La ciudad de San Pablo, con sus 10,4 millones de habitantes dentro del municipio y 17 millones incluyendo la región metropolitana, configura un tipo de ciudad-región. Es la capital del Estado de San Pablo y la ciudad más importante de Brasil, siendo una de las megaciudades del planeta. Junto con Ciudad de México, constituyen los dos mayores conglomerados urbanos de Latinoamérica. Desde el punto de vista económico, cultural y político es considerada una ciudad global, una Metápolis que ejerce significativa influencia en los ámbitos regional, nacional e internacional. La bolsa de valores de San Pablo es uno de los “sismógrafos” que registra su importancia en el escenario mundial. Con sus casi 6.000.000 de automóviles (un tercio de los cuales está en condiciones irregulares), los grandes corredores circulatorios y los embotellamientos de mas de 200 Km (casi una marca registrada de este enorme conglomerado) y también la “deselegancia discreta”2 de sus habitantes, ejerce su atracción sobre diferentes creadores 3 que buscan capturar rasgos de su fuerte personalidad. San Pablo no es, decididamente, una ciudad para peatones. Este gran “cuerpo sin órganos”4 a pesar de eso se vuelve en si mismo un personaje y no apenas un escenario, con su característico estar en constante movimiento. Sao Paulo esconde la belleza atrás de la fealdad con algo de mágico, pues existe siempre el misterio de lo que está detrás de lo gris, de la mancha, de la contaminación. Tal vez los únicos capaces de acortar el tiempo, entre la sucesión de espacios desagregados, sean los ‘motoboys’ y la nube de helicópteros que la caracterizan. En esta ciudad de “gran velocidad”, el enjambre de motos de repartidores es lo único que se puede mover rápidamente entre las rendijas de los automóviles (paradojalmente siempre en marcha lenta o embotellados) encarnando la dinámica de una ciudad desmesurada. Junto con la gran cantidad de helicópteros de los ejecutivos que cada día surcan su cielo. A escala nacional representa el punto de confluencia del tránsito aéreo del país, con todo el potencial conflictivo que esto conlleva. San Pablo también es un gran cruzamiento de rutas y hace la conexión entre el norte y el sur de Brasil. Es la concentradora de poder político y económico con el mayor electorado del país y con su enorme movimiento comercial y financiero, y representa la “locomotora” que impulsa la economía nacional. Tiene una vida social muy activa y una agitada vida nocturna; San Pablo se “acuesta tarde”. Una de sus características es la multiculturalidad y la multietnicidad que presentan gran permeabilidad entre las “diferencias”. Diferencias y particularidades que a veces están espacialmente identificadas, como los famosos “barrio japonés” (Liberdade) y “barrio italiano” (Bexiga) entre otros. San Pablo tiene una gran oferta cultural y es sede de dos Bienales: la Bienal de Arte Contemporáneo y la Bienal de Arquitectura. San Pablo no tiene una significativa presencia de ascendencia afro, lo cual se traduce en una no-particularidad musical. A diferencia de Salvador y Rio de Janeiro, en San Pablo no hay una música específica (afro-reggae en Salvador y samba en Río, por ejemplo) y la presencia física de negros en la ciudad es mucho menor. Por otro lado se nota la fuerte presencia de la migración de nordestinos llegados desde los Estados de Paraíba, Pernambuco y Ceará. Historia Urbana La ciudad de San Pablo tuvo una expansión urbana acelerada caracterizada por el pasaje rápido de una ciudad sin expresión ni nacional ni internacional hasta el siglo XIX, para constituir hoy el mas importante centro nacional y uno entre los 20 mas significativos en el ámbito internacional. Localizada en la confluencia de los ríos Tietê y Pinheiros, el área central de la ciudad estuvo desde su origen condicionada por una accidentada topografía que incluye valles, áreas inundables, colinas y los propios ríos. Durante dos siglos permaneció con sus características de pueblo pobre y aislado del centro de gravedad de la colonia y recién con la descubierta del oro en Minas Gerais las atenciones del reino se vuelven para ella. Fue fundada por colonizadores portugueses en 1553 como Vila de Santo André da Borda do Campo y en 1554 se construyeron las primeras casas en “taipa” (barro y caña). Se mantuvo como un poblado muy pequeño y sin ninguna importancia hasta 1711 cuando fue elevada a la categoría de ciudad, actuando como base militar desde donde partían las expediciones contra los indios. Desde inicios del siglo XIX San Pablo se va convirtiendo en núcleo de actividades políticas, económicas e intelectuales. Hacia finales de ese siglo se produce un crecimiento vertiginoso de la ciudad y su población se duplica llegando a 240.000 habitantes. Cuando se agota el ciclo del oro a fines del siglo XVIII se inicia el ciclo paulista del azúcar y la ciudad pasa a funcionar como medio de canalización de la producción para el puerto de Santos. A partir de mediados del siglo XIX San Pablo se expande por la implantación de la ferrovía para exportación de café, que conecta el puerto, la ciudad y el campo en cuyas tierras aledañas es cultivado, empleando en gran parte mano de obra inmigrante, principalmente italiana.
