de esta forma, para los privilegiados, esta es una manera de escapar del mundanal ruido, escapar de la realidad y vivir (o trabajar) en las nubes… Si, por un lado, eso, en sentido estricto, no es deleznable, el problema de estos bichos es cuando llegan al suelo, su configuración de la base. De cómo se “enraízan”, de cómo organizan el “basement”. Generalmente, un desastre urbano completo. Ninguna relación con el entorno; interrupción de la trama urbana. Autismo total. Concebidas obedeciendo apenas al interés del inversor y no a los de la ciudad, a los del ciudadano. Generalmente constituyen bunkers a los que no se llega caminando. Ellas no crean vínculos con el entorno, con la ciudad. Apenas le roban urbanidad para beneficio propio, no para contribuir a hacer urdimbre, a enlazarse. Están siempre desconectadas. No generan nada. Porque obedecen a una sola lógica, la del capital. Dejando fuera de consideración un enorme abanico de cuestiones que ni siquiera entran en sus “análisis”. Entonces, el problema no es hacer torres muy altas en la ciudad, que no es ningún problema. El verdadero problema es conciliar el interés privado con el interés público. Y la respuesta es: generalmente, no lo concilian. Es apenas simplemente la imposición del interés privado al interés colectivo. Y todo esto, independientemente del diseño, de cuan ingeniosa, de cuan “chistosa” sea la propuesta, cuan “creativa” y “fundamentada”. Porque, como sabemos, los honorarios pagos para hacer esos proyectos permiten convocar a todo tipo de “especialistas”, de “consultores”, desde los economistas, los “experts” del mercado, los calculistas “de prestigio”, asesores de todo tipo (especialmente los que van a tener que defender los “estudios de impacto”) y, obviamente, políticos que quieren “aparecer” asociando su imagen al “progreso”, a la “innovación”. En este mundo ridículo, donde una gran parte de la población no tiene ni saneamiento básico, otros se preocupan con la competición por las alturas … Este escárnio. Y hablando de competición, no podemos evitar pensar en esta otra competición no menos ridícula (y trágica) que está ocurriendo en este momento con el curro de las vacunas. Que implica una disputa política, ideológica, económica y tecnológica, a costas de la población, que finalmente es la que va a pagar el pato. Entonces, en ese contexto, voy a tratar hoy de las torres. Las torres como marcas, como brands, se tornaron protagonistas en la competición entre ciudades. Quién construye la más alta, la más fotogénica y la más “prestigiosa”. Todo pura banalidad, claro. Futilidad. Eso no le mejora la vida al ciudadano, apenas al grupo que hace el negocio, económico y político. Pero comencemos desde el inicio. Históricamente, la línea horizontal y la línea vertical fueron dos componentes de la construcción de ciudad. La primera remitiendo a la extensión y la segunda a la elevación; extensión del habitar sobre la tierra, compuesto en lo urbano dominantemente por las áreas residenciales, y elevación hacia lo espiritual como manifestación de poder y de destreza técnica y artística, de la cual, por ejemplo, las catedrales y las mezquitas son testimonios. Contemporáneamente, las altas torres residenciales y de oficinas manifiestan sobre todo el poder del capital y de la técnica, y la enorme desigualdad de nuestras sociedades, donde algunos pueden “tocar el cielo”. En una ciudad como Ouro Preto por ejemplo, las torres de las iglesias “balizan” lo que podríamos definir como lo urbano, permitiendo al peatón localizarse en cada momento, donde está situado en cada punto de la ciudad, actuando como mojones. Mientras las ciudades tuvieron una dimensión controlable, la vertical de los edificios singulares contrapunteada con la horizontal de las construcciones residenciales, fue una forma armónica de hacer ciudad. En lo urbano, la torre puede ser interpretada también como lo relativo a la unidad, a lo singular, mientras que la extensión horizontal de la masa de construcciones, está referida a la multiplicidad, a la diversidad. Hoy, perdida toda noción de límite en las megaciudades contemporáneas, el aparecimiento casuístico de las torres en el magma de lo urbano ya no remite a ninguna idea de armonía. Ellas espejan más la deriva de la dispersión en función del capital especulativo, que, erráticamente, va siempre devorando territorio en un derrame sin límites. El aparecimiento aleatorio de las torres hoy en el tejido urbano, ya no transmite ninguna idea de ciudad compacta, conectiva y armónica. Si, por ejemplo, en New York, el Chrysler Building y el Empire State (en el contexto del resto de edificaciones altas pero menores) tenía algún significado, hoy han quedado subsumidas en una coreografía disonante. Y lo mismo vale para Rio de Janeiro, San Pablo o Buenos Aires. Si Rio tiene el edificio A Noite, San Pablo los edificios Italia y también el Copan (con su verticalidad sinuosa), y Buenos Aires el edificio Kavanagh, ellos no expresan más el carácter de la ciudad. Y eso sin hablar de la ridícula competición de los países del petróleo para ver “quien la tiene más alta”, y ni siquiera merece comentario, el “falicismo” de esta cuestión … Actualmente, el uso de la vertical y de la horizontal como elementos compositivos, impone el desafío de construir nuevos significados, nuevos sentidos. Una posibilidad de buscar esos nuevos sentidos, acorde con entornos específicos, pasa en buena medida por la capacidad de realizar la lectura de la estructura del lugar donde somos solicitados a intervenir, buscando interpretar las fuerzas que lo atraviesan y traducirlas en estructuraciones complejas, de carácter topológico, permitiendo anudar las partes que flotan en ese vacío de sentido. Gran desafío actual, que implica no solo capacidad de diseño, sino de ir en la dirección de eso que Lacan llamó, “alcanzar, en su horizonte, el espíritu de la época”. Válido no solo para la arquitectura y el urbanismo, sino también para el arte contemporáneo. Es en ese sentido que yo vengo hablando de la necesidad de hacer estallar el pensamiento, coincidiendo con lo que el filósofo italiano Umberto Galimberti llama de ampliación psíquica, esto es, aumento de nuestra capacidad de comprensión, en todos los órdenes de la reflexión. Y de la acción, claro.Biosfera Esfera de la vida. Camada del globo terrestre con las condiciones ambientales
Se a biosfera for destruída, será por pessoas simpáticas, bem-intencionadas e cosmopolitas, que aceitam o argumento a favor do corte das emissões, mas que não mudarão minimamente a maneira como vivem (The Guardian). Complexe d’Oedipe et Complexe de Manguinhos
L´existence d’énormes espaces dans nos villes dans lesquels les habitants sont exclus au profit de l’urbanité, affecte tout le monde. Nous savons que lorsque nous essayons d’exclure de nous-même quelque chose que nous voulons expulser, cela fini toujours par revenir. Ce sont les conséquences de l’exclusion et l’expulsion de parties de nous-même. Les psychanalystes disent que l’amour et la haine font parties de l’être humain, et que de ce mélange peuvent résulter à la fois les choses les plus étranges et les choses les plus sublime: des oeuvres d’art magnifiques, et des crimes hideux. C’est ici qu’apparaît le complexe d’Oedipe. Oedipe sert à faire obstacle, à intercepter et re-diriger les forces puissantes d’amour et de haine qui nous font avancer. Le complexe d’Oedipe agit comme une structure d’interdiction qui nous met tous dans la même condition, en raison de notre « incompletitude » et de notre mortalité. À partir du recyclage des déchets, d’une politique de reforestation general de la ville et du territoire, et la création de conditions pour générer du travail et des revenus, la question est toujours la même: la réinsertion de l’humanité en nous à travers la reconnaissance de l’autre. En Manguinhos, l’intervention par le projet provoque changements significatifs dans le lieu et le contexte, à travers la création d’un nouvel espace de connection (Rambla) articulant des équipements sociaux (Centre Civique dont des école, bibliothèque, des bureaux d’appui juridique, la Maison de la femme, et des espaces publiques) avec la nouvelle Station de train. Au sein de la ville et la société divisées, l’espace public fonctionne comme le facteur numéro un de la régénération socio-spatiale. Dans ce contexte, les projet de design urbain doivent considérer simultanément les aspects physiques (infrastructures, urbaines et environnementales), les conditions sociales (qui incluent les aspects culturels, économiques et existentiels), les problèmes écologiques (les ecologies mentales, sociales et environnementales) et la sécurité des citoyens (en rapport avec la protection du territoire social). « Le façonnement de la ville » signifie la possibilité de re-créer à travers les interventions socio-spatiales, le sens de l’appartenance, et la ré-inscription des identités. En nous re-découvrant nous-même en tant que voisins, nous pouvons aussi découvrir de nouveaux moyens de générer des articulations dans la ville contemporaine. L’environnement doit être humainisé, destiné ‘a tous les êtres vivants, et la complexité de l’humaine, et contenir tous les complexes: du complexe oedipien au complexe de Manguinhos. Accéléré par la pandémie (2020 en travelling), a partir de 2021, il y aura sûrement de nombreux “complexes” à traiter … Tensiones
Las primeras impresiones son importantes, pero es necesario no quedarse solo en ellas. El mundo y las gentes son complejos. Todo depende de numerosas variables locales. Es necesario estudiar en profundidad las especificidades de cada caso y de cada circunstancia proyectual. No hay soluciones uniformes para realidades diferentes. Estudios sobre redes complejas y sistemas dinámicos no lineales pueden ser necesarios en el campo de lo urbano, dependiendo de la escala y abarcamiento de que nos estemos ocupando en cada proyecto. Vimos durante la pandemia todo tipo de nuevos conflictos surgidos en el ámbito del uso de los espacios tanto públicos como privados, para los cuales a partir de ahora deberemos elaborar las respuestas adecuadas.Urbanistica dell’informale
L’economia informale si sta convertendo in un’impronta del nuovo millennio in tutti i continenti, con le sue innumerevoli variabili. Nello stesso momento in cui si dispone di mezzi tecnologici altamente sofisticati per manipolare informazioni ed immagini, non si riesce a garantire acqua, infrastrutture, alimenti o lavoro per una smisurata parte di popolazione. Questa situazione scaturisce dall’applicazione di modelli economici di “sviluppo” che non perseguono il bene comune. Uno degli aspetti fondamentali dovrebbe consistere nell’offrire abitazioni a gruppi socialmente più deboli, quelli con cui non si possono ottenere “lucri”. Per questo motivo il processo denominato “urbanistica dell’informale”nel contesto in cui qui stiamo trattando, finisce per costituire l’elemento dominante nella produzione di città in Latinoamerica. Il fenomeno è caratterizzato, quasi sempre, sia da un occupazione indiscriminata del suolo, inadeguante condizioni di accessibilità, inesistenza di titoli di proprietà, mancanza di infrastruttura, attrezzature e servizi, sia da diversi gradi di precarietà degli edifici. Ma allo stesso tempo c’è un alto livello di partecipazione della comunità, dove un’intensa e ricca interazione tra azione umane e condizioni spaziali garantiscono un modo originale di munirsi di servizi e infrastrutture a posteriori, utilizzando incluso la strada come estensione di spazio privato. Così, lo spazio che ne risulta dai processi di ocupazione “informale” è sempre in riconfigurazione. Suddivisione del suolo, usi, infrastuttura e relazione pubblico-privato presentano un alto livello di adattabilità. In questo contesto gli edifici progettati sono segni visibili di una nuova “aura” del luogo e rappresentano la conquista del diritto all’architettura ed ai servizi dei quali sono portatori. Costituiscono impronte rilevanti della presenza delle istituizioni del potere pubblico e sono riconfiguratori del paesaggio, stabilendo nuove referenze qualitative. La pandemia aumenta la responsabilitá di risposte coerenti. Inteligencia Social
Hoy precisamos de una alianza del conocimiento acumulado que tenemos de la naturaleza, con la transformación profunda de los modos de producción y consumo y del orden social vigente. La “victoria” (sobre la naturaleza) es siempre parcial. En el punto al que llegamos, no se trata más de eso. Las disputas políticas y económicas a nivel planetario, siempre tuvieron, y continúan teniendo, consecuencias nefastas sobre el medio natural (o lo que queda de él). Por eso es tan necesaria esa ecología existencial de la cual vengo tratando aquí en este espacio. La lucha contra el individualismo, es parte de eso. Precisamos de relaciones más solidarias entre los seres humanos, y con el resto de los seres vivos. Y de una nueva comprensión de lo natural … Precisamos trabajar en una reparación a nivel global. En todas las escalas. De lo macro, a lo micro. Socio-spatial conglomerates
