Escritos
Marco de referencia

Hoy la sociedad demanda junto con justicia social, justicia territorial en la distribución de los beneficios de la vida en las ciudades, donde el disfrute de la urbanidad sea posible para todos.

Hay un clamor en una gran cantidad de países relativo a reclamos por servicios públicos e infraestructura urbana insatisfactorios, habitación social de baja calidad; contra las extensas áreas periféricas sin cualidades (arquitectónica, urbanística y ambiental), contra los intereses corporativos como política urbana, contra una educación, salud y transporte ineficientes, constituyendo el cuadro de fondo donde se dirime la cuestión socio-espacial contemporánea.

De acuerdo con Michel de Certeau, podemos decir que la alianza de la ciudad y del concepto jamás se identifican, pero ella va en la dirección de su progresiva simbiosis: estructurar la ciudad es a la vez pensar la pluralidad misma de lo real, y darle efectividad a ese pensamiento de lo plural: es saber y poder articular.

Por eso, desde mi punto de vista, el “arquitectourbanista” debe ser un conexionador, un hacedor de conexiones en el interior de la ciudad y la sociedad divididas.

La característica de las sociedades contemporáneas es su división, su heterogeneidad, y el problema que se coloca es como hacer de estas sociedades ontológicamente plurales, atravesadas por conflictos económicos, sociales, políticos, religiosos y de género, que se verifican tanto en el nivel del Estado cuanto en la cultura y la ciudad, como hacer de todo ello “conjuntos inteligibles” sobre los cuales se pueda actuar con criterios democráticos? Como contribuir a la creación de “voluntades colectivas” en las cuales el proyecto pueda cumplir un papel “activador”?

Comprender la complejidad de las demandas democráticas contemporáneas en un mundo globalizado exige atención especial a las “articulaciones contingentes”. Lo que en nuestro caso de arquitectosurbanistas exige partir de la lectura de las condicionantes y posibilidades locales y del contexto del área de actuación, realizando la “escucha” de las demandas y el cruzamiento interdisciplinario, como punto de partida de cualquier proyecto que se pretenda democrático e inclusivista.

La “función social” del arquitecto consiste precisamente en darle coherencia al conjunto de demandas sociales difusas, otorgándoles una visibilidad que permita la acción.

Jorge Mario Jáuregui