Con el crecimiento industrial de la ciudad en el siglo XX, el área urbanizada se expande y surgen nuevos barrios residenciales ocupando las chacras aledañas. El carácter industrial de la ciudad se mantiene hasta inicio de la década del ochenta, donde se manifiesta una reorientación del desarrollo como centro financiero y de servicios acentuando su vocación metropolitana, evidenciada desde el “Plan de Avenidas “del intendente Prestes Maia que administró la ciudad entre 1938 y 1945. El Plan se basa en el trazado de un anillo perimetral delimitando el centro histórico, abriendo grandes avenidas junto con el túnel 9 de Julio, puentes y viaductos. Todo el área del Centro se unifica a través de estas obras de carácter infraestructural, monumental y de proyectos que contienen una estética de la movilidad que buscan la modernidad a través de la velocidad y de la eficiencia del cuerpo urbano. Estas obras muestran formas que “exhiben, orgullosas, la potencia de la tecnología en imponer al medio el diseño que le sea más conveniente…notamos sin dificultad los sentidos que transpiran de esos equipamientos-como signos de modernidad, velocidad y eficiencia-para la metrópolis naciente. Estos equipamientos significaban antes de más nada verdaderos actos de fe en la práctica ilimitada de domar a la naturaleza por la tecnología. Fundados en un imaginario de la experiencia metropolitana, alimentado por películas como Metrópolis de Fritz Lang entre otros, en los cuales la profusión de elementos de pasaje y conexión crean una especie de estética del desplazamiento, es que estos equipamientos obtienen su carácter simbólico” 5. En la década del 1920 San Pablo se consolida como ciudad industrial y el Centro comienza a verticalizarse y especializarse en actividades comerciales, iniciando la pérdida de la función residencial. En 1920 la ciudad tenía 580.000 habitantes 6. En 1922 tuvo lugar en la ciudad el famoso evento que dio origen al modernismo en el país. La “Semana de Arte Moderna” fue el acontecimiento a través del cual jóvenes artistas se unieron para revolucionar los conceptos de arte, sacudiendo el inmovilismo cultural e incentivando el nacionalismo, al mismo tiempo en que buscaban su sintonía con las vanguardias europeas. El texto “Pauliceia desvairada” de Mario de Andrade, líder y principal teórico del movimiento, se tornó un símbolo del espíritu de los “tiempos modernos”. A partir de 1930 la opción por el automóvil como medio de movilidad va a resultar en la construcción de una serie de vías radiales reforzando la valorización y verticalización del área central y promoviendo la expansión periférica. En 1929 se publica el primer Código de Obras de la ciudad, estableciendo una normalización constructiva y urbana que definía un control de alturas mínimas y máximas, favoreciendo un patrón compacto de ciudad. En 1941, a través de un Decreto-Ley se libera la altura máxima en algunos sectores del centro, sujeto a consideración específica de cada caso por las autoridades municipales. Esto abre camino a la verticalización generalizada de la ciudad en la década siguiente, que, diferentemente del patrón norteamericano, se apoya en una lógica de multiplicación de emprendimientos en vez de la reproducción en gran altura. Por esta razón esta verticalización no alcanza los registros norteamericanos, manteniéndose en alturas menores que 40 pisos. El único edificio que llega a los 50 pisos es el Edificio Italia. En los años 50/60 importantes modificaciones en el área central se encaminan en esta dirección, donde la función habitacional del centro pasa a estar caracterizada por la inclusión de sectores de clase media en unidades residenciales de menor superficie, a través de la incorporación de grandes edificios en sistema de condominio y de edificios-galería, como ocurría en varias metrópolis de nuestro continente. En este período se materializa el ideal de liderazgo nacional de la elite paulista a través de las obras realizadas para los festejos del IV Centenario de la Ciudad. En 1954 es inaugurado el Parque Ibirapuera