Megalopolis with very hard living conditions for an important part of the population, require ways of approaching the physic, the social, the ecologic, the aspects of urban security and the questions of the contemporary subject, in an articulated manner, putting in the center of attention the relationships between the formal and informal parts of the urban fabric. The complexity of these processes ask for a projectual approximation where are crossed and interfere different areas (urbanism, sociology, philosophy, psychoanalysis, engineering, geography, ecology, and more). What requires a specific responsibility of the project: to constitute the spacialized and territorialized interpretation of the requests of the society that forms the vertebral column to which all the responses of each of the areas have to refer. The city is the object of study and action of the denominated social sciences, in addition to urbanism, and the urban space is the place where crossing all the variables, and the local of expression of all the imaginaries. The relationships between city, architecture, urbanity, public space and society, are at the heart of the questions of what is necessary to rearticulate in each scale of intervention. The physical and socio-economical transformations provoked by the globalization, and the pandemic, have in their territory their most evident symptom: the continuous extension of the peripheries, the disconnection between the different parts of the “urban nebula”, the exacerbation of the differences, the sensation of exclusion of one part of the inhabitants, and the augmentation of the time spent in moving oneself. Like this, the big contemporary socio-spatial conglomerates ask as much for efficient responses to resolve the main urgencies as for an orientation for the necessary transformations based on a really democratic concept of the city, capable of turning it into friendly, habitable and sustainable for all the inhabitants. Jardines
Y no solo en los jardines, sino en los procesos sociales también; la idea de justicia, por ejemplo, de un mundo más igualitario, más justo, menos excluyente, menos “extractivista” ... Es algo que se va decantando con el tiempo… ya que lo social tiene muchas “velocidades” diferentes … aceleraciones y desaceleraciones … Y los proyectos exigen tiempo para “acontecer”, y serenidad para ser apreciados. El tiempo es un aspecto importante del trabajo y debe ser pensado por el proyecto. Obras transparentes al tiempo-que-pasa… Importancia de los procesos de proyecto, que van “madureciendo” con el tiempo … El Aterro de Flamengo de Burle-Marx en Rio, es un jardín de escala urbana. Un lugar de encuentro, de convivencia y de compartir, tanto de forma individual como colectiva: contemplación, fiestas, deportes, manifestaciones cívicas, picnics, carnaval, eventos variados; teatro al aire libre, proscenio de gran escala, acogiendo y humanizando el paisaje natural. Aterro, gran jardín urbano, place to feel good along with the others, lugar donde hacer amistades, de estar en “complicidad” … sala de estar urbana … Un territorio físico y mental de (co)existencia … Cada uno de nosotros somos responsables; seamos todos jardineros del planeta … que está bastante “contaminado” … Naturopolis
Depuis qu’elle a reçu le titre de Patrimoine Mondial, a intégré la liste de taille où se cottoient des oeuvres parmis plus de 900 sites remarcables du monde telles que les Pyramides d’Egypte et la Muraille de Chine. Le prix a été obtenu dans la catégorie Paysage Urbain. Ainsi, la ville compte parmis ses merveilles le Pain de Sucre, le Christ Rédempteur et ses 170m de haut, la Forêt de Tijuca, le Parc de Flamengo et la plage de Copacabana, marquées par l’emprunte du paysagiste Roberto Burle Marx auteur des trottoirs aux motifs ondulés qui jouxtent Ipanema, tout comme le jardin botanique et ses palmiers impériaux, l’Arpoador et l’entrée de la Bahia de Guanabara ayant retenu l’attention des cartographes des XVI et XVIIème siècle. Malgré l’urbanisatrion croissante, et les différents quartiers disséminés entre mer, montagnes et lagunes la ville a gardé son environnement naturel . À Rio le paysage est à la fois la scène et le protagoniste, tout aussi bien que Rio est un paysage. En 1927, Le Corbusier a résumé cette symbiose en proposent une ville-ceinture qui embrassent les montagnes caractéristiques deRio, en alternant constructions humaines et paysages naturels. Les ville entremêlent les deux, mais parfois la ville fait disparaitre la trame naturelle. Mais à Rio le paysage reste le même, il fait partie de la vie des pauvres et des riches, du quotidien et de la vie publique. Rio doit aujourd’hui se saisir de ses zones vertes, promouvoir la dépolution des cours d’eau, lagunes, plages, et articuler la ville formelle et informelle (favelas). Cela lui permettra de jouir de la relation entre ville et nature, de l’urbanité et de l’espace public dans tous les domaines, pour l’ensemble de ses habitants et non pas seulement pour un partie d’entre eux. Après la remise du prix, l’enjeu est d’aider à modifier le comportement des citoyens (la société civile) et d’améliorer la gestion du pouvoir public (les gouvernants), tout en ameliorant et en «verdifiant» la ville et en décontaminant les lagunes. Pour une ville agréable à vivre pour tous, il faudrait une gestion responsable et une « écologie existentielle ». Le sommet mondial Rio+20 a montré les limites liées aux enjeux environnementaux à la merci du marché ou des gourvenements soucieuses de poursuivre le modèle de développement dominant. La logique du vert a était banalisée et réduite à une logique marchande, en détriment de l’aspect stratégique. La demande croissante pour une justice verte doit trouver son modèle opérationnel pour des effets spatiaux et sur la vie quotidienne. Dans ce contexte, la critique ontologique-politique acquiert tout son sens en joignant le vert (agenda environnemental) avec le rouge (lutte pour la justice sociale). Telle est le mélange de couleurs qui est nécessaire à Rio, comme tant d’autres villes latinoaméricaines. Et encore plus depuis la pandémie ... Cuenca del Mediterráneo La civilización del olivo...
Cuna de numerosas civilizaciones y cantidad de mezclas: Babilonios, Asirios, Persas, Mesopotámicos, Mycenos, Fenícios, Egipcios, Árabes, Judíos, Etruscos, Griegos, Romanos. La civilización Latina. Una cultura a ser permanentemente interrogada sin maniqueísmos, buscando siempre la evolución de universos mentales, en el interior de un mundo que está muy fragmentado, en mosaicos… Asumiendo un saber e una idea de libertad, un pensamiento, significativo para el devenir de este mundo cada vez más interconectado, pero poco “integrado” … Y vía Península Ibérica, la conexión con el “nuevo mundo” … ¡O sea, nosotros!! Ahora, en este “cierra-abre-cierra” en que nos encontramos en la “segunda ola” de la pandemia, aparece de nuevo el debate sobre la idea de “frontera”, con todas sus connotaciones. Frontera entre países, frontera entre regiones en el interior de cada país, entre los lados del mar y de los océanos, etc., que reactualiza aquella vieja canción… “a desalambrar, vamos a desalambrar…” Precisamos de menos “virtualidad”, y más solidaridad, entre individuos y entre “países” retomando la inmemorial “caminada” de los humanos en este planeta… las migraciones del homo erectus hace 2.000.000 de años, las del homo sapiens hace 130.000 años, la de los humanos del neolítico hace 9.500 años, y ahora, la de los pobres hacia el mundo “desarrollado” (pero no tanto, ya que no son capaces de resolver las enormes desigualdades, y no solo económicas…) donde todavía la cuestión es la misma que en los primordios (aun con tecnologías “sofisticadas”), la lucha de unos contra otros por la “sobrevivencia”… Y después de tanto tiempo, de las “rutas comerciales” y los “descubrimientos”, la cuestión continúa, con la forma física de la “gran biblioteca” siendo ahora substituida por “la nube” (que almacena “todo”) … Y de acuerdo con el poeta, como siempre, “caminante, no hay camino, se hace camino al andar…” Encerrados afuera
El tema de las tomas de tierras relaciona y pone en evidencia el íntimo vínculo (y las contradicciones) entre las políticas urbanas y habitacionales, y las políticas financieras, la cuestión de la propiedad de la tierra, y la propiedad individual. Y su relación directa con el complejo inmobiliario-financiero y la legislación urbana, siempre “atrasada”. Y muestra también, la necesidad de pasar de la necesaria reflexión teórica de los “observatorios”, tesis de “maestría” o “doctorales” y especulaciones respectivas, a la acción concreta; pero claro, siempre una acción bien fundamentada, pensada en todas sus variables. No es de cualquier “acción” que se precisa. Las tomas empezaron cuando los europeos desalojaron a los pobladores originarios en toda América. Después, con los ejércitos nacionales, cuando les arrebataban la tierra a los indios, (cosa que sigue ocurriendo inclusive hasta hoy en la Amazonia brasilera, por ejemplo) y, paradojalmente, cuando en las primeras décadas del siglo XX reprimen las tomas realizadas por inmigrantes europeos pobres que vivían en inquilinatos cerca del puerto de Buenos Aires, o a los ex esclavos en los morros también próximos al puerto, en Rio de Janeiro. En la secuencia, las tomas fueron hechas por migrantes rurales a las grandes ciudades, que no les ofrecían condiciones de habitación (pero que los usaban como mano de obra mal paga), hasta llegar a la situación actual en que las tomas son realizadas por gente que continúa buscando trabajo en las ciudades y estas no tienen una “política social” para acogerlos, sean originarios del propio país o de países vecinos. Las villas y favelas son, en general, todas, “invasiones” de tierras en terrenos abandonados, improductivos, con la “propiedad” confusa, etc., normalmente públicos. Quien participa de tomas de tierras en la periferia, o de edificios abandonados en el centro de la ciudad, es gente que “se quedó en la calle”, literalmente; nadie lo hace “para hacer negocio”, sino por necesidad, más allá de que haya, aquí o allá, algunos aprovechadores de la desgracia ajena, que siempre infelizmente los hay, claro. Pero eso son excepciones, y la gente no los quiere, generalmente los expulsa, aunque a veces los tiene que soportar por necesidad o por falta de condiciones para oponerse. Estar en situación de toma implica para las familias una estrategia de sobrevivencia, con riesgo psico-físico. Es necesario reconocer que existe una disputa por el suelo, que exige intervenir democráticamente. Con la cuestión de las tomas no se trata de defender o acusar, sino de reconocer un problema social real. Ellas implican un estar “encerrados afuera”. Esta es en muy resumidas cuentas (“haciéndola corta”, como se dice en Argentina) la secuencia histórica de las tomas. Por eso el tema hay que abordarlo desde varias perspectivas simultáneamente, es una cuestión multidisciplinaria y multiescalar, debido a su complejidad, que aquí voy a puntualizar resumidamente:
Big data … …mega, giga, tera, peta, exa, zetta, yotta, hella... Acumulación masiva de informaciones, en gran medida, “ao léu”. Cuantificaciones y empirismos diversos sin juicios de valor, son un serio problema en la manipulación de datos. Decisiones que son evaluadas puramente desde el punto de vista del costo-beneficio no satisfacen. Es necesario saber si la decisión es cierta o errada desde el punto de vista de las consecuencias para el individuo y para la sociedad. Un diluvio de datos anárquicos, cuando no son usados apenas para el control de la gente por parte de las grandes corporaciones y los gobiernos, mediante la manipulación de datos falsos o tendenciosos que desestabilizan el tejido social; ayudando inclusive a tomar decisiones en contra de las personas. Conjunto de datos multivariados, provenientes de varias fuentes, no por acaso utilizados en las “estrategias de marketing” de todo tipo, muy especialmente por políticos inescrupulosos, pero no solo por ellos. Negligencia de la probabilidad; sobreinformación. Como dice Julian Assange, los ciudadanos somos demasiado transparentes para el sistema, mientras que el poder que lo controla es muy oscuro. Por eso, en relación con el aluvión de “informaciones”, de “datos”, de imágenes, la cuestión es cómo lidiar con la enorme disponibilidad de opciones que permiten, lo que, finalmente, nos coloca una cuestión ética. Y no hay “programa”, “aplicativo”, “dispositivo”, “supercomputador”, que resuelva eso. Solo un sujeto implicado en las acciones que ejecuta, en las decisiones que toma. Las máquinas, los procesadores, los "algoritmos inteligentes", no tienen ética. Eso no se puede “programar”… Precisamos del blockchain, de un sistema de almacenamiento (stock) de datos, verde. Se necesita de sujetos atentos, co-partícipes, analítico-críticos… y de enorme presión pública para poder cambiar el Statu quo… Pero al mismo tiempo está también el lado sublime-“brincalhão”, el hackear como creación, como innovación. La interferencia de lo humano en la tecnología. El hacker como referencia del siglo XXI con las “herramientas” de que dispone hoy, que tienen sin duda enormes posibilidades. Claro que en el contexto de las “supercorporaciones” (privadas o públicas) como “comedoras” de datos, de informaciones a una escala descomunal. Lo que coloca la cuestión de que hace el individuo frente a esa realidad; ¿cómo reacciona, (re-acciona)? … El arte es una posibilidad, siempre, y la política también. Los dos tienen que ver con lo Común, con la interpretación de lo colectivo. Hackear, artisticamente y actuar, politicamente. Sobre el problema de la “interpretación”... de la incompletitud del lenguaje
Hoy quiero levantar la cuestión de la interpretación: de las demandas (de un sujeto, o de una comunidad, etc.), de un lugar(urbano o no), o de un programa (de una casa popular o para alguien con recursos; de un hospital, de una escuela, de un museo etc., o de un partido político) y del problema de nuestro campo disciplinario en relación con eso. Lo que nos interesa aquí es lo relativo a la escucha en relación con la interpretación de la demanda, en el sentido de la articulación de lo individual con lo social, de lo íntimo con lo Común (lo com-un) en un proyecto, urbano o arquitectónico. Y claro, para eso, en lo que se refiere a la escucha, no podemos ignorar que el psicoanálisis ha dejado sus efectos en diferentes campos del saber. Producto de la experiencia de años de escucha de demandas proyectuales, la intersección con el campo del psicoanálisis nos alerta para la distinción fundamental en relación con el campo del deseo, que es el campo freudiano. El deseo que Freud nombra es enigmático, y se diferencia de la necesidad, que puede satisfacerse en un objeto adecuado. Como es sabido, el deseo es de otro registro para el psicoanálisis. El aparece enmascarado en los síntomas, sueños y fantasías, que son signos de percepción por los cuales una experiencia de placer o displacer ha dejado sus trazos en el aparato psíquico, bajo la forma de trazos mnémicos. Cuando se busca el objeto en la realidad, la búsqueda es a partir de esos trazos; objeto que remite a algo perdido desde el inicio, pero que deja una inscripción. El deseo como un más acá o un más allá de la demanda. El psicoanálisis nos alerta sobre el hecho de que en la escucha no se trata de “responder” y si de aportar algo a más. Que en el vínculo que se establece, hay algo más en juego que no es simplemente la cuestión de las “necesidades”, del “programa”, en el caso de la arquitectura. En el campo de la arquitectura y del urbanismo de lo que se trata es de ver como cada uno se sitúa en el juego del más acá y del más allá referido al deseo que interviene en el acto proyectual, donde actúa un saber no sabido, algo del propio acto de la creación (arquitectónica o urbanística) y que es en ese lugar donde el arquitecto está implicado con su propio deseo. Intencionalidad estética y creación de un ambiente favorable a la vida son los caracteres estables de la arquitectura, donde la conformación de la materia y la transformación del mundo físico son procesados de acuerdo con una “voluntad ordenadora”. Al mismo tiempo que objeto físico, el objeto arquitectónico es soporte de significaciones, materia portadora de sentido, materia significante. Desde este punto de vista, la arquitectura es un lenguaje, y el psicoanálisis contribuye para aclarar las relaciones entre esa “voluntad” y la funcionalidad (siempre un limitador en el caso de la arquitectura, el hecho de tener que “servir para”, sin hablar de la poco adecuada expresión “arte utilitaria”, pues como sabemos a partir del psicoanálisis, el arte “no sirve para nada” ... El acto proyectual es comandado por la intencionalidad estética, que se debe componer con la demanda, esto es, con la funcionalidad. Toda vez que arquitecto y “cliente” se aventuran en el proyecto, el deseo inconsciente se apodera del mismo. Por eso la función del arquitecto excede la de una profesión para constituirse en intérprete del deseo del otro. Y aquí se diferencia del psicoanalista en cuanto intérprete del deseo del Otro (todo el campo significante, lugar de la estructura del lenguaje) que es lo propio de la experiencia analítica. El arquitecto, proyectando desde el lugar del deseo, tiene su función emparentada con el arte, y en este sentido, proyectar implica una aventura que lo coloca frente a lo insondable del deseo. Ese abismo propio del deseo trasparece de múltiples formas relacionadas a una tensión interna, sea en la angustia desplazada a los detalles, a una cierta imposibilidad de concluir, a una forma de insatisfacción (el proyecto no corresponde “totalmente” a lo deseado o imaginado...). Un proyecto, arquitectónico o urbanístico, tiene que ver con el trazo y el estilo. Pero no se agota ahí la cuestión. Un proyecto es algo lanzado al futuro e implica en asumir riesgos. Lo que llamamos de “realidad” tiene que ver con el juego de signos, y un proyecto trae con él una posibilidad de interferencia, de relectura y resignificación, y envuelve una ética. De ahí la importancia de las articulaciones que seamos capaces de hacer entre ética, estética y política para contribuir significativamente a la búsqueda de una dirección para nuestro devenir urbano-habitacional, donde el sujeto pueda encontrar una resonancia en las sobredeterminaciones y estas tres dimensiones señaladas, se enlacen permanentemente sin imponer jerarquías. El desafío, desde nuestro campo de conocimiento, está en conectar los fragmentos que forman un conjunto. Articulado en nosotros y fuera de nosotros, pues en esas relaciones vivimos y convivimos. Siempre se trata de estructurar universos en el lugar en que nos cabe actuar: verbales, políticos, urbanísticos, arquitectónicos, paisajísticos ... Percibir orden en lo aparentemente desordenado implica un trabajo de articulaciones contingentes, buscando la coexistencia de contrarios, que no quiere decir que se complementen. Organizando, nos organizamos, ya que somos parte del entretejido. Algo sucede cuando se constata que hay cosas que van más allá de lo individual, que no dependen solo de uno, que hay otros con derechos iguales, que no existimos solos, que se “hace con”; lo que implica re-anudamiento de lo propio con lo ajeno. Pero presencia física solamente no establece comunidad. Asuntos comunes deben ser tratados en debate pues el discurso sustenta, establece relaciones. Lo ético implica que cada sujeto se haga cargo. Que se implique en lo que dice y hace. Las bases sobre las que se monta el ethos (que quiere decir hábito, costumbre, el lugar donde uno está como en casa, lo que se debe hacer) aparecen hoy muy tensionadas entre lo ético y lo político. En este sentido, lo estético tiene fuertes implicaciones ético-políticas, porque el que habla de creación, habla de responsabilidad de la instancia creadora en relación con la cosa creada, en inflexión del estado de cosas, en bifurcación más allá de esquemas preestablecidos. Tornar visible lo invisible ... Precisamos tanto de reflexión cuanto de pasión. Repactuando lo Común atentamente, tenazmente, a partir de la experiencia en la cual nos incluimos, articulando diferencias ... Por lo tanto, entre lo dicho, los actos fallos y lo no dicho (pero que opera), hay un campo fértil para la “escucha” ... Ordre caché
una cosa no es lo que es por lo que es,
Lo urbano-informal (y también lo formal) está en perpetua reestructuración de sus partes y en permanente variación. En lo informal, contra todo lo que el sentido común pueda indicar, nada es aparente. Cubierto que está por lo “evidente”. No hay nada evidente, todo tiene que ser “escavado”, reinterpretado a la luz de otros parámetros, que no son los que gobiernan lo “formal”. En la naturaleza que nosotros los humanos nos hemos construido, ni todo es calculable, predecible. Es necesario aprehender el orden en sus aspectos concretos de la vida y del “funcionamiento” urbano, especialmente la manera en que las edificaciones en el territorio constituyen sectores, agrupamientos que pueden ser analizables (y adicionables) manteniendo coherencia, pertenecimiento a una estructura mayor. Después del “episodio moderno” (y la continuación de ese enfoque en muchos casos hasta nuestros días), hoy buscamos un urbanismo de las continuidades y absorciones, remitiendo a constelaciones (amasijos de edificaciones, cosas y gentes) donde una idea de “pertenecimiento” sea posible, donde un “principio de orden”, inclusivista, heterogéneo, pueda operar. Las aglomeraciones urbanas producto de la acumulación de la acción de generaciones sucesivas incluyen una multitud de influencias e ideologías, pero a pesar de las superposiciones históricas, se encuentran en las ciudades y sus periferias lo que se llama de módulos de morfología urbana, que constituyen fragmentos que forman el contexto urbano. Para intervenir en cada situación concreta es necesario conocer (estudiar) la estructura urbana y su formación (acumulación), los diferentes tipos de módulos y sus propiedades específicas. El análisis de los elementos constitutivos de agrupamiento urbano representa una base esencial para concebir los proyectos, prolongando o modificando un tejido existente, en cualquier escala en que seamos solicitados a intervenir. Las ciudades crecen por agregación de elementos y sus bordes a veces dejan brechas y otras veces se cierran. Si la experiencia de lo urbano es “ser en conjunto”, el desafío es hacer siempre de un exterior, un interior de la vida social, que encuentre en lo Común, una red de lugares públicos irrigando los lugares privados, ya que habitamos tanto “afuera” como “adentro”. Por eso el diseño debe siempre servir para proveer de lugares y espacios amistosos, acogedores, inclusivistas, hospitalarios, donde la intimidad del sujeto pueda encontrar puntos de apoyo para su conexión con el otro, con el mundo, permitiéndole sentirse parte de. Y el primer paso de ese movimiento es elaborar el esquema de lectura de la estructura del lugar, buscando des–cubrir su lógica, en cualquier escala. Aquello que “burbulha”, que incluye siempre un potencial, donde lo que interesa es como se arman las tramas, como hacemos “tejido” (urbano, claro), como entramamos, como hacemos urdimbres. Creo que después de la pandemia, tendremos que reentramar la sociedad, la economía, el ambiente construido y el natural, los conceptos para pensar y operar … Suburbio
con este tango que es burlón y compadrito,
Definición de suburbio del Diccionario Aurelio de la Lengua Portuguesa: cercanía de ciudad. Diccionario de la Lengua Española: barrio o núcleo de población situado en las afueras de una ciudad o en su periferia, especialmente el que constituye una zona pobre aneja a la ciudad. Dependencia, proximidad y estrecha relación; concerniente. El suburbio incluye las representaciones e imágenes del territorio, la ciudad, la arquitectura, el paisaje, la flora, la fauna, los artefactos, la indumentaria, los piringundines, los conventillos y un lenguaje propio. Por lo tanto, engloba una diversidad de contenidos divergentes, revelándose como algo problemático, un “campo significante” que incluye significaciones contradictorias que requiere siempre interpretarlo dentro de un contexto histórico y cultural específico. No existe “el suburbio”. Existen los suburbios, en cada circunstancia concreta. Suburbio: la ciudad haciéndose. Ambiente marginal. Relación con los “márgenes”. Contornos fluidos, en movimiento perpetuo, aparentemente sometido a las leyes del azar. Y claro, en Buenos Aires el suburbio no puede dejar de asociarse con el tango, como en Rio con el samba; que implican movimientos desde el suburbio al centro; y viceversa. Hoy, en este mundo hiperconectado (pero no tanto en el sentido positivo que sería más útil para resolver los enormes problemas existentes) el suburbio continua siendo referencia de relaciones humanas menos “utilitarias”, de entornos a escala humana, de mezcla de funciones y de gentes (producción, habitación, comercio, servicios, etc) y de deseo de vivir, con una visión de las cosas ni optimista ni pesimista. Aprovechando “lo que hay”. Suburbio, la “sopa cultural” donde se gestó todo lo que podemos pensar hoy como siendo “nacional y popular”. Un camino, un “tránsito”, desde “abajo” para “arriba”; “del sórdido arrabal buscando el cielo”… Suburbio: origen, gestación, mezcla, creación, invención, devenir perpetuo, indeterminación, y por eso, de permanente interés. En el borde entre lo legal y lo ilegal. Crisol de razas. Frontera, lugar de creación; música, poesía, la casa popular (patio, saguán, emparrado, aljibe, olor a tierra mojada, sillas en la vereda, club de barrio). Productos culturales, valores a reinterpretar. Vitalidad anárquica, casí ciega, a la cual hay que darle atención y “alas”, interpretándola en los proyectos. “Afortunadamente, el copioso estilo de la realidad no es el único: hay el del recuerdo también, cuya esencia no es la ramificación de los hechos, sino la perduración de rasgos aislados. Esa poesía es la natural de nuestra ignorancia y no buscaré otra”. Jorge Luis Borges