donde en 1955 tiene lugar la Feria de Industrias y la II Bienal de Artes Plásticas que le garanten a la ciudad una nueva visibilidad nacional e internacional. Es en este famoso Parque donde se localizan los edificios conectados por la gran marquesina proyectados por Oscar Niemeyer y que son sede de las Bienales. El centro se deselitiza y asume su apariencia de centro metropolitano. Una calle pasa a adquirir destaque, la “Rua Augusta”, manteniéndola hasta hoy. En 1950 San Pablo tenía 2.200.000 habitantes y ya era una ciudad policéntrica. En esa época Rio de Janeiro contaba con 2.300.000 y Buenos Aires con 3.150.000 habitantes 7. Este proceso se identifica con la pérdida de hegemonía del modelo moderno industrial y el paso a la etapa del capitalismo financiero internacional y se inscribe en la tendencia a la expansión creciente de las actividades de servicios (terciarias) relacionadas con las finanzas, comercio nacional e internacional, servicios especializados, cultura y esparcimiento. En los años 60 el centro se expande englobando los barrios adyacentes, configurando un Área Central Metropolitana. A la Rua Augusta se le suma la Av. Paulista como nueva centralidad fragmentada y especializada, con características diferentes del centro antiguo. Al final de esta década se producen las demandas por mayor eficiencia en la movilidad y en 1969 se inician las obras del subterráneo de la ciudad. Entre los años 60 y 70 el centro y los barrios adyacentes reciben inversiones públicas infraestructurales importantes, al mismo tiempo que las inversiones privadas se desplazan sin correspondencia con estas inversiones. En la década del 70 el centro se consolida como centro de los sectores populares y las elites económicas denominan este proceso de substitución, como “decadencia”. El trazo más identificable de este proceso en el perfil económico de la ciudad es el llamado “Vector Sudoeste”, área que abarca las regiones oeste y centro sur. Siguiendo las tendencias evidenciadas desde las primeras décadas del siglo XX y originado en la región del denominado Triangulo Histórico (centro originario de la ciudad) la centralidad socio económica se dirige hacia la región del Centro Nuevo (al otro lado del Valle del Anhangabaú) y después hacia la Av. Paulista, para llegar en las ultimas décadas hasta las Av. Faria Lima y Berrini. Junto con estos nuevos vectores de expansión otras áreas al sudoeste se convirtieron en centralidades sectoriales, tales como los barrios de Tatuapé y Santana. La sumatoria de las centralidades socio-económicas mas la centralidad geográfica constituye lo que se conoce como centro expandido. Las distintas clases sociales se aglomeran cada una en áreas específicas de la ciudad y se debilita la ocupación residencial del núcleo central, evidenciando la necesidad de políticas públicas que consideren el conjunto de las áreas centrales como parte de un mismo problema de consolidación urbana. San Pablo presenta extremas disparidades socio-económicas, como todas las ciudades brasileras caracterizadas por áreas ricas, desarrolladas y bien cuidadas, y extensos sectores urbanos sin ninguna cualidad urbanística, paisajística o ambiental, atravesadas por violentas infraestructuras y áreas de pobreza (favelas) configurando escenarios de muy difícil “gestión”. Esta megaciudad enfrenta problemas comunes a otras metrópolis del tercer mundo tales como deficiencia de infraestructuras, contaminación, déficit habitacional, fragmentación física y social, y problemas de movilidad entre sus partes, embotellamientos, pero en un grado mas exacerbado. Su extensa área urbana posee un carácter heterogéneo, yendo de regiones altamente adensadas y verticalizadas hasta barrios residenciales horizontales y de bajísima densidad. A pesar del gran flujo de capitales, San Pablo sufre con la mala distribución de renta, típica del país. La ciudad presenta un tipo de expansión centrífuga típico del subdesarrollo, caracterizado por el debilitamiento del centro que pierde población a una tasa de 4% al año y la expansión de