…misa de faldas, kerosén, tajo y cuchillo Presocráticos
Sabemos que entre el siglo VI y el IV a.C. se constituyó en la Grecia Antigua, que engloba una cantidad de ciudades (que hoy consideraríamos como muy pequeñas) un campo fértil para la estructuración del pensamiento basado en la racionalidad, a partir de las interacciones entre ellas desencadenadas por el comercio marítimo. Mileto, Samos, Argento, Eleas, Micenas, Éfeso, entre muchas otras, estaban situadas en una extensa región estratégicamente localizada entre Europa, Asia, Oriente Medio y África. Tales, Anaxímenes y Anaximandro de Mileto, Pitágoras de Samos, Empédocles de Argento, Parménides de Eleas, Heráclito de Éfeso, están entre los primeros que elaboraron sistemas de pensamiento buscando el entendimiento del orden universal. Pensando racionalmente las cosas, interrogándose sobre la Arché. ¿Por qué el interés actual en estos pensadores? En gran medida tiene que ver con la búsqueda de una concepción menos “separatista” entre ciencia, filosofía y vida. O sea, la razón y la reflexión produciendo explicaciones para la relación entre el ser y las cosas, lo existente, el cosmos. Incluyendo una concepción de la vida, lo viviente, como materia consciente compuesta de una base material, el cuerpo, y de un componente inmaterial, lo “espiritual”, generando una economía del conocimiento. Toda nuestra concepción occidental basada en oposiciones binarias (cuerpo-espíritu, sujeto-objeto, razón-emoción, contingente-trascendente, formal-informal, objetivo-subjetivo) no da cuenta de la complejidad de las cuestiones contemporáneas, que se manifiesta en el malestar con respecto a la crisis civilizacional que ya venía desde la modernidad. La concepción de las interrelaciones entre ciencia, filosofía, técnica, los sujetos y la sociedad, hace crisis. En el doble sentido de la palabra crisis. Y nos obliga a una reflexión capaz de conducirnos a una escritura de las fronteras entre un campo de saber y otro, sus interrupciones y sus enlaces. Lidiar con lo imprevisible, lo indeterminado, lo no totalizable, lo ambiguo, demanda otras referencias, abordajes capaces de permitir una reconceptualización del logos como principio de nuevas ideas de orden y de belleza. Y la cuestión de la verdad se torna más problemática. “La verdad es la finitud, cuyo infinito es el sentido. El hombre concreto de la finitud natural descubre lo que siempre estuvo ahí: el monstruo técnico del suplemento de sentido. Si la cultura moderna pudo pensar al hombre aproximándose al infinito a partir de él mismo y sus saberes, la cultura sobremoderna introdujo el infinito intruso de la mutación técnica, en la vida.” Jean-Luc Nancy. Precisamos de otra ética en relación con las condiciones del mundo actual.Lo humano – la tecnología – lo urbano
En el sentido de la tecnología y lo humano, quisiera colocar unas reflexiones que me suscitan lo que plantea el filósofo Darío Sztajnszrajber. Tomando lo que dice Darío, podríamos entender lo humano (la vida) como lo que está “entre el animal y la técnica” y la naturaleza como lo que se está realizando todo el tiempo, lo que está en transformación constante (y por eso es una referencia para lo urbano) suscitando hoy la necesidad de repensar el límite entre lo humano y la naturaleza junto con el impacto de lo tecnológico en lo humano y lo urbano. El camino parece evidente: vamos en la dirección de una hibridación creciente entre cuerpo humano y tecnología, entre inteligencia humana e “inteligencia artificial”, proceso en el cual estamos apenas en el inicio, con un horizonte, en su mayor parte, imprevisible. La tecnología, entendida en su aspecto de “fisis”, implica brotación, realización, donde lo que nos interesa es la mezcla entre lo maquínico y lo humano, precisamente, la hibridación. La naturaleza, al mismo tiempo, incluye siempre variación azarosa, contingencia, transformación por acaso…devenir permanente… Y la ciudad, “lo urbano”, implica también esa variación azarosa, serendipity: “aprovechamiento feliz del acaso”… (que, a veces, históricamente, sucede). Por eso, ya en la casi post pandemia, desde nuestra perspectiva de arquitectos urbanistas, en lo urbano se trata siempre de la articulación de las diferencias, de lo socio-espacial, y del reequilibrio de la relación masa construida – masa verde, buscando renaturalizar la ciudad, entendiendo por “renaturalizar”, una nueva atención a la naturaleza sobre todo en relación con la reevaluación del tiempo como factor ineludible del proyecto, aludiendo a temporalidades-procesualidades diversas. A una regeneración que pone a lo marginal en el centro de lo natural en sus diversas escalas y formas. Demandando proyectos capaces de moverse a diferentes escalas. Automación de la regulación de los diferentes ritmos urbanos, compatibilización de actividades, administración de los flujos de mercaderías y de gente, sincronización del transporte público; control de las velocidades, de la contaminación, de la aglomeración en el uso del espacio público, entre otros, son cuestiones en que la tecnología puede ayudar. Pero no hay tecnología que resuelva nada sin un sujeto implicado en las acciones que ejecuta, en las decisiones que toma. La acumulación de informaciones por sí sola no resuelve. Las máquinas, los procesadores, los algoritmos inteligentes, no tienen ética. Eso no se puede “programar”… Se necesita de sujetos pensantes, co-partícipes, analítico-críticos, implicados con su tiempo, con la zeitgeist. Alcanzar, en su horizonte, el espíritu de la época… (Jacques Lacan). Abigarrado
Considerar las políticas públicas y la urbanización de áreas populares desde el marco de lo común, implica identificar las iniciativas capaces de promover el interés general, el bienestar comunitario, englobando las cuestiones que tienen que ver con lo individual y lo colectivo, considerando las circunstancias en las que el interés individual se compatibilice con la búsqueda del bienestar colectivo. Eso en el contexto actual marcado por crisis económicas, el aumento del desempleo y de las desigualdades, la incompetencia de muchos gobernantes, la inestabilidad geopolítica y la escalada de los populismos de derecha en el mundo entero, buscando aportar material para la reflexión en el camino de contribuir para la tomada de decisiones tanto en la esfera pública como privada, conduciendo a la racionalidad de la resolución de problemas, actuando dentro de la economía de mercado, pero no de una sociedad de mercado. El desafío es provocar confluencias en la búsqueda del bienestar mediante la creación de fuentes de trabajo y la inclusión de las mujeres, desde una perspectiva antiasistencial. A través de la creación de espacios intermediarios, actuando entre lo legal y lo ilegal, apropiando métodos y prácticas del mercado global, afirmando circuitos que ya cuentan con un repertorio de saberes sociales y artificios que permiten enfrentar ese escenario de desigualdades económicas, y violencias de todo tipo. Utilizando formas variables y flexibles que absorben y manejan un saber hacer en permanente tensión entre la inclusión (de los trabajadores) y reinvenciones de “lo popular”, mezclando formas de trabajo emprendedoras y autogestionarias con sistemas de finanzas populares que combinen lo auto organizado, con la participación estatal y del capital privado, favoreciendo una red de interrelaciones y de cooperación productiva, viabilizando el acceso a recursos para invertir, producir e inclusive establecerse en los lugares, minimizando la necesidad de requerimientos formales y reduciendo la intermediación bancario-financiera, fomentando una gran diversidad de actividades para la generación de trabajo y renta con una multiplicidad de fines específicos, capaz de tornarlos fuerza productiva. Entendiendo lo común en el campo popular como un espacio de oportunidades lleno de ambivalencias, tensión y conflictos, en transformación permanente, caracterizado por una dinámica de crecimiento por sobreposiciones (formal-informal, legal-ilegal, trabajo y fiesta, flujos caóticos de mercaderías y de gente, la precariedad y la inseguridad, etc.) que puede ser potencializado a través de arranjos donde convivan formas económicas arcaicas, con formas productivas y tecnológicas de punta. Todo eso que sucede hoy en muchos lugares en el planeta, en medio de un ambiente físico caótico contaminado funcional, visual, sonora y ambientalmente, configura un escenario donde el diseño urbano, la arquitectura y el proyecto del paisaje pueden contribuir significativamente a la mejora de los desempeños y de las condiciones de vida, articulados con políticas públicas integrales capaces de interconectar el gran número de variables que precisan ser llevadas en cuenta y empoderar lo que ya está en el lugar, resignificándolo. En ese sentido es que lo abigarrado constituye un punto de partida firme, que es necesario saber interpretar para poder estructurar. Y siempre acorde a la escala de intervención de cada caso específico. Por lo tanto, se trata de la movilización socio-productiva de una inteligencia social que ya está en acción, pero que es necesario encauzar, articulando lo individual con lo colectivo en la perspectiva de una economía del bien común, trabajando simultáneamente con lo aglomerado y lo disperso. Lo Ingobernable
Podría formularlo así: lo ingobernable es aquello que no podemos, no queremos o no sabemos ecuacionar (maîtriser). Quedó en evidencia a partir de la pandemia y su contexto social, económico y político, una cierta sensación de “ingobernabilidad”; una desorientación generalizada, una pérdida de la idea de “dirección”, de rumbo. La sensación de que el “mundo” está a la deriva, sin gobernabilidad, sin control. Sabemos que hay algo de no gobernable en lo real. Lo gobernable incluyendo lo ingobernable. El malestar que ahora nos asola tiene que ver con (es consecuencia de) la relación con los otros; el mundo de lo humano y la relación con la “naturaleza”. Y se relaciona con el hecho del ser hablante estar sujetado a la estructura del lenguaje, que lo enfrenta a un real que es imposible de ser abordado en su totalidad. No obstante eso, lo que vale es el esfuerzo por hacer lazo; por mantenerlos y hacer esos lazos. “Lo real no está ni en el inicio ni en el fin, nos agarra en el medio de la travesía”, João Guimarães Rosa. Gobernar, educar y psicoanalizar son tareas que lidian con ese “hacer lazo” y Freud (1937) las considera tareas de lo imposible. Son de esas tareas donde se está de antemano seguro de que los resultados serán insatisfactorios dice él. Todas ellas se enfrentan con un conjunto de verdades y medio-verdades, donde lo real les marca el límite. Todas ellas son diferentes maneras de abordar ese punto irreductible del ser humano, que provoca su malestar. Cuando un hombre o una mujer están investidos de poder, les resulta difícil no abusar de él (au départ d’Anatole France). La cuestión es cómo montar un encuadramiento suficientemente amplio, capaz de incluir las fuerzas transformadoras positivas en su representación, que nos permitan re direccionar los procesos en curso en las sociedades en las cuales estamos implicados. Los procesos y las tareas a las que me estoy refiriendo aquí, presentan un aspecto de lo ingobernable, y se relacionan con los dispositivos y las máquinas. El concepto de máquina entendido no como un paradigma neutro entre el sujeto y el objeto, sino comprendiendo la propia estructura del sujeto. (la infancia como lugar del pensamiento, de aquel lugar ingobernable capaz de escapar de los dispositivos de gobierno). Y los dispositivos como todo aquello que tenga la capacidad de capturar, orientar, determinar, interceptar, modelar, controlar y asegurar los gestos, las conductas, las opiniones y los discursos de los seres vivientes (Giorgio Agamben). En el plano de lo socio-espacial, históricamente, desde la revolución industrial hasta ahora, verificamos una expansión sin control de la mancha urbana debido a una multiplicidad de factores (desarrollo y expansión de los medios de movilidad, especulación con el valor de la tierra, políticas públicas de vivienda sin considerar las consecuencias a largo plazo junto con la falta de orientación urbanística del crecimiento urbano; la captura del gobierno de una ciudad por políticos que no saben casi nada de su gobierno y gestión, de su complejidad técnica; la división entre ciudad privada y ciudad pública; el repunte de la pobreza, entre otros) que provocan una dura fragmentación, una verdadera partición y extensión sin límites, fuera de cualquier control o direccionamiento. Frente a esto, precisamos de análisis críticos capaces de revelar lo no aparente, junto con proposiciones consistentes, pues es preciso continuar (Alain Badiou). “Vivimos en un planeta errante; deambulamos, carecemos de metas y guías. Precisamos de un nuevo simbolismo, hecho de nuevas palabras, nuevas formas de abordar lo ingobernable. Precisamos aprender con lo imprevisible, con la absoluta obscuridad de todo lo que está por venir…” (Jean-Luc Nancy). Habitar post pandemia
La función de un arquitecto es servir a la sociedad de la cual hace parte y a otras a las cuales es convocado a participar, y su contribución personal se encuadra en el dominio de lo ético-estético. Ya he mencionado aquí sobre el desafío para nuestra profesión a partir de ahora, que implica reformular las cuestiones relativas a la concepción y el diseño de las unidades habitacionales, aisladas o agrupadas, horizontales o verticales, a partir de las nuevas exigencias. El espacio doméstico fue profundamente afectado por las condiciones impuestas por la pandemia y su contexto, convirtiéndose en algo más complejo en términos de usos y programas. Y aunque “la casa” sigue acogiendo las antiguas actividades, ellas no representan más su contenido exclusivo. Se están produciendo cambios que afectan no solo los hábitos, sino también el tipo y los modos de las actividades que se desarrollan. El corte en el flujo de la vida social, económica y cotidiana creó un mundo trabado que hasta hace poco parecía lógico y eficiente, mostrando una enorme máquina disfuncional, donde el vacío se torna elocuente y se rompe la cadena de los gestos cotidianos. Los cambios en curso son impulsados tanto por actitudes sociales como individuales y por reestructuraciones funcionales y transformaciones en los hábitos. El home office y actividades productivas de varios tipos desarrollados hoy en los espacios residenciales, obligan a una serie de reflexiones que plantean importantes cuestiones relacionales, donde los aspectos psicológicos pueden ser muy relevantes al quedar eliminada la tradicional división entre ámbitos antes diferenciados, pasando de la separación de funciones a la convivencia de ellas en ambientes integrados expandidos, y aun así, debiendo garantizar condiciones de privacidad a cada miembro de la “familia”, tenga esta la configuración que fuere. Considerando los aspectos estrictamente funcionales, el trabajo por internet puede reducirse apenas a un terminal de computador y unas conexiones telefónicas para la comunicación en red y por lo tanto a un espacio mínimo. Pero la instalación de estos dispositivos en un ámbito físico donde se desarrollan otras actividades, cambia las relaciones entre los usos tradicionales y las nuevas demandas de trabajo y privacidad, lo que requiere complejizar las respuestas. El cruce de actividades y funciones, debe ser reecuacionado. Las unidades residenciales proyectadas para la favela de Fernão Cardim en Rio de Janeiro, solicitadas por el gobierno de la ciudad, que cuentan con 42 m² de área útil, fueron ahora readaptadas para las condiciones impuestas por la pandemia, donde son incluidas nuevas posibilidades para actividades laborales tales como: cocinar para fuera, costura, aulas presenciales individuales complementarias para estudiantes, peluquería, trabajo por internet, arreglo de celulares, periodismo, archivo y canalización de profesionales de la comunidad para empleos, corrección de trabajos escolares de alumnos, traducción, análisis y producción de documentos de carácter jurídico relativos a cuestiones comunitarias, aulas educativas a través de plataformas digitales, atendimientos comunitarios de carácter terapéutico por internet, cultivos en el apartamento para consumo de la familia, etc. Todas estas actividades, sumadas a las ya realizadas tradicionalmente en el ámbito familiar. La evidencia preocupante de una sociedad cada vez más condicionada por los imperativos de la producción, que diluye los límites entre vida y trabajo y entre público y privado, constituye una cuestión central del habitar post pandemia. Algunas cuestiones ya pueden ser enunciadas:
Analfabetismo Político
Definición del Diccionario Aurélio de la Lengua Portuguesa, “analfabetismo: estado o condición de analfabeto; falta absoluta de instrucción. Aquel que no conoce ni el alfa ni el beta. Absolutamente o muy ignorante. Que desconoce determinado asunto o materia.” El post de esta semana está dedicado a un “estamento social” específico, aquel de los profesionales políticamente analfabetos, que, infelizmente, abundan en América Latina (y no solo aquí, claro, sinó, veamos el estado del mundo en este momento). Quisiera comentar esto, a la luz de los procesos políticos retrógrados que suceden en nuestro continente en los últimos tiempos. Golpe contra Dilma en Brasil, elección del neoliberal Macri en Argentina, de Piñera en Chile, de Lacalle en Uruguay, de Ivan Duque en Colombia, cerco contra Correa en Ecuador, golpe en Paraguay, golpe en Bolivia, la llegada de la derecha ultraconservadora y reaccionaria en Brasil, etc. Podemos obviamente establecer matices en toda esa regresión histórica, pero no es el objeto de estas reflexiones. Y aquí quiero formular una pregunta: ¿porque sucede esto en nuestro continente? ¿Quiénes les dan apoyo a estos sujetos? ¿Qué condición estructural es la que facilita el acceso al poder de esa clase de individuos incultos? Evidentemente, hay razones históricas. La violencia, el racismo y las desigualdades desde la fundación de los países, donde estructuras de privilegio se constituyen y se perpetúan en el poder. Después, una educación frágil, que no forma sujetos reflexivos, con capacidad crítica. Y ahí viene la cuestión de clase social y más recientemente, del uso masivo de los “medios de comunicación”, para engañar a la gente desprevenida (noticias falsas, etc.). Así, en América Latina tenemos sectores intermedios (podría hablar de “clases medias”) sin capacidad de reflexión, obsecuentes a las estructuras de poder, que contribuyen, en mucho, a la instalación de gobiernos incompetentes que terminan, siempre, favoreciendo a los que detentan el control de las decisiones. Si no se aprende a pensar, si no se llega a tener una idea de lo que podemos llamar de justicia social en este mundo estructuralmente desequilibrado en términos de oportunidades para todos, por más que adquiramos habilidades técnicas, se permanecerá en la ignorancia, materializando la relación conocimiento técnico - ignorancia política. Y no deja de ser decepcionante el hecho de que alguien que pasó por la Universidad (privada o pública) sea un analfabeto, incapaz de interpretar la “formación social” de la cual es parte. ¿Cómo cambiar esta realidad? Evidentemente solo en procesos largos, donde el factor externo, macro, la coyuntura internacional, también juega un papel. ¿Y qué tienen que ver con esto los “profesionales” de todas las áreas del conocimiento? ¿Ciencia, filosofía, arte, áreas “técnicas”, profesores, administradores, arquitectos, médicos, “especialistas” de todo tipo, abogados (no por acaso hoy muy en evidencia), economistas, jueces, etc.? Haré un corto comentario sobre estos profesionales. Pienso que cumplen una función de “mediadores” entre esas estructuras de privilegio establecidas y el resto de la población que sufre las consecuencias de las decisiones tomadas. Profesionales que deberían formar parte de la producción de efectos y trazos de la cultura, ayudando a reducir las inequidades. Obviamente, quiero traer con esto, la cuestión de las relaciones entre lo ético, lo estético y lo político, que ya vengo abordando desde hace tiempo, y que no pierde vigencia (jauregui.arq.br/ética-estética-política). Mientras estos “profesionales” no sean atravesados por las cuestiones que la época les coloca, porque aquí no se trata de información y conocimiento, no estarán aptos a participar del hacer cultural. Un “intelectual” que no acompañe con interrogaciones lo que su tiempo impone como malestar, no puede producir ninguna modificación para la construcción de un camino que cambie (para mejor, claro) la situación del presente en el cual vive. Como se sabe, un intelectual reaccionario es una “contradicción andante”. Junto con la participación política da la clase media, es necesario garantizar el acceso de los sectores populares a la educación en todos los niveles, o no podremos salir del atolladero. La pandemia, paradojalmente, nos da una chance para la reflexión y casi nos obliga a hacerla. La ciudad contemporánea y sus límites frágiles y difusos
La ciudad era el modelo de todo lo civilizado y metáfora de las mejores esperanzas e ideales. Históricamente los límites de cada nueva ciudad se trazaban con el arado que fue en ese sentido el primer instrumento de diseño urbano. Hoy el género humano es mayoritariamente género urbano y las ciudades crecieron tanto que saben muy poco de límites. El tiempo se medía llevando en consideración los ritmos locales y la duración del día y la noche con sus variaciones según las estaciones del año, y la ciudad mantenía relación con un hinterland rural que la proveía de alimentos, materias primas y agua. A lo largo de las sucesivas generaciones hemos pasado de poblados apenas distinguibles de su entorno, a un mundo de ciudades y megaciudades, inimaginable para el habitante ateniense o de la Roma de la Urbs, la Civitas y la Polis. El nuevo hábitat es la urbe de asfalto, vidrio, cemento, acero, viaductos y también de chatarra, tablones y cartón, desparramándose sobre áreas ambientalmente frágiles, donde coexisten lo difuso y lo abigarrado. El carácter de cada lugar se oculta cada vez más atropellado por el tránsito y las construcciones, sin una idea de ciudad, apenas amontonando todo tipo de construcciones donde las pautas vitales son dictadas por los semáforos y los horarios de apertura. La urbanización creció junto a la lógica de lo abstracto y lo digital, confundiendo deseos y provocando angustias y miedos. Las aglomeraciones urbanas concentran (y hacinan) poblaciones enormes y transportan y transforman cada día sin cesar toneladas de materiales, constituyendo la fuerza geológica más notable del planeta, en un voraz metabolismo que exige, de todos, una profunda reflexión. En estas condiciones, la vida democrática es directamente proporcional al número y la calidad de los espacios para la convivencia y el intercambio, e inversamente proporcional al imperio del vehículo sobre el ciudadano. Precisamos dar primacía a peatones, bicicletas y al transporte público de calidad, restringiendo al automóvil y haciendo con que las partes formales e informales estén articuladas entre sí, a través de nuevas Ágoras del siglo XXI interconectadas, estructuradas en base a la celebración del trabajo en todas sus modalidades, incluyendo la habitación, la cultura y la recreación. Ciudades amigables, conectivas y caminables, en contraste con esta imagen de Shanghái (que vale para cualquier megaciudad) aprisionada por los flujos. La ciudad como URBS, como CIVITAS y como POLIS
Una política de la urbe cargada de sentido de civilidad es el desafío siempre actual, relativo a las condiciones de habitabilidad para todos y a la responsabilidad con el medio ambiente. Enfocando la ciudad en tanto sistema físico y sistema social, y como productora de subjetividad. La ciudad como Urbs, significa considerarla en sus componentes y usos, como infraestructura material; la ciudad como Civitas, tiene que ver con la participación en sentido democrático, con lo que conecta lo social con lo político; y la ciudad como Polis, se relaciona con la regulación de los conflictos sociales. Lo que demanda pensar lo socio-espacial en sus múltiples dimensiones; en la ciudad como escenario para la convivencia de las diferencias, incorporando a la consciencia social el valor material y simbólico de los espacios y su contexto.