las periferias que crecen a tasas del 6% anual. Como observó Milton Santos 9, el geógrafo e intelectual paulista, la exacerbación de los conflictos se da por la falta de oportunidades. El decía en una de sus últimas entrevistas por televisión que “en Brasil no hay ciudadanos, solo consumidores, y que falta un debate sobre los valores, pues la ciudad se amplia (en el sentido de la ciudadanía) cuando se debaten valores”. Decía que “si la oferta es solo de cosas, la idea de ciudadanía se reduce”. La constante modificación del paisaje urbano es una característica destacada de San Pablo y podría decirse que es, históricamente, la ciudad de tres materiales: primero la ciudad de barro, después la ciudad de ladrillo y finalmente la ciudad de hormigón. De acuerdo con Benedito Lima de Toledo 10, en el período de un siglo, entre mediados de 1870 y 1970, la ciudad de San Pablo fue totalmente demolida y reconstruida como mínimo tres veces. Esos tres períodos están caracterizados por los procesos constructivos propios de sus épocas. En un primer momento la ciudad se presentaba como un enmarañado de construcciones de “taipa de pilão” (barro y caña) situación que se extendió desde el periodo colonial hasta las ultimas décadas del siglo XIX. En el inicio del siglo XX la ciudad se transformó y pasó a ser edificada en ladrillos, utilizando métodos constructivos y estilos europeos. Con la verticalización, la expansión y la introducción del hormigón armado y el acero, la ciudad fue nuevamente demolida y reconstruida, definiendo el paisaje mas conocido. Hoy podemos agregar a estos tres periodos un cuarto, caracterizado por el uso de técnicas de prefabricación, nuevos materiales, nuevos procedimientos constructivos y una dispersión por todo el territorio urbano de edificaciones en altura que crean un paisaje, cuando lo observamos desde lo alto, semejante a un campo bombardeado por estalactitas, sin ningún principio visible de “unidad” o cohesión. Además de los graves problemas de inundaciones periódicas, del congestionamiento de las vias de circulación que marginan los ríos y de la falta de agua (un tema crucial en las megalópolis actuales y futuras) San Pablo presenta los problemas derivados de la dualidad centro-periferia todavía existente. Todo esto es una manifestación de la desigualdad socioeconómica en la ciudad (de acuerdo con Henri Lefebvre la ciudad es la proyección de una sociedad sobre el terreno) con lugares en los que este contraste es mas visible, donde sectores económicos diversos conviven en tensión como en el caso del barrio de Morumbi, con edificios habitacionales de renta alta localizados próximos a regiones de favelas como en Rio de Janeiro. El tratamiento urbanístico-paisajístico-ambiental de los principales rios-vias de comunicación automovilística, continúa siendo una pendencia fundamental de esta metápolis. En 2003 fue aprobado el Plan Director Estratégico del Municipio de San Pablo que define, entre una serie de objetivos para la mejoría urbanística, la utilización de instrumentos de inducción para hacer valer la función social de la propiedad de inmuebles que se mantienen con 80% de su área desocupada por más de 5 años. Esta megaciudad es hoy ese escenario infinitamente “estallado” donde las edificaciones, las “calles” y el “espacio público” flotan a la deriva, con una impronta donde se expresa el “núcleo paranoico del mundo contemporáneo: el impacto de las ficciones públicas, la manipulación de la creencia, la invención de los hechos, la fragmentación del sentido, la lógica del complot” 11.
Jorge Mario Jáuregui Bibliografía Libros - “La ville em débat” , editora L´Harmattan, Paris, 2003 Referências 1 “Diccionario Metapolis Arquitectura Avanzada, op. cit. p.406 y 407.
Artículos diarios/revistas/guias - Revue Urbanisme N 345, “Quartiers sensibles”, 2005 Texto elaborado para la publicación del libro San Pablo y editado con el nombre Historia Urbana, en las "Guias de Arquitectura Latinoamericana", del Diário Clarín de Buenos Aires.
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