Hoy, en la situación de un mundo sin rumbo, o con rumbo incierto en que vivimos, es conveniente pensar en la etimología de estos conceptos, que desde Roma hasta hoy están en la base de lo que continuamos llamando de “ciudad”. Precisamos redefinir las relaciones con el mundo, con la naturaleza, con los otros y con nosotros mismos… Desigualdades
Como es conocido, en toda América, del norte al sur, se trata de sociedades muy desiguales que tienen la huella de la esclavitud, el racismo, la violencia y la pobreza como trazos constitutivos. Desde su origen, cada país en mayor o menor grado, exhibe estas marcas que lo identifican y que permanentemente provocan revueltas, manifestaciones y protestas de todo tipo, que son el síntoma de un malestar de base, nunca resuelto. A lo largo del tiempo, diferentes interpretaciones buscaron entender y proponer caminos para enfrentar esos males. Podríamos decir que, desde el periodo post colonial hasta hoy, la característica marcante de este continente es el embate entre “desarrollo” e inclusión, democracia y busca de igualdad de derechos y oportunidades para todos, pueblos originarios y los que llegaron después. En las ciudades que fueron surgiendo y ahora también en las megaciudades y conurbaciones, el trazo de la exclusión fue identificando las diferentes partes y sectores urbanos, materializando áreas “nobles” y áreas marginadas. La pandemia actual vino a evidenciar esas desigualdades y tornar imprescindible una rectificación de rumbos, basada en principios verdaderamente democráticos de disfrute de la urbanidad para todos, entendido como una forma de convivencia de las diferencias en sociedades heterogéneas, donde el más desprotegido tenga el amparo de la justicia. Una idea de justicia social que implica pensar lo colectivo teniendo al Estado como árbitro, construyendo colectivamente un concepto de igualdad, trabajando a partir de los conflictos, entendiendo que no hay una razón única. El objetivo ahora, es conseguir condiciones más equitativas y para eso debemos trabajar con una visión de urbanismo social que integre las diferentes dimensiones de los problemas, en cada escala de actuación de que se trate. Hoy es imprescindible articular urbanismo social con políticas para la generación de trabajo y renta, defensa de la diversidad y protección del medio ambiente, buscando una reactivación económica verde y socialmente responsable. Lo estratégico y lo táctico
Hoy precisamos compatibilizar planeamiento urbano (interés general de la ciudad; lo estratégico) con organización de la vida urbana post pandemia (lo táctico). La evolución general de la ciudad, respondiendo a las mayores urgencias y ofreciendo al mismo tiempo un marco coherente para las acciones. En ese sentido se trata de pensar global (concepción) y actuar localmente (acción). Siempre corrigiendo y encauzando lo resultante de la interacción social, anticipando los problemas creados por la acción del mercado y la actividad aislada de los habitantes, aproximando el concepto a la ciudad real. “Planificar la ciudad implica pensar simultáneamente la pluralidad misma de lo real y darle efectividad a ese pensamiento de lo plural; es saber y poder articular”, Michel de Certeau, A invenção do cotidiano. Esta simbiosis de la ciudad y del concepto de que siempre se trata, significa un trabajo permanente de intersección entre fundamento teórico y práctica proyectual. Teoría derivada de una reflexión permanente y de una práctica del proyecto a partir de la reinterpretación constante de la realidad. Teoría y práctica retroalimentándose. Re significación de lo existente y rectificación de rumbos. Densidades
A partir de ahora se tornó necesario revisar el manejo de las densidades tanto en los barrios formales como en las favelas y villas. En los primeros, para facilitar el funcionamiento de acuerdo con el sistema infraestructural, el sistema viario readaptado, la característica de los ejes de comercio y servicios, y el sistema de transporte público, garantizando lo que se convencionó en llamar “la ciudad de los 15 minutos”. Revisando y readecuando la disponibilidad de espacios públicos y áreas de convivencia, observando los protocolos de distanciamiento físico entre las personas. En las villas y favelas, resolviendo el hacinamiento y controlando los locales de aglomeración, especialmente las calles comerciales y los puntos de concentración de acceso al transporte público, principales locales de contagio. Densidad es una magnitud que expresa la cantidad de habitantes en una determinada superficie. En urbanismo se habla generalmente de habitantes por hectárea o por kilómetro cuadrado. Puede compararse la capacidad de un edificio de albergar diferentes actividades con tamaños y necesidades diversas, o la cantidad de usos y espacios complementarios que lo conforman. El fenómeno de la densidad debe entonces ser observado desde diversos ángulos, según la característica de cada localización y contexto de que se trate. Al entender la necesidad de densificar, compactar y garantizar la conectividad del sistema urbano, por razones de interacción social, eficiencia en el desempeño de las funciones y de costo de extensión de las redes infraestructurales, las densidades se tornan una cuestión fundamental. Los procesos socio-económicos demandan permanentemente la adecuación de los espacios urbanos, existentes y a ser creados. El crecimiento urbano desbordado, la escasez de suelo y las nuevas formas de habitar la ciudad exigen pensar nuevas soluciones para atender a las demandas de habitabilidad, privacidad y trabajo en casa. Más que nunca resulta necesario pensar los proyectos en relación con el aporte urbano que puedan realizar, como piezas que construyen ciudad y no como inserciones aisladas indiferentes al lugar donde se insieren. La densidad de los proyectos es un concepto relativo que depende de la ubicación dentro de contextos determinados. Por lo tanto, para manejar las densidades es indispensable considerar la ubicación y los elementos que componen su entorno. La manera en que un proyecto se implanta en un solar define una serie de
relaciones que activan diversas formas de entender y reconfigurar el espacio
urbano. Por lo tanto, el proyecto debe transcender sus características físicas a fin de convertirse en un elemento de la construcción de entornos amables para una sociedad cada vez más heterogénea. Todo deberá estar de acuerdo con el contexto y la escala de que estemos tratando, pequeña, media, grande o territorial. Inestabilidades estructurales...
De repente el mundo evidenció sus inestabilidades simultáneas en varios órdenes. Se tornó más inestable en lo político, en lo económico, en lo social, en lo urbano, exhibiendo un malestar generalizado. Malestar en la cultura y en la civilización, como he venido colocando y caracterizando a lo largo de estas reflexiones. Por otro lado, hay la demanda por una expansión del pensamiento, un ensanchamiento de las cuestiones a ser tratadas, abordadas, encaradas, que exige una “movilización de la inteligencia social”, que exceden lo individual y convocan lo colectivo. Pero donde cada uno de nosotros tenemos una responsabilidad. Una inestabilidad general que parece reducir el horizonte, que abre demasiados interrogantes simultáneos y donde es fácil perderse en ese laberinto. Vivimos un momento de sobresaltos, de incertezas y de bajas expectativas, que exige nuevas argucias y nuevos conceptos. Hay que elaborarlos… Pero no partimos de cero; hay mucha experiencia acumulada. Hay que juntar los fragmentos… repensando, resignificando, reelaborando… ¿Futuro en abierto? El momento es barra pesada… los buitres andan rondando… Es necesario juntar las iniciativas progresistas. Empecemos desde América Latina. Auto convocándonos… La urgencia de lo socio-espacial en el Continente lo demanda. Favelas Es necesario cambiar de política pública: de la acción policial, para la acción social. Con una policía de proximidad (policía comunitaria), infraestructura, urbanismo social, médico de familia, equipamientos y espacios públicos y generación de trabajo y renta, con habitación social de calidad, incluyendo las pautas de diseño post pandemia en la escala adecuada a cada contexto. La favela (o la villa) no es un territorio a ser “invadido”, “ocupado” por la policía sino un lugar compuesto por un delicado equilibrio entre lo físico y lo social, que es necesario tratar con políticas públicas bien estructuradas, consistentes, capaces de resolver los complejos problemas ambientales, infraestructurales, habitacionales, de movilidad, de salud y de falta de equipamientos y espacios públicos que lo caracterizan. Se trata tanto de resolver las mayores urgencias como de formular estructuraciones socio-espaciales capaces de ecuacionar su evolución en el tiempo, actuando en el corto, medio e largo plazo. Para conseguir eso se precisa de un poder público articulado en sus tres niveles (federal, provincial y municipal) actuando de manera coordenada con el resto de los organismos públicos que deberán participar, convocando a la iniciativa privada, el tercer sector y fundamentalmente, las organizaciones de base que ya actúan en cada lugar. La favela es un lugar de carencias físicas pero de enorme riqueza de interacción social. Un territorio productivo que hay que saber interrogar y movilizar, potencializando su capacidad productiva, de acuerdo con la escala de cada lugar específico. Las favelas de América Latina son un desafío y una oportunidad para la innovación, la creatividad y la producción, a través de la puesta en acción de la inteligencia social existente en cada país. En tiempos de pandemia lo importnate es el poder público llegar hasta cada casa de los residentes, con un abanico de políticas públicas bien estructuradas, sanitárias, urbanas, habitacionales y de generación de trabajo y renta. Antropoceno
Término utilizado por primera vez en los años 80 para indicar la época geológica caracterizada por la gran escala de la acción del hombre sobre el planeta y que adquirió un rol central en el debate intelectual contemporáneo. Implica re direccionar el modo en que la acción humana modifica el propio hábitat, especialmente el impacto causado por los asentamientos urbanos sobre el territorio, el paisaje y el medio ambiente, en el sentido de proponer otras relaciones entre clima, tierra, naturaleza y sociedad. Llevando también la reflexión a la política y a la sociedad civil, proponiendo nuevas agendas para el abordaje de lo urbano y lo social partiendo de soluciones para problemas específicos, indicando vías de acción en lo socio-económico-espacial en las 4 escalas del urbanismo, de acuerdo a lo que vengo enunciando a lo largo de estas Reflexiones, específicamente en “políticas públicas”, “rojo y verde” y “lo urbano, lo habitacional, lo social”. Momentum colectivo
Hoy está claro que debemos conectar el consenso que fue construido a través de los movimientos en favor de la concientización ecológica y la emergencia climática, con la protección de la vida, apuntando para un horizonte civilizatorio más igualitario. Las cadenas globales de producción y consumo fueron afectadas, interrumpidas, y será decisiva la forma en que serán retomadas. Hay un desafío latente referido a como, de qué manera podremos reorientar tanto la producción como el consumo, introduciendo profundas modificaciones y cambiando los hábitos, yendo del individualismo para la inclusión del otro. En la dirección de un individuo abierto al otro, lo que implica reconstruir la propia noción de individuo. Con el avance tecnológico hay hoy oferta de trabajadores de más y empleos de menos. Y al mismo tiempo vivimos una extraña “calmaría” en estos días de virus sin control, donde la inercia convive con lo inusitado. Todas las economías humanas que fueron encuadradas en la ley del neoliberalismo, esto es, producir-consumir-siempre tener más, con su imperativo del lucro donde todo tiene que ser “rentable”, incluyendo actividades que no existían bajo el mandato del lucro, deberán ahora ser repensadas y reorientadas en nueva perspectiva. La lógica de la acumulación infinita entró en crisis: ¿definitiva? Dependerá de nuestros actos y de nuestras respuestas. En las áreas del urbanismo, la habitación y el paisaje, se trata de la articulación de ciudad, urbanidad, habitabilidad, salud, trabajo, esparcimiento e integración de los diferentes sistemas de movilidad, con foco en la resolución de las mayores urgencias. A partir de la pandemia y en relación con las urgencias, se trata de resolver el hacinamiento y la infraestructuración de los asentamientos precarios en primer término. Ya se cuenta con suficiente experiencia y medios técnicos para hacerlo. Falta tomar las decisiones necesarias. Trabajar solidariamente el devenir del mundo... La filosofía colabora en la reflexión y elucidación de lo que hacemos, individualmente, y como sociedad. La filosofía “pregunta” preguntas, provoca preguntas, y por ese motivo es fundamental para un arquitecto urbanista. Tiene que ver con la aptitud de disponer un lugar intelectual de abrigo y acogida para producir la configuración susceptible de “componibilidad” de conceptos. A través de la producción de conceptos y reglas para el pensamiento, la imagen tiene que ver con el “cómo”. La filosofía se identifica con ese espacio general de acogida para el pensamiento. Del punto de vista filosófico, nosotros solo podemos pensar aquello que interesa. Esto implica un “principio selectivo”: solo cabe pensar lo que es necesario. Y lo que es necesario, es hacer composiciones problemáticas con otros campos de saber. En determinado momento dentro de una disciplina una comunidad “tira” para el mismo lado porque se comparten ideas. Hasta determinado momento existe un modo en común de ver la realidad, y de pronto se tornan evidentes problemas irremediables que no pueden ser resueltos por el camino que estábamos siguiendo. Esto obliga a cambiar de paradigmas, a cambiar el modo de ver la realidad, como precisamos hacer ahora. Aparece así la inconmensurabilidad. Thomas Kuhn señaló que hay un “lado claro” para justificar la instalación de un paradigma, pero que hay también un “lado oscuro”, que es lo que tiene que ver con el poder. En los paradigmas, por este motivo, se juegan también otras cosas. En la modernidad, el paradigma se manifiesta primero en la física a través de la noción de espacio. Hay un “espacio vacío” donde acontecen choques y rebotes, caracterizados por movimientos al azar y por trayectorias. Lo que implica azar y caos. Desde nuestro campo de interés, movimientos ordenados por leyes que podemos predecir. El hombre “moderno” buscó ser eficiente. Nosotros podemos pensar la pregunta: ¿la arquitectura moderna respondía a ese paradigma? El paradigma moderno pretendía “transparentar” las cosas. El segundo principio de la termodinámica implica que “vamos perdiendo energía”; es la entropía. Y la noción de caos implica que la causa puede ser insignificante y el efecto gigante. Hoy tenemos que actuar desde la emergencia, que remite a una multicondicionalidad que impide la simplificación de una “causa principal”. Actualmente debemos lidiar con emergencia, multicondicionalidad e incertidumbre (el azar de la imprevisibilidad, lo que tiene un punto de contacto con la creatividad). El sistema del que se trata ahora es aquel donde la energía se disipa y los equilibrios son inestables. El nuevo paradigma tiene que dar cuenta de la complejidad, y ser de tipo relacional. Comprendiendo una trama de relaciones que en última instancia tiene que ver con “la trama de la vida”. Como consecuencia de todo esto, aparece la imagen de la frontera que, como sabemos, es de doble raíz, de doble matriz. Incluye al mismo tiempo separación y reunión. Hoy, un lugar privilegiado de reflexión teórica y de experimentación proyectual, tanto en lo urbano como en lo arquitectónico y en lo relativo al paisaje. Por otro lado, hay un dinamismo en la sociedad y el espacio entró en crisis, se tornó problemático. La velocidad se tornó algo esencial, y junto con eso, la movilidad y la información. El pensamiento estético implica consistencia visual y consistencia intelectual. El malestar en el actual momento de la civilización Sigmund Freud define la cultura como la suma de operaciones y normas que distancian nuestra vida de la de nuestros antepasados y que sirven para dos
fines: la protección del ser humano frente a la naturaleza, y la regulación de los
vínculos recíprocos entre los hombres. A partir de esto quisiera actualizar y traer para nuestro momento la manifestación del malestar del que nos habla Freud, que hace síntoma en distintos campos:
La necesidad de la política Considerando que la primera función de un sistema político democrático es regular las diferencias y divergencias entre los ciudadanos para que las personas puedan vivir juntas en una comunidad organizada, sin el empleo sistemático de la fuerza, y que la legitimidad de la acción del Estado depende de una aceptación general de sus procesos de toma de decisiones, entonces, la movilización de la sociedad a partir de objetivos claros e incluyentes es la “terapéutica política” necesaria a partir del confinamiento, que evidenció todo tipo de conflictos que van desde el plano internacional a los comportamientos colectivos, la relación individuo-sociedad y el espacio doméstico. Para eso, necesitamos recolocar las cuestiones poniéndolas en condiciones de ser “ecuacionadas”. ¿Y qué es lo que debemos poner en relación en nuetras áreas específicas del urbanismo, la arquitectura y el paisaje? La cuestión es, partiendo de la situación actual, cómo pensar la rearticulación de la ciudad y la sociedad divididas, incluyendo: Políticas Públicas En relación con la retomada de las actividades en lo relativo al urbanismo, la economía y lo social, algunas acciones prioritarias pueden ser enunciadas: 1. Establecer acciones ejemplares para la reactivación de las actividades económicas en la construcción, como fuente de generación de trabajo y renta, 2. Retomar obras de infraestructura interrumpidas, apoyando la manutención de los empleos, 3. Retomar la construcción de habitación de interés social en los ámbitos nacional, provincial y municipal, priorizando el uso de insumos de cada región, 4. Apoyar a las organizaciones populares en cada barrio vulnerable, para la retomada de las actividades productivas, estableciendo medidas para la vida comunitaria organizada, con énfasis en la reordenación de espacios de uso común y de convivencia, 5. Implantar Centros de Generación de Trabajo y Renta a nivel municipal en los barrios populares y favelas, en la escala de y de acuerdo con cada contexto, 6. Impulsar programas de Economías Solidarias, 7. Desarrollar acciones de Mejorías Habitacionales en los barrios vulnerables, 8. Implementar programas de nuevos experimentos de vivienda en Latinoamérica, coordinados por Ministerios de Habitación, incluyendo financiamiento también a través de cofunding, llevando en cuenta nuevas directrices derivadas del desempeño de los diversos tipos de residencias durante la pandemia, 9. Revisar las pautas de design habitacional vigentes hasta el momento de la pandemia, 10. Crear nuevos agrupamientos habitacionales con el ADN de lo urbano, en diferentes escalas, partiendo del análisis crítico de lo ya realizado en Latinoamérica principalmente. En lo habitacional, a partir de lo detectado durante la pandemia, las acciones deberán considerar: 1. Reducir (y paulatinamente eliminar) el hacinamiento y la falta de privacidad en las unidades existentes; implemetar un amplio plan de “mejorías habitacionales” a escala de cada situación específica, 2. Proyecto y construcción de nuevas unidades, prioritariamente colectivas, obedeciendo a las nuevas pautas derivados del análisis crítico del desempeño de diferentes tipologías, con densidades adecuadas a cada contexto, 3. Yendo más allá de las consideraciones sobre el “déficit”, 4. Repensar la “habitación de interés social”, con otros parámetros, 5. Reevaluar los “modelos” vigentes; revisar las pautas de diseño, 6. Análisis crítico del desempeño de las unidades existentes durante la pandemia, 7. Refuncionalizar las azoteas de los edificios y casas, y potencializar los espacios residuales, accesos, vestíbulos, escaleras, etc, 8. Propiciar el uso de espacios de carácter “restringido” en las edificaciones multifamiliares, 9. Creación de Centros de Generación de Trabajo y Renda en las 4 escalas del urbanismo, como nuevos nodos articuladores, implantando iniciativas para la creación de “riqueza comunitaria”, 10. Realizar nuevos “experimentos” urbanos y habitacionales (tipo Conjunto Los Andes, Conjunto Pedregulho, Parque Guinle, Previ-Lima, entre otras referencias). Rojo y Verde En el camino hacia un nuevo marco para la convivencia civilizada. Tradicionalmente, el rojo está asociado a los movimientos sociales que defienden la creación de fuentes de trabajo y relaciones sociales basadas en la pertenencia al lugar. El verde, por su vez, tiene que ver con los movimientos, partidos y políticas que buscan defender el medio ambiente. Lo que precisamos a partir de ahora es hacer la fusión del rojo (justicia social) con el verde (recuperación del medio ambiente) mediante el impulso de políticas públicas responsables y la movilización del ciudadano, en el sentido de tornar las ciudades más justas, con espacios y equipamientos públicos de calidad, garantizando el disfrute de la urbanidad, para todos! Uniendo la agenda de la justicia espacial, con la agenda económica y ambiental. Urbanismo y economía serán más relevantes. Ya lo eran antes de la pandemia y serán más todavía a partir de ahora. Y esta crisis viene a evidenciar los dispositivos existentes instituidos, como ineficientes para enfrentar las demandas de la ciudad y la sociedad divididas. Hay necesidad de repensar todo, haciendo la ecología de las “malas ideas”, como se hace la ecología de las malas hierbas. A prendimos a partir de la pandemia, el nuevo significado del término “globalización”: quiere decir, diseminación planetaria inmediata de la contaminación en todo el planeta. Y junto con eso, se reveló toda la amplitud de la devastación neoliberal: el saqueo de los recursos no renovables, la contaminación del aire, la tierra y el agua, los comportamientos ecodepredadores inducidos por el modo de producción capitalista, la falta de planeamiento, el inmediatismo y el cortoplacismo de la visión del “mercado”, la mercantilización de la salud, la exposición a crisis permanentes. En síntesis, la fragilidad del “sistema”… y de su “porvenir”… Hoy precisamos articular políticas públicas conectando Urbanismo, Ecología, Medio ambiente y Sociedad: esa rearticulación es la ecuación que precisamos resolver !!! En relación con el nuevo papel de los barrios, resignificándolos, en las grandes ciudades, precisamos: 1. Contribuir para reducir la necesidad de los desplazamientos al centro, Lo Urbano, lo Habitacional, lo Social Toda vez que uno continúa pensando sobre la situación del mundo en este momento (y no podemos evitar de hacerlo permanentemente) surgen más temas y más interrogantes. Voy a comenzar hoy con el creciente malestar provocado por los comentaristas de todo tipo que exhiben su oportunismo creando dudas en la gente cuanto a la conducción de los acontecimientos, presentando falsas opciones. Y como cada vez más lo político, lo económico y el combate a la pandemia se interrelacionan, los opinadores de turno alarman al público (en su mayoría constituido de “gente común”) con números sombríos sobre la economía, catastróficas previsiones sociales y declaraciones de nuevos “salvadores de la patria”, en general economistas, conocidos políticos al gusto de cada medio y ahora también los “epidemiólogos” y los “científicos”, que también, de manera general, solo aumentan la angustia del oyente (salvo excepciones). En este cuadro, desatada la pandemia como está, es evidente que tendrá (y ya está teniendo) serias consecuencias económicas para la “salud” de cada país, especialmente economías frágiles como las latinoamericanas, que ya estaban con problemas antes de la pandemia y que ahora tienden a agravarse. En ese sentido, tendrán que ser reestructurados el Mercosur y el vínculo con todos los demás países de América del Sur, América Central, Caribe y México, para fortalecer la región, actuando colaborativamente entre todos los Bancos Centrales de cada país. Creando además nuevos acuerdos de colaboración no solo en lo relativo a la salud, sino también en ciencia, tecnología, investigación, producción, energía, etc. Habrá que ver como cada país reacciona, a partir de la orientación político-ideológica de sus gobernantes, con medidas favorables al conjunto de la población, o con “salidas” que favorezcan a los privilegiados de siempre. Por eso la relación entre lo político, lo económico y la pandemia es fundamentalmente política y ética. Y el tiempo es un factor cualitativo especialmente en este momento. Hay una dificultad de pensar en estas circunstancias, por la gran cantidad de incógnitas y de variables en juego. La falsa alternativa entre “salud” o “economía”, continúa vigente en los medios. La dicotomía presentada por algunos políticos, grandes empresarios y los medios, es falsa. Y aquí cabe destacar lo que dijo una autoridad del gobierno de Portugal en estos días: los bancos deberían establecer lucro cero para 2020 y 2021, no solo no beneficiándose de la desgracia de la mayoría de los ciudadanos, sino ayudando a recuperar los países donde actúan o donde obtienen sus ganancias. La programación de la vuelta a las actividades es toda una cuestión. Obviamente debería ser una vuelta “organizada” y con las medidas de precaución recomendadas: mascarillas, guantes, distancias necesarias a ser mantenidas, higiene de todos los lugares de contacto y, sobre todo, la disponibilización de tests inmediatos. Para los tres sectores de la sociedad actual: los confinados (con sus diversas circunstancias), los enfermos (en todas sus variables) y los que están en la línea de frente (los que corren mayores riesgos) lo que interesa principalmente es cómo ecuacionar el retorno a una “normalidad” que será necesariamente diferente del momento anterior a la pandemia y que abre enormes interrogantes. También hay que agregar ahora el malestar habitacional que no es que no existiera antes de la pandemia, pero que adquiere nueva importancia, significado y dramaticidad. Y que abarca múltiples temas que van de lo político a las cuestiones de género, de lo funcional a lo económico, de lo individual a lo familiar, de la salud (física y mental) a la relación con el entorno, de las consecuencias de lo privado en la esfera pública, etc. Lo urbano y lo habitacional (repensar la forma de continuar construyendo las ciudades y en las ciudades) están sin duda entre los grandes desafíos del siglo XXI. Precisamos avanzar en relación con: - El combate al urban sprawl y realizar una reforma urbana consistente, En primer lugar, reafirmo la constatación de que “hasta ahora”, la mayor parte de la gente, en la gran mayoría de los países, se comportó de manera responsable frente a la pandemia (más allá de algunos gobiernos, liderazgos políticos y económicos, instituciones bancarias y grupos de ciudadanos, irresponsables) aunque tan solo sea por “instinto de conservación”, pero, aun así, constituyendo un hecho positivo. Cada país (a falta de una instancia superior organizada planetariamente) de acuerdo con sus características específicas, deberá elaborar ahora sus respuestas teniendo la calidad y la equidad como punto central de las soluciones. Desde mi percepción, resurgirá ahora lo regional con mucha más importancia de la que ya tenía. Adecuación a las condiciones climáticas con bajo consumo de energía, producción y utilización prioritaria de materiales de su región, preservación/recuperación de la naturaleza y de las fuentes de recursos, reconversión de las matrices energéticas, aceleración de la investigación de nuevas tecnologías, creación de nuevas fuentes de trabajo, creación de ambientes saludables para la vida, el trabajo y el esparcimiento, reequilibrio de la relación masa verde-masa construida, creación de entornos urbanos amistosos, agradables y seguros para los seres humanos, entre otros factores. Está también colocada a partir de ahora una discusión, que deberá ser prolongada, envolviendo individuo, sociedad y Estado, sobre el tema de la “vigilancia”, que tiene que ver con la relación público-privado. Se abrió una brecha para que “pasen” todo tipo de medidas restrictivas de la privacidad, en nombre de “el bienestar de todos”. Pero esta discusión deberá ser realizada afirmando al mismo tiempo el individuo y la búsqueda de un sentido de comunidad política, teniendo al Estado como garantía de un nuevo pluralismo identitário renegociable, donde la Constitución podrá tener que ser periódicamente revisada. Al mismo tiempo hay un apagamiento del horizonte de expectativas; la sociedad en su conjunto queda hoy “desnorteada”. Flota una sensación de futuro más incierto que nunca. Lo que impone repensar y reorientar los hábitos de una gran parte de la población del planeta. Incluyendo los hábitos de manejo de “la cosa pública”. Junto con lo anterior, queda claro que ahora deberá ser considerada simultáneamente la multidimensionalidad de los problemas que comprenden: los aspectos de salud pública en lo urbano, los efectos del cambio climático especialmente en las ciudades, la necesaria ecología existencial, lo estratégico y lo táctico como cuestiones entrelazadas, y el sentido para el cual apunten las medidas a ser tomadas, en sus diversas escalas. Respecto a “lo urbano”, es decir al ambiente socio-espacial que está siendo materializado, se coloca con toda evidencia la necesidad de repensar los paradigmas reorientando metas, esfuerzos y recursos. Considerando que la ciudad es mucho más que un conjunto de propiedades individuales independientes. Por lo tanto, no se trata más de “pensar con el deseo”, sino de tomar las decisiones necesarias provocando el desplazamiento de los incompetentes del comando de las acciones, considerando que la desterritorialización generalizada producto de la globalización, también abre brechas en el campo de los posibles. Y en ese sentido, inducir la convergencia hacia un multilateralismo en el plano internacional. A partir del cambio radical de condiciones en el mundo, quisiera contribuir para un diálogo con estas reflexiones iniciales. Reflexiones de alguien que observa, analiza, interpreta y trata de “desconfinarse” mentalmente. Voy a comenzar tomando tres aspectos que considero fundamentales en este momento, lo político, lo económico-productivo-tecnológico y la subjetividad. En el primero, lo político, vemos diariamente en los medios en general (de todo tipo) llamados a la cordura comportamental. Pero la crisis también puso en evidencia la falta total de una coordinación internacional de acciones, siendo esto, desde mi punto de vista, lo más grave, la incapacidad de una acción común. Lo que más se vio fue un aislamiento nazionalista. Primó demasiado el “sálvese quien pueda”, con poca solidaridad (o ninguna) internacional. Vimos como el “pensamiento” economicista ofuscó el razonamiento de la mayoría de los países. Fue colocada una falsa alternativa entre “lo económico” y la vida. Hipótesis, obviamente, individualista, mezquina y errónea. Por otro lado, esta crisis también está mostrando actitudes solidarias tanto individuales como colectivas, junto con individualismos y egoísmos feroces, destructivos. En un texto de Deleuze en italiano, él se refiere a que a veces “manca il popolo”. Diciendo que en determinadas circunstacias “se il popolo manca, io posso essere il popolo. Perché, se il popolo manca, se si scinde in minoranze, sono io in primo luogo a essere un popolo; il popolo dei miei atomi, il popolo delle mie arterie”. Obviamente, Deleuze no se estaba refiriendo a algo como lo que sucede en el momento actual en el planeta, que es de otra “naturaleza”, pero creo que ayuda a pensar, nos incita a pensar. Frente a la falta de una “inteligencia de liderazgo planetario”, una ecología existencial se torna imprescindible. Hay una cuestión fundamental colocada con toda su fuerza en este momento, la relativa al rol del Estado y su función insustituible, contra todo lo que preconizaba el neoliberalismo. Esto creo que queda bien claro ahora. A pesar de lo que conservadores reaccionarios todavía balbucean (sabemos que hay también conservadores serios que es necesario escuchar) quedó evidente la necesidad de un Estado articulador, al cual nosotros, arquitectos y urbanistas, junto a todos aquellos del campo de las ciencias sociales que actúan en la salud, la educación, la filosofía y el psicoanálisis, debemos contribuir para apuntalar políticas públicas responsables. Y está claro también que es necesario capacidad para liderar los procesos. Un tema adicional lo constituye el de la escala de los problemas. Quedó demostrado que no es posible manejarse a escala planetaria desde la lógica limitada de cada país. Como tampoco es posible inducir la infinita variedad de las conductas individuales, solamente dependiendo de la tecnología, de las “redes sociales”, que también contribuyen a la “negligencia de las probabilidades” mediante la confusión de las informaciones, de las “noticias”, de la sobreinformación. Es necesario combatir la ignorancia y la desinformación y estimular el espíritu de colaboración y confianza entre los ciudadanos y entre los países. Es evidente la falta de instancias capaces de coordinar lo global con lo local y lo colectivo. Y eso no fue hecho de la manera necesaria. En relación con lo económico-productivo-social, debemos considerar simultáneamente la crisis del modo de acumulación de capital (que comprende “el colapso de la espiral de acumulación infinita” a la que se refiere David Harvey, y la financierización de la vida), el modo vigente de producción y consumo irresponsables, los comportamientos sociales tipo “gado feliz” de una gran parte de la población del planeta (vamos a viajar, vamos a consumir “porque está barato”) y el desarrollo tecnológico que substituye trabajo humano por máquinas, sin pensar alternativas, en todas las áreas de producción, tanto en la industria como en los servicios y en el campo. Este conjunto de factores combinados, ligados a la extendida urbanización del planeta y a la cría industrial intensiva de animales confinados (que además de ser una barbarie es fuente de producción de virus) es bastante preocupante. Queda evidente la falta de relación entre “desarrollo”, “progreso”, “crecimiento” y condición humana. Está claro que esos paradigmas no sirven más. Hay un gap en la relación entre individuo, sociedad y “sistema” (¿cuál sistema?). En las últimas décadas, el neoliberalismo ha exacerbado las conductas individualistas competitivas, la meritocracia. Hay que hacer un giro radical, sin duda. Este es un momento para la reflexión, la autocrítica y la revisión-redireccionamiento. Tanto en lo individual cuanto en lo colectivo y en lo que se refiere a las políticas públicas. Cuanto a la subjetividad, la primera constatación es la reconsideración de la relación con el tiempo, que las circunstancias imponen. El tiempo quedó sin parámetro. Se interrumpió lo cronológico habitual. Hay una “suspensión” temporal. Que abre interrogantes. Y aquí viene la pregunta: ¿Cuál es nuestra “contribución” al estado de cosas? La subjetividad de nuestra época saldrá profundamente afectada. También está claro que no se trata solo de lo racionalmente correcto. Están en juego la ética y el deseo. Como ya expuse en otros textos, de acuerdo con el psicoanálisis, se trata justamente de no ceder del deseo. Deseo que es siempre de otra cosa. Y aquí vuelvo a la cuestión de Freud: ¿Pulsión de vida o pulsión de muerte? La respuesta continua siempre en abierto… Y, finalmente, no coincido con los “optimismos” en esto de que haya “servido” para estrechar lazos familiares, sociales, de amistad, etc. (vean al respecto lo que dice Massimo Cacciari en su texto “la casa è un inferno” en estos días). Junto con eso aparece la desagregación, el exhibicionismo de todo tipo de “especialistas” y opinadores; inconsecuencias, el abandono y la indiferencia…con espasmos de “alegría” forzada para “animar e informar a la gente” … en el mejor de los casos… |